La atención solidaria, una manera de devolver lo recibido
Susana Roldán encontró en estas comunidades el sentido de su profesión
“Este estetoscopio acá hace mucha falta”, dice Susana Roldán en la puerta de un cobertizo de adobe de El Abra en el que improvisó un consultorio con dos camillas y una balanza pediátrica. “Venir a atender en estos lugares es una manera de devolver una parte de lo que invirtió en mí la universidad pública”, asegura.
Santiagueña, estudió Medicina en la Universidad Nacional de Córdoba. Recuerda que de chica andaba mirando a quién podía ayudar; de los perros flacos callejeros a alguien que vivía en la calle.
“Mi papá fue un visionario; me cargaba diciendo que iba a cobrar con huevos y gallinas”, recuerda.
Durante varios años fue coordinadora del camión sanitario de otra fundación que recorría las salinas cordobesas. Como extrañaba a las familias que estaba acostumbrada a visitar, se subió a su Fiat 147 y un sábado regresó a visitarlas.
“Me sentía vacía. La familia, el trabajo en una empresa de emergencias, todo estaba bien, pero no me llenaba –repasa–. Y empecé a salir los fines de semana; llegaba a un ranchito y preguntaba cómo andaban, atendía y me contaban de otra familia que vivía ‘más allá’ y así seguí conociendo lugares y gente”, cuenta.
Así, en 2008 comenzó a recorrer sola los parajes del norte cordobés y rápidamente se sumaron amigos y conocidos. Dos años después fundó Una Gota de Salud. “Mi otro trabajo me da para vivir, para aportar a la familia; esta tarea alimenta el corazón”, confiesa Roldán.
“Doctora”: chicos y mamás la llaman así. “Por estos lados el guardapolvo blanco y el ambo todavía inspiran confianza, respeto, pero hay que ganárselo hablándoles claro y no fallando”, sostiene la médica.