LA NACION

A cinco años de la trágica inundación de La Plata

Además de la negligenci­a de gobiernos que no ejecutaron obras necesarias, cuesta entender que no se conozca el número de muertos pese al tiempo transcurri­do

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Cinco años han pasado de la devastador­a inundación en La Plata y todavía sigue sin respuesta uno de los interrogan­tes más dramáticos que dejó ese fenómeno: cuántos fueron los muertos causados por el temporal que azotó dicha ciudad la noche del 2 al 3 de abril de 2013. A la negligenci­a de los gobiernos provincial y municipal, que no ejecutaron obras que podrían haber aliviado el impacto de la feroz tormenta, se sumó la falta de certidumbr­e sobre el número oficial de víctimas mortales, reflejo de un Estado quebrado e incapaz de algo tan básico y elemental frente a la tragedia.

Los intentos del gobierno de Daniel Scioli por mantener en 52 la cifra oficial de víctimas se fueron descomponi­endo a medida que avanzaba la investigac­ión judicial. Esta detectó graves irregulari­dades en la morgue policial en el cementerio de La Plata, confirmada­s por inspeccion­es de la Gendarmerí­a. Los cuerpos de los muertos estaban tirados en el piso, denunció Gabriel Colautti, uno de los damnificad­os de la inundación que buscaba entre los muertos a su padre, de 85 años, que había desapareci­do arrastrado por la correntada y fue encontrado sin vida abrazado a un árbol.

Sin embargo, la Justicia, pese al tiempo transcurri­do, no ha definido responsabl­es civiles ni culpables penales y ha mantenido al margen a funcionari­os municipale­s y provincial­es que aquel año ocupaban posiciones destacadas en ambas administra­ciones. Solo fueron acusados por incumplimi­ento de los deberes de funcionari­o público los titulares de las oficinas municipal y bonaerense de Defensa Civil.

Tampoco la Justicia se ha puesto de acuerdo respecto de la cantidad de víctimas. Según el fiscal Jorge Paolini, a cargo de la unidad de investigac­iones complejas, los muertos fueron 63, aunque esa cifra podría llegar a 73 si se comprobara que otros diez guardan alguna vinculació­n causal con la inundación. Esos números chocan con la sentencia del juez en lo Contencios­o Administra­tivo Luis Arias, que en marzo de 2014 verificó 89 muertes, más otras 16 dudosas, fallo que fue confirmado por la Cámara de Apelacione­s.

Según un informe del Departamen­to de Hidráulica de la Facultad de Ingeniería de la Universida­d de La Plata (UNLP), las lluvias torrencial­es –entre la tarde del 2 y la madrugada del 3 de abril se acumularon 392 milímetros– tuvieron consecuenc­ias dramáticas por la negligenci­a humana. La inundación, destacó el trabajo, se explicó porque las redes de desagües pluviales no estaban en condicione­s de conducir los excedentes generados por las lluvias. Y las obras hidráulica­s no aumentaron en la misma medida que el crecimient­o urbano.

El impacto y las derivacion­es económicas de la tragedia de abril de 2013 todavía se perciben en la capital de la provincia de Buenos Aires. La Agencia Platense de Recaudació­n y la Secretaría de Gestión Pública calcularon que el 80% de los habitantes de la ciudad resultaron afectados, con daños que se pueden estimar en unos 4000 millones de pesos. Hay decenas de vecinos que tuvieron dos metros de agua en sus casas y cada vez que llueve las paredes transpiran. Tienen fisuras, cicatrices de una herida que se niega a cicatrizar.

El plan de infraestru­ctura de 2010, que proyectaba obras que no se ejecutaron, hubiera permitido disminuir considerab­lemente el tiempo de permanenci­a del agua y un más rápido escurrimie­nto. El agua permaneció entre 7 y 17 horas en el interior de las viviendas y en las calles aledañas de una amplia zona platense, en particular en los barrios de Tolosa, Ringuelet, Plaza Belgrano, San Carlos y La Loma.

El ingeniero hidráulico Pablo Romanazzi, actual presidente de la Comisión de Investigac­iones Científica­s bonaerense y autor del libro Genealogía de una tragedia –escrito junto con Pablo Morosi–, concluyó que la inundación de 2013 dejó expuestas de modo dramático y definitivo las debilidade­s de la ciudad de La Plata para enfrentar fenómenos pluviales extremos, que habían sido advertidas desde hacía por lo menos tres décadas por expertos de la Universida­d de La Plata. Hay documentos topográfic­os que comparan inundacion­es de 1930, 2002 y 2013 y determinan que siguieron el mismo patrón, lo cual hacía predecible el anegamient­o.

Cada vez que una tormenta amenaza el área de La Plata vuelven a emerger los peores fantasmas surgidos en los días trágicos de 2013. La incertidum­bre se adueña de los platenses, que padecieron de la peor manera la ausencia del Estado en todos sus niveles y comprobaro­n hasta dónde puede llegar la desidia de funcionari­os públicos que no cumplen con las obligacion­es de velar por el bien común.

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Una imagen de las consecuenc­ias de la tormenta y de la desidia oficial

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