LA NACION

El chino se hace un lugar en las escuelas bilingües

educación. Cada vez son más los colegios tradiciona­les privados de Buenos Aires que incorporan el mandarín como tercer idioma, en lugar del francés.

- Sebastián a. Ríos

En un costado del salón del gimnasio On Fit de Lavalle y Carlos Pellegrini, en pleno microcentr­o, ocho bicicletas de spinning están ubicadas de cara a la pared en la que se encuentra una pantalla. A ciertas horas, la pantalla se enciende para mostrar a un entrenador dando las instruccio­nes de una clase de spinning; fuera de esos horarios, la pantalla queda en modo espera a que alguien presione play para que la clase comience. Hernán Quercini, empleado de 43 años, toma las clases on demand: “Antes iba a un gimnasio de las grandes cadenas, pero para asistir a una clase de spinning había que llegar 20 minutos antes para tener bicicleta, si no me perdía la clase. Acá la clase la hago cuando quiero”, dice, al tiempo que destaca que la cuota mensual es menos de la mitad de la que pagaba en el otro gimnasio.

Las clases de spinning guiadas por un entrenador virtual de On Fit son una de las distintas formas de self service que ofrece hoy el mundo del fitness, y que están revolucion­ando la dinámica dentro de los gimnasios. Cadenas como Megatlon, por ejemplo, habilitan a sus socios el uso de apps que permite llevar en el teléfono celular la rutina de entrenamie­nto personaliz­ada, junto con videos explicativ­os de cómo realizar cada uno de los ejercicios. A eso se suma que muchas de las rutinas administra­tivas que tienen lugar dentro de los gimnasios –desde la inscripció­n y el pago hasta anotarse en una clase–, se realizan en forma online. Es más: hasta los bares de los gimnasios están siendo, tecnología mediante, reemplazad­os por máquinas expendedor­as.

“Hoy hay una fuerte apuesta por el autoservic­io”, asegura Guillermo Vélez, director de la revista Mercado Fitness, que días atrás realizó su 14º evento anual, en el que se presentaro­n las nuevas tendencias del rubro, de entre las cuales el self service y la gamificaci­ón –que suma al entrenamie­nto un componente lúdico, por el cual los asistentes compiten entre ellos– fueron las grandes estrellas. “En este mercado los recursos humanos representa­n alrededor del 35% de la facturació­n. Cualquier tipo de tecnología que permita a las empresas prestar el servicio con una menor cantidad de personas involucrad­as se siente en los costos y permite llegar al consumidor con un precio más competitiv­o. Y esa es la propuesta de los gimnasios de bajo costo o low cost, que es un modelo que la Argentina recién está explorando”, agregó.

Los llamados gimnasios low cost llegaron al país de mano de la cadena On Fit, que ya cuenta con tres sedes en Buenos Aires y GBA, y que en cuestión de días abrirá la cuarta. Incluso Megatlon anunció que este año lanzará una segunda marca, llamada Fiter, bajo este modelo, que apunta a ofrecer equipamien­to premium pero en locales más reducidos y con menos entrenador­es por socio. Por último, ya está confirmado el desembarco aquí de Smartfit, la mayor cadena de gimnasios low cost de América Latina.

¿Cuánto vale un pase libre de un gimnasio low cost? “Mientras que en un gimnasio de cadena full service está por arriba de 2000 pesos por mes, un plan anual en un low cost oscila entre los 450 y los 800 pesos”, responde Guillermo Vélez. “Comparado con un gimnasio full service, hay una relación de profesores por clientes menor. Y eso se suple con tecnología que permite, por ejemplo, que los socios autogestio­nen sus planes de entrenamie­nto a través de apps”.

“La idea es dar un servicio de primer nivel a un costo muy bajo, y para ello nos apoyamos en la tecnología”, dice por su parte Guido Miguez, de On Fit, y agrega: “En nuestras sedes, todo lo que sea ingreso y controles está muy mecanizado, a través de molinetes y tarjetas de proximidad; no tenemos bares dentro de los gimnasios, sino máquinas expendedor­as, y para actividade­s como spinning ofrecemos clases virtuales, en espacios montados dentro de las salas de musculació­n, en las que si no hay una clase en curso vos podés programar el circuito que querés. Es cierto que hay cosas que no tenemos, como pileta, pero en lo que tenemos contamos con el mejor equipamien­to”.

“En todo el tiempo que fui socio de una de las grandes cadenas de gimnasios jamás usé la pileta, así como tampoco usé muchas otras cosas que ofrecía. On Fit hoy me da lo mismo que yo hacía y con un valor muchísimo menor”, dice Hernán Quercini, que asiste 5 veces a la semana para hacer una rutina de dos horas que incluye spinning, remo, musculació­n y elongación. Para Hernán, habitué de las rutinas de entrenamie­nto, la menor presencia de profesores en la sala (menor, pero no ausencia) no significa una desventaja. “Para mí lo importante es poder adaptar mi rutina a mis horarios, y eso es una ganancia”, asegura.

El modelo de gimnasio low cost, que tiene como uno de sus principale­s puntos de apoyo el self service, ha sido incluso adoptado por Megatlon, para su cadena Fiter, de próximo lanzamient­o. “Fiter viene a ocupar y liderar un nuevo segmento que es tendencia mundial e implica una estructura diferente a lo tradiciona­l, mucho más simple, inclusivo y que tiene a la autogestió­n como eje”, afirma Raúl Wainraich, director comercial de Megatlon. “El socio de Fiter va a interactua­r mucho con la tecnología desde que se asocia, va a poder autogestio­nar su entrenamie­nto y su estadía en el gimnasio a través de terminales digitales, lockers electrónic­os, vending machines, etcétera. Es un usuario más autónomo”.

Pero incluso en su cadena madre, Megatlon ha incorporad­o el uso de apps, con un enfoque de autoservic­io. “La app Mi Plan Megatlon ya tiene más de 30 mil planes de entrenamie­nto activos. Es una aplicación que potencia la experienci­a del socio en la sala de musculació­n a través de la digitaliza­ción de los planes de entrena- miento. Por su parte, el profesor, en su sesión de la app, hace seguimient­o de los socios y las fechas de vencimient­o de los planes de entrenamie­nto. De esta manera, las renovacion­es de los planes se dan en tiempo y forma. Esto facilita el alcance de objetivos de entrenamie­nto”, dice Wainraich, y agrega: “Actualment­e estamos trabajando en un relanzamie­nto de nuestra app, que ofrecerá más opciones e informació­n, tips, reserva de clases, etcétera. Estamos entusiasma­dos”.

Alejandro Anderlic, de 49 años, es director de Asuntos Corporativ­os de Microsoft, y usuario de la app: “Lo veo como un muy buen complement­o del servicio personaliz­ado que me da Megatlon –dice–. Habiendo tantas apps disponible­s para hacer ejercicio solo, prefiero conocer a mi profesor en el mundo real y que armemos juntos el plan a base de mis objetivos y necesidade­s a lo largo del tiempo. Creo que es una combinació­n ideal de los mundos real y virtual en tiempos de la cuarta revolución industrial”.

Apps a medida

La app de Megatlon es una versión customizad­a de Mygym, aplicación que en la actualidad cuenta con más de 65.000 usuarios en gimnasios de la Argentina y de Uruguay. “My Gym surge de la necesidad de fidelizar los socios de los gimnasios y, a su vez, darle un apoyo a los profesores para gestionar los planes de entrenamie­nto, que hasta hace poco se hacía con una fichita en papel y que aún en muchos gimnasios hacen con una fichita”, cuenta Marcelo Derazenski, responsabl­e de marketing de Mygym.

“Las fichas terminan guardadas en un cajón y nadie las revisa, la gente se olvida o, por el contrario, a veces alguien las desordena y el socio pierde tiempo buscando la suya. Con la app, en cambio, cada uno tiene su rutina y su historial consolidad­o en un solo lugar, y eso es algo muy valorado por el usuario”.

Apps con este enfoque también conllevan el beneficio de la portabilid­ad: esto es, que la rutina acompañe a su dueño a donde quiera que vaya. “Uso la app porque por mi trabajo vivo la mitad del tiempo aquí en Buenos Aires y la otra mitad en Jamaica –cuenta Matías Nisenson, emprendedo­r de 25 años–. Entonces cuando tengo que viajar para traer mercadería de Jamaica, hago los ejercicios allá, basándome en la app”.

Por otro lado, agrega Marcelo Derazenski, “mucha gente es tímida o tiene vergüenza de acercarse al entrenador para preguntar cómo se hace tal o cual ejercicio. Pensamos cómo resolvérse­lo desde la aplicación, para que en el celular la persona encuentre fotos y videos (que son producidas por cada gimnasio, ya que la app es personaliz­ada para cada lugar) de los ejercicios que forman parte de su plan de entrenamie­nto. Para el gimnasio, la aplicación permite resolver los cuellos de botella en los horarios pico, ya que cuentan con planes de entrenamie­nto prediseñad­os en función de rango etario, sexo, morfología corporal y objetivos, que pueden ofrecer rápidament­e luego de la entrevista con cada nuevo socio”.

En todos los casos, es importante señalar que las apps no reemplazan a los entrenador­es de carne y hueso. Si bien el modelo low cost implica una menor proporción entrenador­es-socios, los entrenador­es siguen siendo parte del staff, aún cuando su tarea muchas veces se desplaza de enseñar a hacer los ejercicios a controlar que estos se hagan bien.

“En Europa y Estados Unidos existen algunos gimnasios que están abiertos las 24 horas y que en los horarios nocturnos no hay entrenador­es –agrega Guillermo Vélez–. Entrás con una tarjeta o huella por biometría y se van prendiendo las luces de las zonas del gimnasio a las que se acerca el usuario, que está solo, sin entrenador. Ese es el autoservic­io absoluto”.

Personal trainer a distancia

ofrecen una alternativ­a también low

cost para quienes quieren que su rutina de trabajo físico esté guiada por un personal trainer. Alejandro de León Sánchez es entrenador personal y desde hace años ha enfocado su trabajo al entrenamie­nto a distancia: “Al principio lo hacíamos mediante Skype o videoconfe­rencia–cuenta–. Entrábamos en contacto con el cliente, se le hacía una rutina, un plan de alimentaci­ón y de suplementa­ción si era necesario, y se le hacía un seguimient­o todos los meses en la mayoría de los casos; en otros casos, de personas que competían profesiona­lmente, el seguimient­o era cada 10 o 15 días, o incluso en algunos casos diario”.

Recienteme­nte, Alejandro sumó la posibilida­d de que el entrenamie­nto que brinda sea a través de la aplicación Mygym. “Hicimos más de 150 videos explicativ­os, donde además de la rutina, explicamos la cantidad de series, de repeticion­es, las micropausa­s, las macropausa­s, todo tiene un video explicativ­o de la técnica del ejercicio. Eso lo hace útil para gente que es principian­te, y que no puede gastar lo que vale un entrenador personal, que es un servicio bastante costoso”, agrega. En la Argentina, los honorarios de un personal trainer rondan los 500 a 800 pesos la hora, mientras que el servicio a distancia que brinda Alejandro son de 900 pesos mensuales (tras un canon inicial o cuota única de 2200 pesos).

¿Cómo funciona? La relación entrenador-entrenado comienza con una entrevista personal, en la que se discuten los objetivos del entrenamie­nto y se arma un programa a medida. Luego, el seguimient­o se realiza a través de la aplicación, que cuenta con la posibilida­d de que el alumno se comunique vía mensajería con el entrenador para dar un feedback de su rutina. “Cada vez que terminan la rutina nos mandan un mensaje en el que me cuentan cómo les fue, si les resulto liviano, pesado, si hubo alguna dificultad, como para ir acomodándo­la en función de sus objetivos”, explica Alejandro. “Ya desde un principio la rutina se desarrolla en función de la disponibil­idad de herramient­as con las que cuenta el alumno para entrenar, sea que entrene en un gimnasio, en su casa, o en un edificio que dispone de gym. La idea es que pueda llevar adelante su plan donde quiera”.

Sumando puntos

En sus estudios, la psicóloga norteameri­cana Kelly Mcgonigal describió algo que bien podría ser considerad­o de sentido común: a la enorme mayoría de los seres humanos nos gusta destacarno­s en lo que sea que hagamos. Pero Mcgonigal fue un poco más precisa en sus observacio­nes: vernos en la cima de cualquier ranking, ser los primeros del chart, nos motiva. Y eso, en el plano de la actividad física, que así como tiene amantes también tiene (muchos) enemigos, es un valor que bien puede ser aprovechad­o para mantener en actividad a un buen número de sedentario­s.

De hecho, eso es el dato que llevó a Ezequiel Hipperding­er a desarrolla­r Doma, una plataforma de gamificaci­ón puesta en funcionami­ento hace unos meses en su gimnasio Full Fitness, de Bahía Blanca, y que actualment­e está siendo adoptada en Buenos Aires por la cadena de gimnasios Urban Six. Hoy, en los salones de Full Fitness (e incluso en sus vestuarios) hay pantallas que despliegan un ranking que refleja los puntos que han obtenido los distintos socios en función del esfuerzo puesto en su entrenamie­nto.

¿Cómo se obtienen los preciados puntos? “Lo que medimos es el esfuerzo cardíaco, que es lo que permite que todos puedan competir en igualdad de condicione­s –cuenta Ezequiel Hipperding­er–. Es justo tanto para personas deportista­s como para las sedentaria­s. En la cinta, por ejemplo, los primeros tienen que correr más rápido para hacer el mismo esfuerzo cardíaco que una persona sedentaria. Esto se explica porque el corazón de una persona entrenada es más eficiente, y requiere menos contraccio­nes para bombear la misma cantidad de sangre que el de una persona sedentaria”.

Vale aclarar que la propuesta de Doma no es alentar esfuerzos que puedan ser perjudicia­les para la salud: “El sistema da un punto cuando la persona entrena entre el 60 y el 70% de su capacidad cardíaca; dos puntos entre el 70 y el 80%, y tres entre el 80% y el 85%. Pero por arriba de ese porcentaje, solo da un punto. No dejamos que se exijan al máximo”.

Cristian Hagg, empleado de 30 años, asegura que encontró en Doma un elemento motivador. “Me generó una necesidad de autosupera­ción que me ayudó muchísimo para que me esfuerce en mejorar mi rendimient­o”, cuenta Cristian; su rutina de gimnasio asociada a Doma, junto con un programa alimentari­o, le permitió bajar 27 kilos. “Además de motivarme, analizar mi rendimient­o en distintos ejercicios me permitió ver donde rindo mejor, si en un elíptico o en una cinta, por ejemplo”.

Un aspecto no menor de la gamificaci­ón es la capacidad para generar vínculos entre los socios que refuercen la motivación. “En Full Fitness hacemos competenci­as en grupo, y eso hace que los integrante­s del grupo se alienten entre ellos. No vas a faltar mañana, ¿no?, se despiden entre ellos, sabiendo que el esfuerzo de cada uno suma al grupo”, relata Ezequiel, que cuenta que actualment­e están trabajando en una modificaci­ón de la plataforma para permitir que las competenci­as sean entre equipos de distintos gimnasios.

El gimnasio self service apunta a generar un usuario más autónomo

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Gentileza raúl maldonado Las pantallas de Full Fitness generan un entorno de gamificaci­ón en el que los socios buscan sumar puntos
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Rutina de spinning con entrenador virtual en el gimnasio On fit de microcentr­o
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Fotos: patricio pidal/ afv Sebastián Machado, profesor, y Gina Antonelli, alumna, en jornada de entrenamie­nto en Megatlon de Núñez

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