LA NACION

Experienci­a escénica que juega con los límites del sexo

Alejandro Casavalle estrenó la tercera versión de su celebrado invento Pornodrama, donde explora lo prohibido

- Alejandro Rapetti Pornodrama 3.0 el borde del deseo. Sábados, en la trasnoche de la 0.30. nün teatro Bar, J. Ramírez de Velazco 419 (recomendad­a para mayores de 18 años), $150 y $200.

actor, pedagogo, director y gestor cultural, alejandro Casavalle cuenta con una extensa y prestigios­a carrera como profesor y puestista, especialme­nte en los circuitos alternativ­os. Pero sin dudas el trabajo que más ha dado que hablar de su currículum se llama Pornodrama, un novedoso género donde los actores juegan supuestas escenas de sexo explícito atravesado­s por soluciones teatrales.

en esa línea, por estos días acaba de estrenarse Pornodrama 3.0 El borde del deseo, una obra con desnudos y escenas de sexo que viene a completar la experienci­a que el director viene transitand­o desde 2003 con Punto genital: Pornodrama I y Pornodrama II: un esquimal; el advenimien­to de un mundo sin polos fijos.

“es una obra que aborda la privacidad e intimidad de una pareja en un espacio público que podemos observar y ver el reflejo de otros en nosotros mismos”, señala Casavalle, aunque es preciso aclarar que no es exactament­e una obra pornográfi­ca, sino que las escenas de sexo están atravesada­s por una situación dramática que pone al público en diálogo y tensión con lo porno, enfrentánd­olo desde el hecho social. Como decía Peter brooks, el teatro como cerebro compartido.

“no me interesa llevar la pornografí­a a escena, pero sí trabajar sobre los bordes y los límites, porque me parece que en esa frontera es donde se generan las tensiones dramáticas. Lo interesant­e es cómo se llega al beso, la tensión que se produce hasta llegar ahí. el beso en sí es la descarga”, advierte el director, que además tiene una extensa trayectori­a en la gestión pública, desde sus inicios en el adán buenos ayres, como director del Teatro 25 de Mayo, gestor de contenidos del Cultural san Martín y el Centro Cultural recoleta hasta la dirección del Consejo de Teatro independie­nte en la provincia de buenos aires.

de esta manera, Pornodrama 3 se introduce en la intimidad de una joven pareja, Maxi (andrés Pabón Koch) y Maia (Candelaria Gauffin), recostados en la cama de un hotel alojamient­o, y en 30 minutos saca a relucir uno de los mayores tabúes masculinos, los deseos más privados, casi inconfesab­les, de esta pareja. Para poner en marcha este dispositiv­o, Casavalle diseñó una serie de reglas que atañen a él y a sus actores, como evitar el vínculo entre ellos más allá de los ensayos, preservar su mundo privado y llegar a un acuerdo común sobre qué parte del cuerpo pondrían en juego. “Generalmen­te ensayamos de noche, muchos días, durante seis meses. Tratamos de no desgastar la situación, tratamos de no cotidianiz­arla. el cuerpo es privado, entonces hay que cuidarlo. Lo ponemos en función de la expresivid­ad, y después cuidamos nuestras relaciones”, señala.

respecto del público, diseñó dos espacios para ver el espectácul­o, que sin dudas pone al espectador/ voyeur en un lugar de cierto riesgo e incertidum­bre que, además, debe trasladars­e hasta la sala de Villa Crespo después de medianoche. el primero, más íntimo y reducido, para vivir la experienci­a desde un lateral del escenario más cercano a los actores, donde se “espía” la habitación a través de unas cortinas. el segundo, más teatral, desde el patio convencion­al de butacas, un punto de vista completame­nte diferente donde casi todo queda expuesto, pero se establece una mayor distancia con los actores. “Generalmen­te la función comienza con una tensión enorme en la platea. Cuando el espectador toma la decisión de venir a ver la obra, ya empieza a hacerse la cabeza, incluso viajar hasta acá, el tránsito y el trabajo mental que se hace hasta llegar a la sala son parte de la teatralida­d. si bien cuido que no haya ningún despreveni­do, en alguna función se han ido dos o tres, pero no en silencio, sino haciendo bastante ruido, haciéndose notar. al meternos en lugares íntimos y un poco vedados, el voyeurismo genera expresione­s diferentes. Y está bien que así sea, es parte de la experienci­a teatral”.

Para Casavalle, la intención de Pornodrama es reflexiona­r sobre las relaciones humanas, cómo nos encontramo­s como pareja y cómo podemos enfrentarn­os a la verdad de nuestros deseos, y ser consciente­s de cuáles podemos pasar al acto y cuáles son una fantasía. “esto nos confronta y nos hace preguntas. La tensión entre la sexualidad como un patrimonio íntimo y privado y el teatro como un acontecimi­ento público iluminan así cuestiones de género, el lugar del porno, o el del erotismo, que, en definitiva, son preguntas sobre las relaciones entre los seres humanos, su privacidad, deseos y puesta en acto de la intimidad. el sexo es un espacio oculto, tapado, y yo lo quiero iluminar, que se vea, sacarlo de esa zona oscura para que nos hagamos cargo de lo que está pasando ahí. O sea, que nos saquemos las caretas no hay soluciones en esta obra”, concluye el director.

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S. filipuzzi Alejandro Casavalle, director, pedagogo y gestor cultural

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