Cómo los Juegos Olímpicos abrieron la puerta para las negociaciones de paz
lAUSANA, Suiza.– Cu ando los líderes de Corea del Norte y Corea del Sur se reúnan mañana, será apenas el tercer encuentro de esas características desde el cese de hostilidades de la Guerra de Corea. Estos momentos de esperanza son infrecuentes en nuestro mundo, cada vez más polarizado. De hecho, hasta hace apenas pocos meses las tensiones políticas escalaban y hasta parecía probable un conflicto bélico en la península coreana. Hace seis meses, el mundo y los Juegos Olímpicos de Invierno de Pyeongchang 2018 enfrentaban una dramática crisis de pruebas misilísticas y discursos belicosos. Para explicar la distensión actual, viene bien examinar el rol que tuvieron los Juegos Olímpicos en este positivo desarrollo de los acontecimientos.
Suele decirse que en las relaciones internacionales lo que cuenta es el sobrio pragmatismo político. Así que tal vez más de uno se haya sorprendido al constatar que era el poder del deporte el que abría la puerta al dialogo, y no a la confrontación, entre las dos Coreas.
El momento histórico de los Juegos Olímpicos de Invierno de Pyeongchang fue cuando en la ceremonia inaugural los atletas del Norte y del Sur marcharon juntos como un solo equipo, detrás de una misma bandera, la Bandera de la Unificación Coreana. Por supuesto que a ese momento no se llegó por azar. Fue el resultado de un largo proceso de negociaciones y de compromisos de alto nivel de gobierno que el Comité Olímpico Internacional (COI) empezó a fomentar en 2014.
El COI lanzó entonces un programa especial de apoyo a los atletas norcoreanos para que se clasificaran a los Juegos de Pyeongchang. Pero las tensiones políticas en la península escalaron significativamente durante la segunda mitad de 2017. La prueba nuclear de Corea del Norte y el lanzamiento de misiles, seguidos de contramedidas, como las sanciones de Estados Unidos y Naciones Unidas, pusieron en duda la realización de los Juegos en la península de Corea. Así que el COI intensificó sus esfuerzos diplomáticos con ambos bandos, sin perder la neutralidad política y enfatizando la misión fundamental de los Juegos Olímpicos: reunir a todos los pueblos en torno a una competencia pacífica.
Gran parte de los esfuerzos del COI estuvieron enfocados en lograr una resolución de Tregua Olímpica en las Naciones Unidas, una tradición de 3.000 años de antigüedad revivida por el COI y la ONU que es un llamado al cese de hostilidades en todo el mundo durante losJuegos.Dadalacríticasituaciónenla península de Corea, el COI, junto con el gobierno de Corea del Sur, incorporó a la resolución una sección especial para garantizar la libre circulación de todos los participantes de los Juegos. Después de ese esfuerzo conjunto, la resolución fue copatrocinadaporunnúmerorécordde estadosmiembrosdeNacionesUnidasy adoptada por consenso en la Asamblea General de noviembre de 2017.
Durante todo ese tiempo, el COI se ocupó de mantener abierta la puerta deportiva, para permitir hasta último momento que los atletas norcoreanos pudieran participar, extendiendo los plazos límites, asegurándoles invitaciones especiales, y siguiendo con nuestro apoyo al programa para los atletas. Así, todas las partes supieron que el COI no les cerraría las puertas. Tras el discurso de Año Nuevo del líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, el COI fue muy feliz de ver atravesar sus puertas a los gobiernos de las dos Coreas.
Poco después, en su reunión del 20 de enero de 2018, el COI lanzó la “Declaración Olímpica de la Península de Corea”, con ambos gobiernos y sus respectivos comités olímpicos nacionales. Con esa declaración, el COI posibilitó no solo la participación de los atletas norcoreanos en Pyeongchang 2018, sino también la marcha conjunta bajo una misma bandera en la ceremonia inaugural, así como un equipo unificado en la categoría de hockey femenino sobre hielo.
Tal vez los cínicos crean que se trata de medidas ingenuas. Pero si esa ingenuidad condujo a las negociaciones de paz del 27 abril, entonces me alegro de ser tildado de ingenuo. Otros tal vez digan que no es más que propaganda política. A ellos les digo que si estas decisiones del COI contribuyen a las negociaciones de paz, bienvenidas sean muchas más. Hace más de 100 años, en la era de los nacionalismos, cuando Pierre de Coubertin resucitó los Juegos Olímpicos para que el deporte congregase a todos los pueblos en torno a una competencia pacífica, también muchos lo tildaron de ingenuo. Pero si los Juegos Olímpicos todavía pueden acercar a dos rivales y enemigos más de un siglo después, en el año 2018, eso quiere decir que aquella idea ingenua sigue teniendo la misma potencia en el mundo actual.
Basándome en mis impresiones personales y tras haberme reunido recientemente con los líderes de las dos Coreas, puede decirse que hay razones para ser cautamente optimistas sobre el resultado de las negociaciones de paz del 27 de abril. En mi encuentro con el líder de Corea del Norte, me dijo: “Las antes congeladas relaciones entre el Norte y el Sur le cedieron paso a una completa temporada de deshielo que alcanzará su momento culminante en los Juegos Olímpicos, y todo eso es atribuible a los esfuerzos del COI, que abrió la puerta y allanó el camino hasta ella”. El líder norcoreano también confirmó el compromiso de su país de participar en las próximas ediciones de los Juegos Olímpicos. Por su parte, el líder de Corea del Sur, Moon Jae-in, siempre apoyó la participación de Corea del Norte en Pyeongchang, ya que veía en los Juegos Olímpicos de Invierno una oportunidad para frenar la espiral de confrontación hacia la reconciliación.
Los Juegos Olímpicos de Invierno abrieron la puerta. Los políticos dieron los primeros pasos para cruzarla. Pasado ese umbral, se sentarán a una misma mesa y hablarán de paz. Llegan a ese encuentro con la exitosa experiencia compartida de Pyeongchang. Después de mis encuentros con los líderes del Norte y del Sur, confío en que ambos están decididos a seguir construyendo sobre este impulso de espíritu olímpico.