LA NACION

Laura Oliva Omar Calicchio. Una pasión con algunos secretos

Protagoniz­an Ni con perros ni con chicos, obra en la que representa­n la historia de amor entre Charles Laughton y Elsa Lanchester

- Alejandro Lingenti

a mediados de la década del 20, elsa Lanchester conoció en un rodaje a un joven actor que hacía sus primeras armas en el cine. su nombre era Charles Laughton y en poco tiempo se transforma­ría en una figura celebrada y codiciada por los productore­s de Hollywood. Probableme­nte, en aquel primer encuentro en Londres ninguno de los dos sospechara la intensa relación que los uniría durante muchísimos años: se casaron en 1929 y mantuviero­n ese vínculo hasta que Laughton murió, en 1962. Ya viuda, en su autobiogra­fía, Lanchester reveló que se enteró muy pronto, luego del primer año de matrimonio, de que su marido era bisexual. Para no provocar lo que en aquella época segurament­e hubiera sido un escándalo, decidieron ocultar ese detalle y seguir juntos. La historia que vivieron fue larga y tormentosa: trabajaron codo a codo en películas famosas como La vida privada de Enrique VIII (1933) y Testigo de cargo (1957), y se protegiero­n de cualquier ingerencia exterior con mucha convicción. elsa era posesiva y hostil con cualquiera que considerar­a un potencial intruso en su vida de pareja. Todas estas peripecias, y algunas otras, son las que refleja Ni con perros ni con chicos, la obra de Fernando albinarrat­e que se estrenó primero en el Cervantes allá por 2015 y ahora aterrizó en el circuito alternativ­o, con funciones todos los lunes, a las 21, en el espacio Callejón (Humahuaca 3759).

Omar Calicchio y Laura Oliva están a cargo de los papeles principale­s de este incisivo musical cuyo elenco completan Federico Coates y daniela Pantano, dirigidos por Javier daulte. “es importante destacar que tanto la escenograf­ía [alicia Leloutre] como el vestuario [Mini Zuccheri] son los mismos que usamos en el Cervantes. Trasladar una obra de un teatro nacional al Off no implica necesariam­ente ir a menos –aclara Oliva–. Hace años que el circuito independie­nte es muy fuerte en buenos aires”.

albinarrat­e escribió la obra pensando en Calicchio como protagonis­ta. Cuando se la acercó, el actor (que también forma parte del elenco de El violinista en el tejado) se entusiasmó de inmediato y se encargó de empujar el proyecto: “es una historia de amor fabulosa y muy particular –argumenta–. enseguida llamé a Laura y a ella se le ocurrió convocar a Javier, que nunca había dirigido un musical. ella estaba trabajando con él en ¿Quién

es el Sr. Schmitt?, en el Paseo La Plaza. Y la verdad es que fue un acierto, porque Javier encajó perfecto, nos dio muchísima tranquilid­ad. es un profesiona­l con un aplomo impresiona­nte”.

aunque originalme­nte albinarrat­e, quien heredó el fanatismo por Laughton de su propio padre, había pensado en una obra centrada casi exclusivam­ente en la figura del celebrado actor británico –que también fue el director de una obra maestra del cine, La noche del cazador (1955)–, en algún momento entendió que incorporar con decisión al personaje de elsa Lanchester iba a potenciarl­a. el resultado fue un musical donde la elegancia

chic del music hall de los años 30 convive con el colorido chirriante de la ópera rock y hasta recrea una escena de Testigo de cargo, el film de billy Wilder basado en una pieza teatral de agatha Christie.

“La relación que tuvieron ellos dos fue muy especial –remarca Oliva–. el amor que los unió fue incondicio­nal, aunque muchos puedan pensar que era elsa la que ponía más, porque cedió e hizo muchas concesione­s a lo largo de los años que estuvieron juntos. al final, los vínculos que sobreviven son esos, los incondicio­nales”, añade.

si hay algo que fortaleció y dinamizó a Ni con perros ni con chicos es el trabajo de dirección que hizo daulte. Lo resume Calicchio: “La acción se va desarrolla­ndo sin pausas en diferentes escenarios –un camarín de teatro, un set de filmación, la calle, un taxi–. esa elección fue muy importante para el ritmo de la obra y nos permite lucirnos”. su experienci­a en el género es vasta y nació bajo la atenta mirada de Pepe Cibrian: “Me empecé a interesar en el teatro gracias a un amigo que me invitó a ver un espectácul­o de Oscar araiz en el Odeón. el 14 de abril de 1984 –recuerda con precisión– empecé un curso con Pepe Cibrian y, como siempre digo, fueron doce años de colimba con él. Fue intenso, me marcó, me enseñó casi todo sobre esta profesión”, completa Calicchio, quien también volverá pronto al Cultural san Martín con la bella comedia musical para chicos Mi perro López, de Gastón Cerana, junto con su gran amigo Gustavo Monje.

a la hora de elegir una influencia, Oliva apunta, por su parte, a Manuel González Gil: “Yo había entrado a su grupo Catarsis como bailarina y él me incentivó para que me hiciera actriz, supo antes que yo que tenía que dedicarme a esto. Conocerlo fue un antes y un después”. Hoy disfruta de una agenda cargadísim­a: Ni con perros

ni con chicos, los lunes; Los tutores, en la sala Pablo neruda del Paseo La Plaza, de jueves a domingos; Lo

único que hice fue jugar, de sebastián irigo, los martes (también en el espacio Callejón, ver nota aparte), y Eye y yo, dirigida por dennis smith, en la sala alberdi del sexto piso del Cultural san Martín, los domingos. Y no se arrepiente: “no me canso porque hago lo que me gusta –asegura–. Creo que no podría hacer ninguna otra cosa... actuar es muy divertido y muy sanador. Les suelo decir a mis alumnos que la actuación te permite decir cualquier cosa, por más políticame­nte incorrecta que sea, enfurecert­e y mostrar tu parte más oscura, sin censuras. Y encima te aplauden por eso”.

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Victoria Gesualdi / aFV Laura Oliva y Omar Calicchio, amigos y compañeros en Ni con perros ni con chicos

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