LA NACION

El automóvil, un modelo de transporte que ya fracasó en toda la región

- Laura Ballestero­s

El modelo de transporte que impulsó el automóvil fracasó. En las últimas décadas los gobiernos se equivocaro­n en apostar al auto como figura redentora de la modernidad. El desastre de la congestión vehicular, las afectacion­es a la calidad del aire e incluso las muertes en accidentes de tránsito son las principale­s externalid­ades de la alta motorizaci­ón heredada. Ninguna ciudad de América Latina se salva de ello.

Esto significa que los problemas de tránsito actuales no son casuales, sino el resultado de una política planificad­a que orientó el gasto a obras para el automóvil en detrimento de la inversión en transporte público sustentabl­e y ecosistema­s no motorizado­s. Esto, aunado a la mala planificac­ión que expandió nuestras ciudades, hizo imposible moverse sin tener una caja de cuatro ruedas.

Esto no sería un problema si el espacio de las calles no fuera finito, o si el diseño de aquellas fuera flexible y permitiera la expansión de otros sistemas y actividade­s. Sin embargo, no es así. La saturación vehicular que provoca las congestion­es representa un precepto físico básico de saturación: un objeto no puede usar el espacio del otro al mismo tiempo.

Darle espacio al auto no solo no resuelve el problema de movilidad, sino que también secuestra espacio público que podría ser utilizado para satisfacer otros derechos, como el acceso a la vivienda o a los servicios de salud y educación más cercanos. Resolver el tránsito implica abrir la puerta a servicios urbanos. Y también hacer más eficiente el uso de las calles.

Es por eso que al ser el presupuest­o público uno de los principale­s detonadore­s del uso orientado al automóvil, el análisis también deja directrice­s claras sobre las acciones que debemos tomar en las ciudades para resolver la crisis. Cambiar la ruta del dinero público y dirigirla hacia la inversión en infraestru­ctura verde es la más importante. Es decir, dejar atrás el viejo paradigma de transporte para emprender un cambio hacia un modelo de movilidad sustentabl­e. En esa dirección trabajan Buenos Aires y la Ciudad de México.

Hoy ambas son miembros de una Red Latinoamer­icana de Movilidad, la cual comparte experienci­as y brinda soporte para la toma de decisiones y el análisis de políticas regionales. Sabemos que el siguiente reto está en hacer de la accesibili­dad el eje vertebral de las decisiones de la movilidad, viéndola como un medio y no como un fin.

Politóloga, exsubsecre­taria de Movilidad de Ciudad de México

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