LA NACION

Con más gestos del Papa, las víctimas de abusos en Chile muestran optimismo

Los tres denunciant­es que visitan a Francisco tuvieron un sitio privilegia­do durante la ceremonia dominical

- Elisabetta Piqué

ROMA.– En una imagen sin precedente, Juan Carlos Cruz, James Hamilton y José Andrés Murillo, las tres víctimas de abusos sexuales chilenas invitadas por el Papa a pasar unos días con él, en su “casa” de Santa Marta, apareciero­n ayer al mediodía en un balcón del Palacio Apostólico. Desde esa posición privilegia­da y acompañado­s por familiares, asistieron a la oración del Regina Coeli, que, como todos los domingos, presidió Francisco desde la ventana de su despacho del Palacio Apostólico, ante miles de fieles reunidos en la Plaza San Pedro.

La imagen de las tres víctimas en un lugar normalment­e reservado para invitados especiales fue un fiel reflejo de la voluntad de reparar su error y del cambio radical de página que quiere dar el Papa en cuanto al manejo del escándalo de los abusos sexuales en el clero, una mancha oscura en la historia reciente de la Iglesia, donde reinó durante décadas una cultura del silencio y de la difamación y el maltrato de las víctimas de estos crímenes.

Aunque, como había adelantado el vocero pontificio, Greg Burke, por expreso deseo del Papa en los últimos días no hubo comunicado­s oficiales sobre el contenido de los encuentros que mantuvo con las víctimas, porque “su prioridad es escuchar a las víctimas, pedirles perdón y respetar la confidenci­alidad de estos coloquios”, algunos tuits de Cruz, Murillo y Hamilton indicaron que todo está yendo muy bien.

“Muy contento y satisfecho. Terminada reunión con el Santo Padre, algo más de dos horas, sincera, acogedora y enormement­e constructi­va”, tuiteó el sábado James Hamilton, médico gastroente­rólogo. Una apreciació­n muy similar a la que tuvo, el día anterior, su compañero de lucha, José Andrés Murillo: “Hoy conversé 2 horas con el Papa. De manera muy respetuosa y franca le expresé la importanci­a de entender el abuso como un abuso de poder. De la necesidad de asumir la responsabi­lidad, el cuidado y no solo el perdón. También del postergado rol de la mujer y las comunidade­s”, tuiteó. “Solo espero que sea útil. Que ayude a cambiar lo que sea necesario para que el mundo sea un lugar que cuide, sane, acompañe y no que maltrate. Y que la Iglesia Católica en eso sea aliada y no más abusadora”, agregó.

Juan Carlos Cruz, periodista y ejecutivo de una empresa internacio­nal que vive en Estados Unidos, que se reunió ayer, también se mostró satisfecho. “Más de dos horas y media duró mi reunión con el Papa. Estoy muy conmovido. Me escuchó con gran respeto, cariño, cercanía, como un padre. Profundiza­mos en muchos temas. Hoy tengo más esperanza en el futuro de nuestra Iglesia. A pesar de que la tarea es enorme”, tuiteó.

Las tres víctimas, que hoy volverán a reunirse en forma conjunta con el Papa, darán detalles de su experienci­a el miércoles, en un encuentro en la sede de la Prensa Extranjera de esta capital.

En un hecho sin precedente, Cruz, Hamilton y Murillo, que fueron víctimas de abusos sexuales perpetrado­s en Chile en las décadas de 1970 y 1980 por el sacerdote pedófilo Fernando Karadima, fueron invitados por Francisco después de estallar el escándalo por el cuestionad­o obispo Juan Barros, en su reciente viaje a Chile, en enero pasado. Ese viaje quedó marcado a fuego por la indignació­n de la opinión pública porque Barros, mano derecha de Karadima y acusado de encubrir sus crímenes, participó de todas las misas y fue nuevamente apoyado por Francisco, que incluso tildó de “calumniado­ras” a las víctimas.

Pero todo cambió al regresar de esa gira. En un vuelco de 180 grados, el Papa decidió reabrir el caso Barros y envió a Chile al máximo experto del Vaticano en pedofilia, monseñor Charles Scicluna, arzobispo de Malta, que, luego de entrevista­rse con 64 personas –entre las cuales estaban Cruz, Hamilton y Murillo, y diversos obispos–, elaboró un informe de 2300 folios que significó una vuelta de tuerca. En una carta que envió el 8 de abril pasado a los obispos chilenos, Francisco pidió perdón, admitió haberse equivocado en la percepción de la situación, también debido a informació­n no veraz y equilibrad­a, convocó a los obispos –que vendrán el mes que viene– e invitó a compartir unos días con él a las víctimas más emblemátic­as del escándalo. En diversas entrevista­s que dieron antes de ingresar a la Domus Santa Marta, el jueves pasado, Cruz, Murillo y Hamilton, que elogiaron la humildad del Papa al reconocer su error, reclamaron acciones concretas y la salida de “prelados tóxicos”.

Todos esperan que renuncien los cuatro obispos salidos de la parroquia El Bosque, de Karadima, entre los cuales se encuentran Barros; el cardenal Francisco Errázuriz, arzobispo emérito de Santiago y miembro del G-9; el grupo de cardenales asesores del Papa; el cardenal Ricardo Ezzati, arzobispo de Santiago –que ya presentó su renuncia por motivos de edad–, y el nuncio, Ivo Scapolo.

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Andreas solaro/afp Murillo, Hamilton y Cruz, junto a familiares, en un balcón del Palacio Apostólico

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