LA NACION

Alivio y cautela en el Gobierno tras el freno a la corrida cambiaria

El aumento de las tasas al 40% y el anuncio de otro ajuste fiscal bajaron un 5% el dólar, que cerró en $22,28; admiten que la situación todavía es frágil

- Javier Blanco

El Gobierno consiguió ayer bajar la fiebre por el dólar apelando a un combo de medidas que incluyó un nuevo y más fuerte aumento en las tasas de interés (quedaron en 40%), la obligación a los bancos de vender parte de los dólares que tienen en su poder y el anuncio de un mayor ajuste fiscal destinado a reducir en medio punto el déficit de este año (de 3,2 a 2,7%).

El resultado fue una caída de 5,1% promedio en el valor del dólar, que hizo que su cotización pasara de $23 a $21,90 para la venta mayorista y que promediara $22,28 a nivel minorista.

El plan de ataque a la corrida contra el peso fue anunciado ayer por la mañana: del aspecto fiscal se hizo cargo el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, y del impacto en las necesidade­s de financiami­ento se ocupó el ministro de Finanzas, Luis Caputo, en una conferenci­a de prensa conjunta.

Casi al mismo tiempo, y antes de que abriera el mercado, el Banco Central, que conduce Federico Sturzenegg­er, difundió, mediante un comunicado, las nuevas regulacion­es. El objetivo: dar una señal de coordinaci­ón, uno de los grandes reclamos de analistas y operadores al Gobierno.

Tras el cierre del mercado, en el oficialism­o la sensación era de alivio, aunque cerca del presidente Mauricio Macri eran cautos. Son consciente­s de que la situación sigue siendo frágil. Similar estado de ánimo vivía el equipo económico. Juzgaron que la respuesta del mercado alas medidas fue“contundent­e ”, pero admitieron que“hay que seguir viendo” cómo evoluciona­n las variables la próxima semana.

Economista­s y empresario­s saludaron que el Gobierno hubiera tomado decisiones de peso, aunque advirtiero­n sobre posibles efectos adversos a futuro.

El Gobierno logró ayer bajarle la fiebre al dólar aunque apelando a medidas drásticas que incluyeron un nuevo y más fuerte aumento en las tasas de interés (las dejó al 40%, dos puntos incluso por encima del nivel que tenían a la salida del cepo); el reflotamie­nto de una polémica medida que obliga a los bancos a vender parte de los dólares que tienen en su poder (algo a lo que había apelado también el kirchneris­mo a comienzos de 2014) y el anuncio de un mayor ajuste fiscal destinado a reducir en medio punto (de 3,2 a

2,7%) el déficit público.

El resultado fue un retroceso del

5,1% promedio en el valor de la divisa (venía de trepar 8% en la rueda previa), que hizo que su cotización pasara de $23 a 21,90 para la venta mayorista y promediara $22,28 a nivel minorista, obtenido además sin necesidad de que se vuelvan a vender reservas, tras siete ruedas de intervenci­ones continuas y cada vez menos eficaces en ese sentido.

El paquete fue prolijamen­te anunciado por la mañana: de lo fiscal se hizo cargo el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne; del impacto en las necesidade­s de financiami­ento oficiales el ministro de Finanzas, Luis Caputo, quienes compartier­on una conferenci­a de prensa, y de las disposicio­nes regulatori­as en lo monetario el Banco Central (BCRA), que las divulgó mediante un comunicado. Allí ya hubo una señal.

El plan de ataque a la corrida contra el peso no solo era cuidadosam­ente coordinado, sino que el Gobierno dejó a la vista que había aprendido la lección del 28-D.

Vale recordar que el 28 de diciembre pasado se anunció desde la Casa Rosada un recalibram­iento de las metas de inflación en una conferenci­a cuyo principal vocero fue el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y cuyo último disertante fue Federico Sturzenegg­er, es decir, el funcionari­o que tenía a su cuidado dichas metas.

Eso se interpretó en el mercado como una intromisió­n del Ejecutivo en funciones del BCRA y un recorte a su autonomía. Por esta razón, para muchos analistas, se trató ni más ni menos del preludio de la crisis cambiaria que explotó en las últimas dos semanas. A esto se agrega que, contrariam­ente a lo que venía haciendo en los últimos días, las medidas se oficializa­ron antes de la apertura de los mercados. De esta manera el Gobierno dejó de “correr de atrás” la crisis cambiaria para “plantársel­e de frente”.

El efecto calmante sobre el mercado se hizo visible precisamen­te apenas se reiniciaro­n las operacione­s: en ese momento, el dólar, que se había llegado a pagar a $23 al cierre de las transaccio­nes anteayer, abrió cotizando a $21,20, es decir, con un retroceso de $1,80, con una baja cercana al 8 por ciento. Sin embargo, luego no tardó en reacomodar­se “hasta niveles de $ 21,87/21,89” describió el operador Gustavo Quintana, de PR Cambios, que adjudicó la mayor responsabi­lidad de ese reacomodam­iento a la “norma que obliga a los bancos a readecuar su posición global neta de cambios”, del máximo permitido del 30% hasta hoy al tope del 10% que regirá desde el lunes”.

La circular (“A” 6501) no solo apunta a forzar oferta privada de divisas (que no llegaría a los US$2000 millones, según estimacion­es de mercado) sino a evitar que algunos bancos pudieran asumir conductas especulati­vas contra el peso en este contexto enrarecido.

“El mercado abrió hiperofrec­ido con gap de $1,50 frente al cierre previo luego de las medidas del BCRA ante las ventas de bancos. La demanda por cobertura de posiciones vendidas, sin embargo, fue recuperand­o el precio de la divisa en rueda de altas oscilacion­es”, coincidió GL Capital.

Al reequilibr­amiento también aportó la suba de 675 puntos básicos dispuesta en el interés de referencia (que estaba al 27,25% hace una semana) que fue acompañado por una ampliación del corredor de tasas que las colocó al 57 y 47% nominal anual para pases activos (préstamos a bancos) a 1 y 7 días, respectiva­mente, y al 28 y 33% anual para los pases pasivos (el dinero que los bancos le dan al Central) a iguales plazos.

Se agregó un anuncio sugestivo: de ser necesario el BCRA volverá a realizar operacione­s “a término” con divisas, es decir, se quita de encima la restricció­n que la administra­ción Sturzenegg­er se había autoimpues­to para no volver a ofrecer contratos de dólar futuro. Desde el propio BCRA habían desdeñado esa posibilida­d hace solo unos días al considerar­lo un instrument­o contaminad­o por el abuso que de él hizo la gestión de Alejandro Vanoli durante el cepo cambiario (y su posterior y aún abierta judicializ­ación) y “limitante” para una gestión que hizo de la flotación del tipo de cambio una bandera, aunque la haya arriado un poco en los últimos meses. “Nos ataría de manos al marcarnos una especie de guía de la flotación, que conspira contra la idea de flotación libre”, explicaban.

Pero las urgencias urgencias son. Así que ayer no dudaron en afirmar que acudirán también a ese instrument­o de ser necesario “con el objetivo de evitar comportami­entos disruptivo­s en el mercado de cambios así como para garantizar el proceso de desinflaci­ón”, sostuvo el BCRA.

Para el analista del banco Credit Suisse, Daniel Chodos, las medidas no terminarán de cuajo con “la presión del mercado ”, pero ayudaron a dejar el tipo de cambio en un “nuevo nivel de equilibrio, para el corto plazo”. “Tras la reciente depreciaci­ón del 7,2% frente al dólar desde la semana pasada y del 14,7% en el año, el peso cerró parte de su desalineac­ión”, juzgó.

La reacción del mercado incluyó una generaliza­da recuperaci­ón en los precios de los bonos argentinos de medio dólar promedio a pesar de que la calificado­ra Fitch bajó las perspectiv­a de la deuda argentina de “positiva” a “estable” (ver pág. 24) y generó alivio en el Gobierno.

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Emiliano lasalvia Caputo y Dujovne, ayer, durante la conferenci­a de prensa en el Palacio de Hacienda

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