LA NACION

Una intrincada historia de familia

- Pablo Gorlero

★★★ buena. libro y dirección: Sebastián Irigo. intérprete­s: Gerardo Chendo, Laura

Oliva, Federico Buso, Sebastián Politino, Josefina Scaglione. vestuario: Analía Morales. escenograf­ía: Julieta Kompel. iluminació­n: Sebastián Francia. asistencia artística: Nadia Crosa. asistencia de dirección: Roberto González Segura. coreografí­a: Vanesa Garcia Millán. sala: Espacio Callejón, Humahuaca 3759. funciones: martes, a las 20.45.

Pueblo chico, hace unos cuarenta años. una familia tipo: madre, padre, tres hijos. Pero el ámbito aparenteme­nte no contaminad­o de una urbe pequeña puede resultar una prisión cuando se desencaden­a algún conflicto no habitual, reprobado. Todo comienza cuando Manuel (Gerardo Chendo) está por recibir a unos invitados especiales y, antes, decide contarle al público su historia. a través de un entrañable texto, sebastián irigo toma al espectador de la mano y lo lleva a un pasado no tan lejano, a un universo íntimo en el que uno se hace cómplice. Los juegos de la niñez, la inocencia y el afán por la familia ideal se cruzan con malas decisiones, autoritari­smo familiar y obsesiones.

en Todo lo que hice fue jugar, el autor muestra dos mundos: el planeado, el de la familia que degusta lo cotidiano y comparte blancos, negros y grises, y, por otro, el de lo aparenteme­nte inesperado. el vicio del rígido jefe de familia hace tomar una decisión valiente a su mujer: separarse. Pero claro, “pueblo chico, infierno grande”. esa osadía hará que su libertad tenga tremendas complejida­des. desde la dramaturgi­a, irigo le brinda aire a esta historia a través de los relatos en primera persona del menor de la familia, Manuel, para no hundirse en el melodrama.

Y a través de su puesta en escena, el mismo irigo demuestra su habilidad en la utilizació­n del espacio y buen balance de los climas escénicos. Los juegos de los chicos remedando aquellas series de los 70 y 80 como Bonanza o SWAT son entrañable­s, aunque, por momentos, repetitivo­s. una virtud del director es el aporte de climas musicales, así como los chispazos coreográfi­cos logrados por Vanesa García Millán.

Gerardo Chendo, como Manuel, es el eje de esta propuesta, en un trabajo equilibrad­o entre su adultez y su niñez. Lo mismo ocurre con los papeles de sus hermanos, encarnados por Josefina scaglione y sebastián Politino. se sabe que no es trabajo fácil encarnar a niños, pero es evidente que el director ha hecho una labor metódica en ese sentido. Por su parte, Laura Oliva –de presencia fulminante en escena– es sólida, determinan­te y fresca a la vez, mientras que Federico buso le imprime autoridad y tozudez a este padre por el que uno siente tanta antipatía como compasión. en resumen, un interesant­e viaje por la historia de una familia.

 ??  ?? Padres, hijos y un divorcio complejo
Padres, hijos y un divorcio complejo

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina