Cuidar la casa de todos
Tenemos la necesidad de atender de manera sustentable la problemática de los residuos en la Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos (Girsu). No es posible tratar recolección, generación, reciclado y separación como compartimentos estancos, porque son piezas de un mismo engranaje, que constituye una cultura del cuidado ambiental integral. Los agentes de cambio no son las nuevas tecnologías de incineración, sino la educación y la comunicación.
El centro de esta política es la participación ciudadana, sin la cual el sistema está destinado al fracaso. La participación solo se consigue por medio de campañas de concientización, lo cual requiere recursos, creatividad y programas sistemáticos y sostenidos. A los efectos de poder poner en práctica esta política pública es necesaria la creación de un observatorio de higiene urbana, para supervisar los procesos y tecnologías que se incorporen, con presencia de las defensorías del pueblo. Ese observatorio contará con un programa de auditoría permanente online sobre el proceso de transformación por métodos químicos, térmicos o bioquímicos de las plantas dependientes de la ciudad, y de las que incineren residuos sólidos urbanos generados por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
De igual forma se deberán asegurar de manera fehaciente la transparencia, accesibilidad y sistematicidad de la información, en especial del proceso de gestión de residuos, incluyendo las plantas extra jurisdiccionales que traten residuos sólidos urbanos del aCABA. Desde el punto de vista tecnológico, es indispensable adoptar como normas de referencia para controlar las plantas de transformación por métodos químicos, térmicos o bioquímicos las mismas que se utilizan en la Comunidad Económica Europea o en EE.UU. y de uso obligatorio homologadas por la Agencia de Protección Ambiental (APRA), lo que generará que cuando hablemos de plantas de última generación estemos hablando de aquellas que hoy se instalan tanto en Europa como en Estados Unidos.
Es necesario que el Estado mejore la calidad institucional de su relación con las cooperativas y reconozca a sus trabajadores como una parte fundamental en el proceso de Girsu, propiciando su formalidad en el ámbito laboral y garantizando esas fuentes de trabajo. El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires debe comprometerse a que las cooperativas no vean disminuido el volumen de residuos a su cargo, sino, por el contrario, que volumen/peso tiendan a incrementarse, dada la profundización de las campañas de separación de residuos, lo que permitirá conservar y, eventualmente, aumentar la fuente de trabajo. Los vecinos de la ciudad disponen a diario grandes cantidades de reciclables y reutilizables en los contenedores negros. El Estado debe asegurar que estos no serán destinados a la combustión, sino reorientados al recicla- do por medio de las mencionadas cooperativas, lo cual mejorará su sustentabilidad económica y abaratará los costos de las plantas de transformación.
El Estado, junto a las cooperativas, ya lleva adelante parte de la higiene urbana de la ciudad de manera asociada. Pueden avanzar conjuntamente en campañas de concientización y promoción por medio de “embajadores ambientales”, encarnados por los mismos recuperadores, que son quienes están en contacto con los vecinos y conocen la temática.
Es imprescindible la aprobación de la ley de responsabilidad extendida del productor y de la ley de envases, ambas en la Cámara de Diputados de la Nación. Su aprobación permitirá comenzar a pasar de un sistema lineal de gestión a uno circular, en el cual los productores se hacen responsables completamente de los envases de sus productos. El mismo requerimiento debe darse con las pilas y baterías, cuya composición incluye materiales peligrosos, que se propagan en los ecosistemas cuando se los descarta de manera inadecuada. Se debe establecer como obligatorio que las empresas que las comercializan ejerzan su responsabilidad social con la recepción de las pilas y baterías usadas en todos los puntos de venta de esos mismos productos y que su disposición final sea financiada por ellas mismas.
Por último, resaltamos la necesidad central de considerar la localización de las plantas de transformación, dado que ante eventuales accidentes o problemas en el funcionamiento del proceso deben minimizarse los riesgos sobre las personas que trabajen y/o vivan en las inmediaciones. Juntos y con responsabilidad debemos cuidar la Tierra, que es la casa de todos.
Defensor del Pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires