Dominar el vestuario, el gran triunfo de Ernesto Valverde
El entrenador supo calibrar los egos de un grupo que nunca fue sencillo; soportó los cuestionamientos y hoy disfruta del título
BARCELONA.– Tanto en la Ciudad Deportiva de Barcelona como en la de Real Madrid hay una reflexión que año tras año toma más fuerza: “Los técnicos en esta clase de equipos parecen más seleccionadores que entrenadores”. Con el calendario súper apretado, los DT no tienen demasiado tiempo para trabajar cuestiones tácticas durante la semana. Si a eso se le suma el estatus de sus futbolistas, todos consagrados sin demasiada paciencia para las horas extras ni para incorporar ejercicios nuevos a sus rutinas, el cóctel se vuelve muy particular. A Zidane no le molesta el cartel de gestor; Ernesto Valverde, en cambio, extraña el intervencionismo. Aunque tocó piezas –modificó el dibujo, recuperó a Messi en el centro del campo y le dio más libertad a Jordi Alba, entre otros aspectos–, el gran mérito del DT azulgrana estuvo en calibrar los egos del grupo. “¿Mi aporte a este equipo?”, se preguntó Valverde, tras conseguir el sexto doblete (Copa y Liga) de la historia del club. “Uno intenta no molestar demasiado y, sobre todo, que el grupo esté siempre junto”, analizó.
El banco de Barcelona nunca fue fácil, mucho menos esta temporada. Val verde soportó la salida de Neymar, el cachetazo del Madrid en la Supercopa de España y la inestable situación sociopolítica en Cataluña. Y, cuando todo parecía encaminado hacia el triplete, apareció Roma para tirar a la lona la ilusión azulgrana en la Champions. Entonces, la siempre frágil memoria del fútbol apuntó contra Valverde. “Se equivocó en la alineación”, se decía en los despachos del Camp Nou. La cúpula del club filtró a la prensa que si los muchachos de Valverde no ganaban la Copa del Rey, la continuidad del DT estaba en el aire. Unas palabras que no le gustaron nada al plantel. En una semana Barça bailó a Sevilla en el Wanda Metropolitano (5-0), ganó la Copa y conquistó la Liga número 25 de su historia (un 36% de la mano de Messi). “Es una vergüenza que se haya criticado al mister. Los jugadores tenemos que dar la cara. Todos nos equivocamos. Ernesto se lo merece más que nadie. Gestionó el grupo perfectamente”, subrayó Jordi Alba. Valverde conquistó el doblete, pero, sobre todo, conquistó al vestuario.