LA NACION

boca festejó la lluvia pensando en la final de barranquil­la

Un viaje al interior del plantel xeneize, que luego de suspenders­e el partido en La Plata se entrenó en el Complejo Pedro Pompilio con la mira puesta en el decisivo partido con Junior

- Franco Tossi

Boca festejó la lluvia. Incluso varias horas después de la suspensión del partido, en las entrañas xeneizes seguían convencido­s de que la suspensión del encuentro con Gimnasia resultó un beneficio. El equipo de Guillermo Barros Schelotto transita horas tensas porque el miércoles se jugará la clasificac­ión para los octavos de final de la Copa Libertador­es en Barranquil­la: de perder ante Junior, el gran sueño de 2018 se transforma­rá en pesadilla. Y debe afrontar ese contexto en medio de un mar de dudas: nombres de arqueros que retumban en la cabeza del joven Agustín Rossi, apellidos de zagueros que le pueden dar salida a los actuales y un plantel incómodo físicament­e. Un clima insoportab­le, como el de la mañana de domingo en La Plata, en el que la incesante lluvia suspendió el partido ante Gimnasia, el que cualquier integrante del Mundo Boca hubiese querido sacar del medio de semejante desafío copero.

Llegó, nunca mejor dicho, como agua en el desierto. No es que Boca haya arribado al Bosque platense con la idea de que el partido no se jugase, pero las malas condicione­s constantes empezaron a ilusionar a los protagonis­tas xeneizes, a sacarles una pequeña sonrisa que se agrandaría minuto a minuto. Hasta llegar a lo que expuso Juan Carlos Crespi, un dirigente sin cargo, al finalizar la reunión en el vestuario de Facundo Tello, el árbitro que tomó la decisión de no jugar: un gesto de conformism­o, un guiño de ojo contundent­e. Para Boca, fue una victoria más.

Aquella fue la cara visible, sin palabras adicionale­s, de las buenas sensacione­s boquenses. Pero también está lo oculto: “A nosotros nos conviene mucho, la lluvia nos ayudó. Ni el juez ni la AFA”, le dijo un dirigente a para explicar, la nacion además, que las sospechas acerca de que el partido se había suspendido en beneficio de Boca eran innecesari­as.

¿Cómo quedó parado el equipo ante esta postergaci­ón? El no jugar le vino muy bien de cara a lo que será su viaje a Colombia. Una de las razones por las cuales hubo alivio en los dirigentes al momento de la determinac­ión de Tello fue el riesgo que imponía la intención del Mellizo (para la gran mayoría errada) de poner a sus mejores hombres ante Gimnasia a tan pocas horas de un partido fundamenta­l: la tormenta impidió que los futbolista­s se desgastara­n en un campo pesado y se metan en un roce fuerte y sufran lesiones. Y, sobre todo, facilitó el panorama para que el equipo complete una semana de descanso: desde la derrota ante Palmeiras hasta el silbatazo inicial en Barranquil­la.

El cuerpo técnico le sacó provecho al beneficio. No bien tomada la decisión, el plantel se duchó y agarró sus cosas para subirse al micro e ir directamen­te a entrenarse al Complejo Pedro Pompilio. Porque obtuvieron la posibilida­d de continuar preparando el encuentro de la Copa Libertador­es. Sin el juego de ayer, ganaron un día más de práctica. Hay tiempo suficiente para que lo histórico (quedar eliminado en primera etapa) no suceda.

La suspensión puede llegar a modificar una pequeña parte de la planificac­ión. La confianza a Agustín Rossi se mantendrá: atajará en el país cafetero luego de su grosero error ante los brasileros. Eso también fue un beneficio para el arquero, que ahora tendrá unos días más sin exponerse. Podrá centrarse en el desquite con Palmerias y no tener que dar una prueba inmediata. Aunque puede ser una piedra para Cardona, al que pensaban darle minutos de fútbol antes de subirse al avión. Ahora es una incógnita su lugar en el equipo, teniendo en cuenta que no juega desde hace 19 días por un desgarro.

En lo que más puede perjudicar a Boca la situación de ayer no es en el ámbito internacio­nal, más bien en la definición de la Superliga. Está claro que ante el contexto compromete­dor de la Copa muchos dejarían de lado tanto el bicampeona­to como los más de 500 días siendo puntero doméstico, pero Guillermo considera también muy importante quedarse con el título local. El 9 de mayo es la fecha en la que jugarán el partido postergado de ayer. Es decir que Boca terminará el campeonato jugando tres partidos en siete días, de los cuales los últimos dos son como visitante (en La Plata y ante Huracán, en el Ducó). Siempre y cuando lo de Godoy Cruz, inmediato perseguido­r, sea intratable: la ecuación, pese a todo lo anterior, puede resultar más fácil si el Tomba no gana el próximo encuentro.

Boca tuvo ayer como aliada a la lluvia. Achicó riesgos y ganó descanso. Y espera que, más aliviado por no jugar, su viaje a Colombia no se transforme en una tormenta interna despiadada.

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Fotobaires Guillermo barros schelotto antes de irse de la plata en el micro del plantel xeneize; el dt ganó tiempo de trabajo

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