LA NACION

Sin Barrios ni Pavón, Boca sería un equipo normal

- Christian Leblebidji­an

Alos 36 minutos del segundo tiempo, Wilmar Barrios (uno de los futbolista­s que más entiende el juego), se fundió. Miró al banco y pidió el cambio, extenuado. Y lo reemplazó Sebastián Pérez, otro que (tácticamen­te) también suele tomar buenas decisiones. Pero dentro del juego irregular de Boca, con esa sensación de insegurida­d que transmite el equipo desde Rossi a Tevez, Barrios es mucho más que el termómetro xeneize. El Nº 5 suele ser la pieza fundaciona­l de cualquier equipo, el eslabón donde se resumen todas las caras de un mismo plantel. Y allí Barrios, desde su ubicación y capacidad de quite, pero también desde su sacrificio para hacer un despliegue descomunal aun en el calor de Barranquil­la, no solo fue uno de los sostenes defensivos, sino que también tuvo tiempo para agarrar la lanza e intentar pisar el área de Junior. Ahí, en la posición de wing izquierdo, sufrió la falta Rafael Pérez, la que luego finalizó en el gol en contra de Ruiz.

Que Barrios se haya fundido, más allá de que recién volvía de una lesión, tiene que ver también con lo “largo” que juega Boca, con la gran cantidad de metros que hay entre el primer central (Vergini) y el Nº 9 (Tevez o Ábila o Bou). Boca recupera la pelota por acciones individual­es y no porque la estructura respalde el recurso, no hay un bloque que le limite los espacios a los adversario­s. Y por eso, en ese desgaste, Barrios termina siendo el principal recuperado­r del equipo (con 15 quites), pero también fundido. Porque se ve obligado a correr por toda la cancha, sin líneas ni triángulos posicional­es que lo respalden desde la simetría. En la estadístic­a de opta también se anotaron con presencia defensiva Magallán (13 quites, 6 de ellos con posesión) y Pablo Pérez (9, dos de ellos con posesión).

Sin Barrios, Boca tendría muchos problemas defensivos. Y sin Pavón le faltaría condimento ofensivo. Porque Tevez, Cardona, Reynoso, Pablo Pérez, Ábila y Bou son capaces de generar jugadas colectivas interesant­es (algunas se ven en la Bombonera) pero todos terminan dependiend­o demasiado de Pavón. El 1-1 de Tevez frente a Palmeiras, en Brasil, fue tras un pique suyo por la izquierda; el 1-0 de Wanchope a Newell’s fue tras otra jugada a pura potencia de Pavón por la izquierda. En Colombia hasta forzó el gol en contra de Ruiz. Si se suman sus participac­iones en la actual Libertador­es y en la Superliga, Pavón tiene 7 goles y 14 asistencia­s. o sea que protagoniz­ó directamen­te en 21 de los 46 tantos que acumula el xeneize en ambas competenci­as. Determinan­te. Su rendimient­o contrasta con el de los demás y –sobre todo– con el de Tevez: no solo en eficacia sino también en velocidad, potencia, piques y ganancias en los uno contra uno.

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