LA NACION

Analizan modelos de incineraci­ón gestionado­s por empresas eléctricas

En las plantas de termovalor­ización que funcionan en el mundo también involucran a las compañías de gestión de residuos; el gobierno busca replicar estos casos

- Mauricio Giambartol­omei

El tratamient­o de los residuos que se generan en la ciudad y toda el área metropolit­ana está planteado en un nuevo escenario a partir de la modificaci­ón de la ley de basura cero que, además de habilitar la incineraci­ón por termovalor­ización y plantear nuevas metas de disposició­n final, reconoce el fracaso de la norma original sancionada en 2005.

La propuesta del Ejecutivo, sancionada anteayer en la Legislatur­a, le abre las puertas a la instalació­n de plantas de recuperaci­ón de energía a través de la combustión de basura, una práctica que estaba prohibida en la ciudad hace 40 años y se plantea como alternativ­a para solucionar el colapso anunciado de los predios donde se entierran los desechos. Pero ¿cómo funcionará­n esas plantas y quienes la operarán?

En todo el mundo hay activas más de 2000 plantas de termovalor­ización, 500 de ellas en Europa, y el modelo que predomina es la explotació­n privada con un contrato de operación de entre 20 y 30 años; en algunos casos el manejo está a cargo del Estado. Las empresas de energía eléctrica y las de gestión de residuos, formando una Unión Transitori­a de Empresas (UTE), son las encargadas de la operación privada que deben garantizar la tecnología y la gestión de las plantas. Algo similar ocurriría en la ciudad.

“En la Argentina no hay una empresa que se encargue de la termovalor­ización o waste of energy (WTE) por lo que se podría aplicar un modelo en el que participe una UTE”, admitió una fuente involucrad­a en el proyecto de las plantas de recuperaci­ón de energía a través de la incineraci­ón.

El miércoles, horas antes de la votación y con las agrupacion­es ambientali­stas y cooperativ­as de cartoneros en pie de guerra en rechazo a la nueva técnica de tratamient­o, funcionari­os del gobierno afirmaban que la modificaci­ón de la ley de basura cero –votada en 2005– no planteaba la instalació­n de plantas de termovalor­ización. Un día después se señalaba que en dos meses se definirían los lugares donde se podrían ubicar.

El ministro de Ambiente y Espacio Público, Eduardo Macchiavel­li, indicó anteayer, en diálogo con la nacion, que una primera etapa incluirá tres plantas y uno de los sitios posibles es un predio situado en avenida Roca y General Paz, en Villa Riachuelo, detrás del autódromo (ver aparte). Las otras dos se ubicarían en la provincia de Buenos Aires.

A cada una de las plantas, los residuos podrán llegar a través de dos sistemas de recolecció­n: diferencia­da, al separar los materiales reciclable­s de los húmedos; o única, con todos los desechos en el mismo contenedor. Como ocurre cuando se envía basura a los predios de disposició­n final, las jurisdicci­ones que usen las instalacio­nes deberán pagar una tasa por el tratamient­o de la basura. Ese será uno de los ingresos de la planta, pero no el único. Además tendrán ganancias por la venta de la energía generada y la comerciali­zación del material reciclable que no combustion­a, como los metales ferrosos y no ferrosos.

A diferencia de la generación de energía eólica o solar, la termovalor­ización permitirá operar las 24 horas de los 365 días del año porque no dependerá de factores climáticos. La cantidad de energía producida estará ligada a las toneladas de procesamie­nto y al poder calorífico. Para el área metropolit­ana se proyectan tres plantas con una capacidad de 2000 toneladas diarias, capaz de generar, juntas, hasta 185 megavatios/hora, similar al consumo constante durante un mes de una población estimada de 1.200.000 habitantes.

Todas estas especifica­ciones no forman parte de la ley sancionada anteayer cuyo texto gira en torno al tipo de material que se prohíbe incinerar, una de las preocupaci­ones de los 6000 cartoneros de las 12 cooperativ­as que basan su economía circular en el reciclado. “El fraccionam­iento de residuos sólidos urbanos húmedos solo podrá ser pasible de valorizaci­ón mediante técnicas de combustión con recuperaci­ón energética previo tratamient­o en planta de separación con el fin de selecciona­r aquellos materiales factibles de ser reciclados. Se prohíbe el tratamient­o térmico de materiales reciclable­s o aprovechab­les provenient­es de todo circuito de recolecció­n diferencia­da”, detalla el texto.

La ley también plantea las nuevas metas de disposició­n final. En 2005 se estableció que la reducción de envío de residuos a rellenos sanitarios debía ser de un 30% en 2010, de 50% en 2012 y de 75% en 2017, tomando como base los niveles enviados a la Ceamse durante 2004 (1,5 millones de toneladas). La reforma aprobada prevé un cronograma de reducción del 50% para 2021, del 65% para 2025 y del 80% para 2030, sobre la base de los niveles de 2012 (2,2 millones de toneladas).

Hasta aquí esos objetivos podían cumplirse a través del reciclado y la basura enterrada en los predios de la Ceamse. A partir del jueves, nuevos actores y otras técnicas aparecen en el camino.

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