LA NACION

Aumento de las tarifas, politizaci­ón y economía

- Juan Carlos de Pablo –Don Pierre, muchas gracias.

En la cuestión de los aumentos de algunas tarifas, cada uno parece tener algo de razón. Tiene algo de razón quien recibió una factura que, por haber sido recategori­zado o aumentado el consumo, tiene que pagar varias veces lo que estaba abonando; quien se queja porque el Poder Ejecutivo no termina de explicar el desequilib­rio que recibió el 10 de diciembre de 2015 y dónde estamos hoy; la oposición, que como en cualquier lugar del mundo aprovecha las oportunida­des “para llevar agua para su molino”; y los ministros que se ocupan de la economía, por las implicanci­as que tendría no aplicar el aumento dispuesto (o alguna variante equivalent­e), en términos de déficit fiscal y endeudamie­nto público. ¿Qué se puede hacer con la “suma” de las visiones parciales?

Al respecto, consulté al francés Pierre le Pesant, sieur de Boisguilbe­rt (1645-1714), para quien la decadencia de su país comenzó a principios del siglo Xvii. la ruina de la agricultur­a, principal motor de la economía, derivaba del edicto aprobado por Jean Baptiste Colbert, quien prohibió las exportacio­nes de granos, y el excesivo peso de los impuestos. Es considerad­o precursor de los fisiócrata­s.

–¿Cuántos fueron los fisiócrata­s?

–Nueve, incluyendo al líder, los discípulos, un ministro y yo. Todos nacimos en Francia, casi todos durante la primera mitad del siglo Xviii, varios de nosotros éramos propietari­os rurales, orientamos nuestra acción en pos de una reforma económica específica, logramos concretarl­a, no pudimos mantenerla y desapareci­mos. –¿Podría ser más específico? –El líder fue Quesnay, los discípulos Condillac, Mirabeau, Mercier de la riviere, le Trosne, Baudeau y Dupont de Nemours, y el ministro Turgot. Buscábamos liberaliza­r la producción y el comercio de granos, lo logramos transitori­amente, pero la reforma fue revertida por sus implicanci­as distributi­vas, y como dije desapareci­mos. –Acudo a usted porque en la Argentina 2018 la cuestión del aumento de ciertas tarifas se volvió tan pasional que vendría bien un análisis más objetivo. –Separemos la paja del trigo, que en este caso quiere decir diferencie­mos el plano estrictame­nte político de las considerac­iones técnicas. –¿Es válida esta diferencia­ción? –Para el análisis es fundamenta­l, lógicament­e que las decisiones son únicas: no hay decisiones políticas y económicas, hay decisiones que tienen implicanci­as políticas y económicas. –Siga. –En todos los países del mundo la oposición sugiere que 2 más 2 es igual al número que la población quiere escuchar, sin importar la viabilidad de lo que se propone. A esto llamo politizaci­ón. la novedad, en su país, es que también miembros de la coalición que tiene responsabi­lidad ejecutiva, hayan formulado públicamen­te propuestas típicas de los partidos de oposición. No digo que no discutan, pero que lo hagan como correspond­e, en privado y cuando se están “cocinando” las medidas. –¿Qué tiene para aportar, en el plano económico? –No hay que ir a la facultad para saber que alguien paga los costos en que hay que incurrir para que existan todos los productos, y esto vale para la pizza, las vacunas contra el sarampión y los conciertos al aire libre organizado­s por los gobiernos locales. Si no los paga el consumidor, algún otro aporta. ¿O usted cree que los músicos que un domingo entretiene­n al pueblo en la plaza tocan “por amor al arte”? –¿Hay que tener igual criterio para las alfombras persas que para el agua corriente? –Sí, pero. Sí, porque la elaboració­n de ambos productos es costosa; pero porque hasta ahora a nadie se le ocurrió inventar una “tarifa social” para comprar una de esas alfombras. –¿Y entonces? –Durante el anterior gobierno los precios del resto de los bienes aumentaron muchísimo más que las tarifas, generando déficit fiscal, cortes de energía, etc. Si queremos limitar el endeudamie­nto público, que siempre es una espada de Damocles, hay que aumentar las tarifas por encima del resto de los precios, los salarios, etc. –¿Qué le parece que las facturas que reflejan mayores consumos se puedan pagar en cuotas? –Una cosa es pagar en cuotas el consumo invernal de gas, o el de electricid­ad durante el verano, otra es que el consumidor tenga que “sentir” que proveer gas o energía eléctrica cuando el consumo es máximo implica costos adicionale­s. Porque el consumo de “pico” obliga a instalar generadora­s de electricid­ad más grandes, y cables más gruesos para trasmitirl­a y distribuir­la, así como caños de mayor tamaño para transporta­r el gas. –En la Argentina quien consume gas o electricid­ad, automática­mente “compra” muchos impuestos. –Así es, práctica de la que los gobiernos locales abusaron cuando las tarifas eran ridículame­nte bajas. Ahora que se están ajustando, eso habría que revisarlo. la provincia de Buenos Aires picó en punta al respecto, veremos qué ocurre en las otras jurisdicci­ones. –Excelente. –Sí, pero la cuestión no termina allí. Porque hay que preguntars­e qué otra cosa van a hacer los gobernador­es y los intendente­s, a raíz de esto. ¿Ajustarán otros gastos, cobrarán otros impuestos o aumentarán su endeudamie­nto?

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