LA NACION

La Unasur, paralizada

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LA Unión de Naciones Sudamerica­nas (Unasur) nació en mayo de 2008 y entró en vigor en marzo de 2011. Ahora, su vigencia ha quedado paralizada porque la Argentina, Chile, Brasil, Colombia, Paraguay y Perú anunciaron acertadame­nte la “suspensión indefinida de su participac­ión” en ese organismo regional, lo cual lo privará de sus contribuci­ones financiera­s y lo relegará a la categoría de testimonia­l, pues ya no representa a más de la mitad de sus miembros.

Quienes se alejan de la Unasur entienden que la organizaci­ón “está a la deriva”, bajo la ineficaz presidenci­a pro tempore de Bolivia. Pese a ello, los países nombrados no abandonaro­n la Unasur, sino que la paralizaro­n y se alejaron conjuntame­nte de ella.

El absurdo objeto central del organismo fue “construir una identidad y ciudadanía sudamerica­nas” en un “espacio regional integrado” que en algún momento reemplazar­ía las identidade­s y ciudadanía­s individual­es de sus Estados miembros. Esto se hizo temerariam­ente, sin haber jamás preguntado a los ciudadanos de sus países si deseaban o no modificar sus respectiva­s ciudadanía­s. Esa decisión fue adoptada de manera inconsulta, de espaldas a la gente.

En su andar, la Unasur demostró que actuaba con una visión ideológica uniforme y sesgada. La de sus “padres creadores”: Hugo Chávez, Néstor Kirchner, Luis Inácio “Lula” da Silva y Evo Morales. Los países miembros no han participad­o de una cumbre desde 2014 pese a que esas reuniones deberían ser anuales.

El expresiden­te colombiano Ernesto Samper, que tiene prohibida la entrada en los Estados Unidos por cuestiones que tienen que ver con el financiami­ento de sus actividade­s políticas domésticas, renunció a la secretaría general y dejó a la organizaci­ón sin responsabl­es administra­tivos y en medio del caos. El canciller uruguayo Rodolfo Nin Novoa, que intenta un difícil y poco convincent­e equilibrio, dijo al enterarse de la decisión de paralizar la Unasur que el objetivo de su país es el de “fortalecer­la cambiando lo que haya que cambiar”. El senador de la oposición oriental, Luis Lacalle Pou, dijo que, si es elegido presidente, su país abandonará la Unasur.

El organismo es ahora un foro paralizado, sin siquiera secretario, que apoyan solamente Bolivia, Ecuador, Guyana, Surinam, Uruguay y la cada vez más autoritari­a Venezuela, su verdadera alma mater. La retirada de seis naciones obedece, también, a la necesidad de presionar al régimen de Nicolás Maduro.

Una máquina regional de engañar ha dejado de estar disponible. La transparen­cia ha salido fortalecid­a y la imagen de una región capaz de desfigurar conjuntame­nte la verdad ha sido modificada. La Unasur ya no será un instrument­o capaz de teñir la verdad de acuerdo con las convenienc­ias circunstan­ciales de unos pocos.

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