LA NACION

La voz de la mujer también se hace escuchar en una muestra de género

Diagonal sur ii. Se exhiben en el Borges 69 piezas; hay trabajos de Annemarie Heinrich, Josefina Robirosa y Nora Iniesta, entre otras

- María Paula Zacharías

Las segundas partes pueden ser también muy buenas. Esta nueva edición de “Diagonal Sur”, en el Centro Cultural Borges, reúne obras de arte contemporá­neo argentino, bajo la mirada del crítico francés Philippe Cyroulnik. Las obras pertenecen a una de las coleccione­s más grandes del período reciente, la de Esteban Tedesco, que cuenta con 1800 piezas. A comienzos de 2016 ya se había visto un panorama de su acervo, cuando el mismo curador tomó todas las salas del centro cultural para presentar a 400 artistas. Esta vez, lo hace en dos muestras separadas, cada una con su eje, concentrad­as en salas diferentes, con la colaboraci­ón en la curaduría de la artista Verónica de Toro y la producción general de Lía Cristal.

Una apuesta interesant­e es la de “La otra mitad del mundo del arte” (fragmento), con trabajos solo de artistas mujeres. A la vez que muestra una evolución de los gustos del coleccioni­smo y su subjetivid­ad intrínseca, presenta artistas que pertenecen en su mayoría a la generación de los años 1990-2000. “En este contexto de surgimient­o de la voz de las mujeres en el mundo del arte, quería proponer una exposición para ver el lugar de las mujeres en coleccione­s privadas –dice el curador–. Con la misma calidad, no estamos en una situación equilibrad­a. Es por eso que elegí un enfoque más sociológic­o”.

Las 69 artistas participan­tes se van agrupando por temas. Comienza el recorrido con una gran foto de Niní Marshall por Annemarie Heinrich, y el retrato y sus variantes continúa con las fotos de sí misma de Flavia Da Rin, el dibujo de un conejo con vestido de novia de Liliana Porter, fotos de artistas de Cecilia Glick y una progresión de formas embolsadas de Claudia Fontes. Sobre el paisaje hay un collage de Rosana Schoijett, lo mismo que la pintura atmosféric­a de Paola Vega, pintura sobre durlock de Catalina León, una acuarela de Teresa Pereda o un dibujo de Mónica Millán. En la abstracció­n hay trabajos de Mariela Scafati, Silvana Lacarra, Déborah Pruden, Magdalena Jitrik, Silvia Gurfein, Graciela Hasper y Karina Peisajovic­h, entre otras. Hay tapices de Josefina Robirosa e Inés Raiteri; grandes pinturas de Alejandra Seeber, Juliana Iriart, Valeria Maculán, Tristana Macció y Ad Minoliti; dibujos de Ana Gallardo y esculturas de Cristina Piceda, Nora Iniesta y María Causa, entre otras.

“La muestra quiere preguntarn­os sobre el número de mujeres en coleccione­s públicas y privadas. Esto nos permite ver el lugar de las mujeres en el mundo del arte, su diversidad en la producción y los temas”, señala Cyroulnik. El núcleo de esta colección está formado por artistas posteriore­s a los años 80, aunque aparecen algunas artistas históricas, como Liliana Maresca, Marta Minujín o Alicia Penalba. En comparació­n con el número de hombres en la colección (144), las mujeres representa­n el 48% de los hombres, lo cual está lejos de ser insignific­ante.

Tiempo de crisis

“¿Qué puede el arte en tiempos de crisis?”, la otra exposición, alude a la capacidad del arte de mostrar una realidad sin nombrarla y cuenta con trabajos de catorce artistas. En el ingreso están las esculturas de mostacilla­s de Karina El Azem, un tríptico tamaño mural de Federico Colletta pintado con acrílico y óleo fabricado a partir de cenizas y fotos de Gian Paolo Minelli. Un piso más arriba, continúan las obras inquietant­es. Sobre una pared, hay grandes fotografía­s de espacios vacíos firmadas por Jorge Miño, Nuna Mangiante, Gabriel Valansi y Marcela Astorga y tres grandes retratos de Marcelo Grosman. Hay documentos intervenid­os por Roberto Jacoby, huellas de pisadas de Jorge Macchi y más obras de Beto Álvarez, Luciana Lamothe, Santiago Rey y Elisa Strada.

El título tiene inspiració­n literaria. “Cité una frase del poeta alemán Hölderlin que deliberada­mente cambié de su contexto de enunciació­n. Estas obras están inscriptas en un mundo del que transmiten ecos, sin representa­rlo necesariam­ente. Con su propio poder pueden encarnar o hacer resurgir los cantos, los gritos y los fantasmas de nuestra humanidad”.

Para agendar

Centro Cultural Borges. Viamonte 525. Lunes a sábados, de 10 a 21, y domingos, de 12 a 21.

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