Final de fiesta
Disiento del artículo del domingo pasado de Pablo Sirvén cuando señala que el incremento de las tarifas era “soportable para los bolsillos de la clase media y la clase alta”. Estos ajustes no son digeribles para la clase media, ni aun ingiriendo antiácidos, básicamente por la enorme brecha que se ha ido gestando en los últimos tiempos entre los ingresos de la clase alta y la fosilizada, vilipendiada, pauperizada y atribulada clase media, hoy raquítica y con serios problemas de crecimiento. Sabemos que los ajustes responden a un criterio de realidad, y que no es posible recibir facturas de luz, gas y agua cuyos importes, por insignificantes, no ameritan ahorro alguno de energía, esfuerzo o sacrificio. Eso ya lo sabemos. Lo que no sabemos es “quién” en definitiva será el encargado de cargar sobre sus hombros, luego de la fatal y desaforada embriaguez, la pesada resaca del final de fiesta. Podríamos aventurar que en la actual situación la clase media será la vanguardia en la batalla y la que acarreará el mayor número de víctimas. Pero hay cosas que se pueden hacer, que son posibles. Es posible reducir la carga impositiva de las facturas de los servicios, y que sectores privilegiados abonen ganancias, transformándose en modelos de ejemplaridad y solidaridad social. Es posible reducir el costo de la política, controlar la corrupción que hoy continúa enquistada, reducir las jubilaciones con montos obscenos. Si las enormes desigualdades mencionadas persistieran, resultaría impensable una respuesta afirmativa. Sin embargo, nuestra sociedad potencialmente cuenta con los atributos de justicia social, ecuanimidad, honorabilidad y creatividad, que permitirían corregir el rumbo y alcanzar los objetivos de bien común a los que aspiramos. Elena Wichner DNI 5.957.433