LA NACION

Hiperroman­ticismo bajo control

orquesta sinfónica estatal De rusia

- Pablo Kohan

★★★★ muy bueno. solista: Philipp Kopachevsk­y, piano. director: Terje Mikkelsen. programa: Suite de Peer Gynt, de Grieg; Concierto para piano y orquesta n°2, op 18; Sinfonía n°5 en mi menor, de Chaikovski. nuova harmonia. en el teatro coliseo.

Es habitual que las orquestas en gira ofrezcan conciertos con repertorio­s de contenidos poco riesgosos. sin embargo, el programa traído al Coliseo por la Orquesta evgueni svetlanov sobrepasó lo usual y su propuesta fue mucho más que convencion­al. la falta de osadía se reveló no solo con los compositor­es elegidos –Grieg, rachmanino­v y Chaikovski–, en ese orden, sino, además, con un repertorio conformado por obras sumamente

conocidas.

Como todas las orquestas soviéticas o rusas de los últimos decenios, la sinfónica estatal de rusia está integrada por músicos de alto nivel y mucho oficio. bajo la dirección del noruego Terje Mikkelsen, la orquesta denotó una afinación impecable y ajustes de máxima precisión.

el concierto comenzó con una suite de la música incidental de Peer Gynt, de Grieg, distinta de la consignada en el programa. Con todo, el orden y la selección de los números denotaron consistenc­ia y atractivo. Por lo demás, la interpreta­ción, exacta y muy expresiva, permitió admirar la eficiencia y la calidad de esta orquesta rusa. el punto más conflictiv­o, en cuanto a la interpreta­ción, fue el del segundo concierto de rachmanino­v y no por carencias técnicas del solista, Philipp Kopachevsk­y, un brillante pianista ruso, sino porque Mikkelse ubicó a la orquesta en un poco apropiado primer plano, con volúmenes excesivos y un protagonis­mo poco favorable. en el segundo movimiento, cuando la orquesta se remitió a dialogar y no a competir con el pianista, se pudo percibir a un artista elocuente y expresivo. Fuera de programa, a puro virtuosism­o, Kopachevsk­y tocó la sexta danza húngara de brahms.

después de la pausa, se pudo disfrutar de una interpreta­ción maravillos­a de la quinta sinfonía de Chaikovski. la orquesta rusa expuso la intimidad de esta obra a través de infinitas licencias rítmicas, con respiracio­nes amplias, bordeando el silencio en los momentos de mayor lirismo y con sonidos atronadore­s cuando se requería. Chaikovski encontró en esta orquesta y en este director intérprete­s a su medida. luego de los aplausos, volvieron los lugares comunes y, fuera de programa, Mikkelsen condujo la obertura de ruslan y ludmila, de Glinka.

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