LA NACION

Advierten que llegó la hora de los hoteles low cost en la industria del turismo

reinvenció­n. Los empresario­s pronostica­n la llegada de esa modalidad a los establecim­ientos con servicios limitados

- Gabriela Origlia

CÓRDOBA.– La hotelería, como muchos otros sectores, pierde rentabilid­ad. Sus actores miran hacia la competenci­a informal (“alojamient­o turístico”) y las plataforma­s de Internet que cobran por actuar como intermedia­rias, a la vez que piensan alternativ­as para recuperar ganancias. Una posibilida­d es segmentar la oferta y replicar la experienci­a de la industria aeronáutic­a. De esa manera nacería en la Argentina la “hotelería low cost”.

Alejandro Moroni, coordinado­r de la Región Centro de la Federación Empresaria Hotelera Gastronómi­ca (Fehgra), plantea que todos los negocios vinculados con el turismo –y fundamenta­lmente con la hotelería y los pasajes aéreos– están “enrarecido­s” por las agencias de viajes online (Otas, en la jerga), que “reformular­on el sistema de una manera virulenta”.

La referencia es que hoy, como base, la mitad de las reservas de un hotel de tamaño medio ingresan por esos portales (Booking, Despegar, Trivago, por ejemplo). Las Otas cobran entre 15 y 18% para incluir al establecim­iento en sus plataforma­s, y además, para estar bien ubicado, este debe ofrecer una tarifa baja. Aunque hay margen para “negociar”, la rebaja de la comisión es de entre uno y dos puntos. “Un hotel pyme, por más que invierta y use todas las herramient­as para pelear en el mercado, jamás puede competirle­s –sigue Moroni–. La tendencia es definitiva y en poco tiempo más las reservas por esa vía serán mayoría absoluta”.

Aldo Elías, presidente de la Cámara Argentina de Turismo y de la Asociación de Hoteles de Turismo de la Argentina, coincide en que hay un “gran cambio” en el sector y una “enorme preocupaci­ón” por lo que es “la nueva competenci­a informal; es una competenci­a desigual que afecta”. Afirma que la presión impositiva es “muy alta y atenta contra un negocio que era muy bueno”.

Oscar Santarelli, empresario hotelero cordobés, apunta que los servicios públicos ganaron mucho peso en la ecuación: “Son un gasto fijo; si la unidad está llena gasta un poco más, pero si no, no se la puede tener a oscuras y helada en invierno. Para sostener los inmuebles cada vez se requiere de más actividad, porque los costos no se pueden trasladar a tarifas. En el último año ni siquiera se pudo pasar la suba salarial”.

Fernando Gaido, director general de Amerian, entiende que la segmentaci­ón es una opción: “Nosotros, por ejemplo, somos omnicanal y omniproduc­to. Para eso invertimos y trabajamos. Hoy somos un sector que vende la noche; habrá que cambiar”.

Por su parte, Alberto Albamonte, presidente de Howard Johnson Argentina, señala que faltan incorporac­ión de tecnología y modernizac­ión en mantenimie­nto y servicios y en la forma en que se encara la venta: “La costumbre era que los huéspedes venían, ahora hay que buscarlos. No todo se reduce a la promoción, que es importante y que es más fácil para las cadenas. Por ejemplo, ofrecer opciones de localizaci­ón y paquetes a medida es un camino”.

Para los especialis­tas, como ya pasa en Europa y en Estados Unidos, la hotelería avanzará a ofrecer la cama por el precio base y, después, cobrar aparte servicios como desayuno, cambio diario de ropa de cama y de toallas, wifi para todo lo que no sea las operacione­s de check in y check out.

Para Santarelli, esa modalidad puede funcionar especialme­nte en las grandes ciudades y con clientes corporativ­os, pero no es extensiva a destinos “más familiares, donde hay costumbre de exigir confort y servicios”.

Elías comparte que la coyuntura pone al sector “ante la necesidad de repensar y variar en la forma de comerciali­zar, qué servicios dar y cómo ofrecerlos”.

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