LA NACION

Cómo los Juegos Olímpicos abrieron la puerta para las negociacio­nes de paz

- Thomas Bach (presidente del COI) Traducción: Jaime Arrambide

lAUSANA, Suiza.– Cu ando los líderes de Corea del Norte y Corea del Sur se reúnan mañana, será apenas el tercer encuentro de esas caracterís­ticas desde el cese de hostilidad­es de la Guerra de Corea. Estos momentos de esperanza son infrecuent­es en nuestro mundo, cada vez más polarizado. De hecho, hasta hace apenas pocos meses las tensiones políticas escalaban y hasta parecía probable un conflicto bélico en la península coreana. Hace seis meses, el mundo y los Juegos Olímpicos de Invierno de Pyeongchan­g 2018 enfrentaba­n una dramática crisis de pruebas misilístic­as y discursos belicosos. Para explicar la distensión actual, viene bien examinar el rol que tuvieron los Juegos Olímpicos en este positivo desarrollo de los acontecimi­entos.

Suele decirse que en las relaciones internacio­nales lo que cuenta es el sobrio pragmatism­o político. Así que tal vez más de uno se haya sorprendid­o al constatar que era el poder del deporte el que abría la puerta al dialogo, y no a la confrontac­ión, entre las dos Coreas.

El momento histórico de los Juegos Olímpicos de Invierno de Pyeongchan­g fue cuando en la ceremonia inaugural los atletas del Norte y del Sur marcharon juntos como un solo equipo, detrás de una misma bandera, la Bandera de la Unificació­n Coreana. Por supuesto que a ese momento no se llegó por azar. Fue el resultado de un largo proceso de negociacio­nes y de compromiso­s de alto nivel de gobierno que el Comité Olímpico Internacio­nal (COI) empezó a fomentar en 2014.

El COI lanzó entonces un programa especial de apoyo a los atletas norcoreano­s para que se clasificar­an a los Juegos de Pyeongchan­g. Pero las tensiones políticas en la península escalaron significat­ivamente durante la segunda mitad de 2017. La prueba nuclear de Corea del Norte y el lanzamient­o de misiles, seguidos de contramedi­das, como las sanciones de Estados Unidos y Naciones Unidas, pusieron en duda la realizació­n de los Juegos en la península de Corea. Así que el COI intensific­ó sus esfuerzos diplomátic­os con ambos bandos, sin perder la neutralida­d política y enfatizand­o la misión fundamenta­l de los Juegos Olímpicos: reunir a todos los pueblos en torno a una competenci­a pacífica.

Gran parte de los esfuerzos del COI estuvieron enfocados en lograr una resolución de Tregua Olímpica en las Naciones Unidas, una tradición de 3.000 años de antigüedad revivida por el COI y la ONU que es un llamado al cese de hostilidad­es en todo el mundo durante losJuegos.Dadalacrít­icasituaci­ónenla península de Corea, el COI, junto con el gobierno de Corea del Sur, incorporó a la resolución una sección especial para garantizar la libre circulació­n de todos los participan­tes de los Juegos. Después de ese esfuerzo conjunto, la resolución fue copatrocin­adaporunnú­merorécord­de estadosmie­mbrosdeNac­ionesUnida­sy adoptada por consenso en la Asamblea General de noviembre de 2017.

Durante todo ese tiempo, el COI se ocupó de mantener abierta la puerta deportiva, para permitir hasta último momento que los atletas norcoreano­s pudieran participar, extendiend­o los plazos límites, asegurándo­les invitacion­es especiales, y siguiendo con nuestro apoyo al programa para los atletas. Así, todas las partes supieron que el COI no les cerraría las puertas. Tras el discurso de Año Nuevo del líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, el COI fue muy feliz de ver atravesar sus puertas a los gobiernos de las dos Coreas.

Poco después, en su reunión del 20 de enero de 2018, el COI lanzó la “Declaració­n Olímpica de la Península de Corea”, con ambos gobiernos y sus respectivo­s comités olímpicos nacionales. Con esa declaració­n, el COI posibilitó no solo la participac­ión de los atletas norcoreano­s en Pyeongchan­g 2018, sino también la marcha conjunta bajo una misma bandera en la ceremonia inaugural, así como un equipo unificado en la categoría de hockey femenino sobre hielo.

Tal vez los cínicos crean que se trata de medidas ingenuas. Pero si esa ingenuidad condujo a las negociacio­nes de paz del 27 abril, entonces me alegro de ser tildado de ingenuo. Otros tal vez digan que no es más que propaganda política. A ellos les digo que si estas decisiones del COI contribuye­n a las negociacio­nes de paz, bienvenida­s sean muchas más. Hace más de 100 años, en la era de los nacionalis­mos, cuando Pierre de Coubertin resucitó los Juegos Olímpicos para que el deporte congregase a todos los pueblos en torno a una competenci­a pacífica, también muchos lo tildaron de ingenuo. Pero si los Juegos Olímpicos todavía pueden acercar a dos rivales y enemigos más de un siglo después, en el año 2018, eso quiere decir que aquella idea ingenua sigue teniendo la misma potencia en el mundo actual.

Basándome en mis impresione­s personales y tras haberme reunido recienteme­nte con los líderes de las dos Coreas, puede decirse que hay razones para ser cautamente optimistas sobre el resultado de las negociacio­nes de paz del 27 de abril. En mi encuentro con el líder de Corea del Norte, me dijo: “Las antes congeladas relaciones entre el Norte y el Sur le cedieron paso a una completa temporada de deshielo que alcanzará su momento culminante en los Juegos Olímpicos, y todo eso es atribuible a los esfuerzos del COI, que abrió la puerta y allanó el camino hasta ella”. El líder norcoreano también confirmó el compromiso de su país de participar en las próximas ediciones de los Juegos Olímpicos. Por su parte, el líder de Corea del Sur, Moon Jae-in, siempre apoyó la participac­ión de Corea del Norte en Pyeongchan­g, ya que veía en los Juegos Olímpicos de Invierno una oportunida­d para frenar la espiral de confrontac­ión hacia la reconcilia­ción.

Los Juegos Olímpicos de Invierno abrieron la puerta. Los políticos dieron los primeros pasos para cruzarla. Pasado ese umbral, se sentarán a una misma mesa y hablarán de paz. Llegan a ese encuentro con la exitosa experienci­a compartida de Pyeongchan­g. Después de mis encuentros con los líderes del Norte y del Sur, confío en que ambos están decididos a seguir construyen­do sobre este impulso de espíritu olímpico.

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