LA NACION

Martín Caparrós. “De la crisis están saliendo cosas muy interesant­es”

Llegó al país para presentar su nueva novela, fue declarado ciudadano ilustre y ya se prepara para ser cronista del Mundial

- Texto Daniel Gigena | Foto Silvana Colombo

De visita en Buenos Aires para presentar su nueva novela, Todo por la patria (sobre un jugador de River Plate que se refugia en Junín hasta que los directivos del club no le paguen lo que pretende), Martín Caparrós (Buenos Aires, 1957) fue declarado ciudadano ilustre por la Legislatur­a porteña. Periódicam­ente, escribe para el diario El País y para la versión en español de The New York Times. En algunos casos, cuenta, fue censurado. De buen humor, Caparrós encara las rondas de preguntas sobre su obra literaria y su trabajo periodísti­co por los que recibió varios galardones, entre otros los premios Planeta y Herralde por las novelas Valfierno y Los Living, respectiva­mente, y los premios Rey de España y Moors Cabot de periodismo.

Hacia la primavera, Agustina Macri, una de las hijas del presidente, estrenará una película basada en Amor y anarquía, el libro de Caparrós sobre la joven anarquista porteña Soledad Rosas, que se suicidó en Turín, en 1998, luego de ser acusada de terrorista. Otra novedad cinematogr­áfica que llegará para esa temporada es el estreno de la nueva película del director español José Luis Cuerda, Tiempo después, en la que el escritor argentino interpreta a un malvado almirante. Poco antes, durante el Mundial de Fútbol en Rusia, Caparrós escribirá una crónica por día sobre otra de sus pasiones: el fútbol.

–¿Cómo te sentiste con el nombramien­to de ciudadano ilustre? ¿Tuviste que ir a la Legislatur­a?

–Sí, sí. Hubo un acto en el Salón Dorado y etcétera, etcétera. El título es un poco rimbombant­e, ¿no? Suena arcaico, digamos. Además, la idea de “ilustració­n” está un poco pasada de moda, pero me dio un gran gusto y cierto orgullo que pensaran en mí. Vos sabés que eso lo hace un diputado y lo presenta en la Legislatur­a. Esta vez fue Roy Cortina, diputado socialista. También me dio culpa porque no vivo en Buenos Aires. Tuve que hacer un discurso cuando me dieron el diploma y les dije algo que había pensado dos o tres días antes y era que, al fin y al cabo, vivo en Buenos Aires en la forma que puedo. Estuve haciendo un rápido repaso y, de la docena de novelas que publiqué, nueve trascurren en Buenos Aires en distintos momentos. Esa es mi forma de vivir en Buenos Aires. – O sea que pensás mucho en Buenos Aires aunque te hayas instalado en Barcelona hace años... – Se ve que sí, sin proponérme­lo, pero es así. Lo relaciono con el principio de mi escritura. En el sentido de que, cuando empecé, vivía exiliado en Francia. En los primeros años, vivía más que nada pensando en francés y hacía un esfuerzo por apartarme de lo argentino porque la Argentina era ese país de mierda donde mataban a mis amigos. Y, sin embargo, a fines de los años 70, cuando vi que iba a intentar escribir mi primera novela, resultó que sucedía en Buenos Aires. Ansay o los infortunio­s de la gloria es de un tipo que viene a Buenos Aires en 1810. La segunda que publiqué, No velas a tus muertos, transcurre en Buenos Aires en los años 70. Y El tercer cuerpo es una especie de policial durante el menemismo. Me di cuenta de que escribía sobre la Argentina, en argentino, y me dije: “¡Mala suerte! Si alguna vez consigo ser un escritor, seré un escritor argentino”, cosa que me desoló un poco pero con el tiempo lo fui aceptando.

– Cada una de tus novelas, como dijiste, transcurre en épocas diferentes. ¿Te sirve tu formación como historiado­r para novelar?

–Obviamente necesito mirar materiales para ponerme en el clima de época y para encontrar, de pronto, alguna cosita interesant­e. Para Todo por la patria, no es que me documenté antes. Empecé a escribir la historia porque se me cruzó el caso de Bernabé Ferreyra que me pareció sugerente. A partir de ahí empecé a escribir y me di cuenta de que necesitaba más background de época y empecé a leer cosas: vida cotidiana en Buenos Aires, algún periódico, alguna aguafuerte de Roberto Arlt. –El personaje trajo la época... –Quería trabajar sobre esa época. Me intrigaba la época en que el tango estaba vivo. Hace sesenta años que no se escribe un tango de esos que marcan el territorio. Me interesaba la época en que el tango no era un monumento sino una forma de contestaci­ón, de crítica, de rebeldía, con un joven que en vez de hacerse rockero o rapero se hacía tanguero. – Imaginaba que la elección del año tenía que ver con una cuestión política. – Probableme­nte por eso me gustó más 1933 que 1928. Estaba la crisis del 30, la Década Infame. Pensaba la novela como los tangos de Discépolo, una cosa así de poner en escena cierto momento consuetudi­nariamente duro de la Argentina.

–¿La nueva novela se puede considerar el chiste que un hincha de Boca como vos le hace a los de River?

–En estos días me han reprochado: “Pero cómo vos, que sos tan de Boca, ponés como protagonis­ta a un jugador de River y demás…”. Pero los directivos de River no quedan muy bien parados. Aunque eso también es injusto, porque si hubiese sido un directivo de Boca hubiera hecho las mismas cagadas. En ese sentido, respecto al fútbol, lo que me hace gracia es que también en el fútbol trabajamos mucho esa idea de “todo tiempo pasado fue mejor” o “el pasado fue maravillos­o, dorado, mítico”. Y esto, porque esa parte de la novela está muy basada en hechos reales, muestra que se hacía el mismo tipo de trapisonda­s y negociados hace ochenta y tantos años que ahora.

–¿Cómo escribe sobre fútbol un novelista y cronista afamado?

–A mí me da mucho gusto. Para empezar digo que hago el camino al revés: porque a menudo sucede que los periodista­s deportivos, cuando creen que son buenos, se convierten en “periodista­s”, a secas. Yo, cuando pude, después de ser periodista a secas mucho tiempo, cuando pensé que me podía dar el lujo de ser periodista deportivo, seguí ese camino. Pero es como un desafío porque, en última instancia, es contar lo mismo una y otra vez. Pero hay que encontrar las maneras para disimular que no lo es, que no es lo mismo. Eso por un lado. Y por otro lado, está la inmediatez. Muchas veces tuve que entregar veinte o treinta minutos después de que terminara el partido. Hay que estar trabajando ahí en el momento y eso me da adrenalina.

– ¿Vas a ir al Mundial de Fútbol en Rusia?

–No, no. Quizás voy unos días, pero la verdad que no creo. Voy a escribir desde España.

–¿Sos tan escéptico como el personaje de la novela respecto del periodismo?

–(Risas) No. No. No, al contrario. Suelo decir que los grandes medios nos han convencido de que hay una crisis del periodismo cuando, en realidad, lo que hay es una crisis de los grandes medios que quieren hacerla pasar como crisis de la profesión en general. Pero la crisis es de un modelo de circulació­n de la informació­n que fue hegemónico durante el siglo XX y que ahora está puesto en cuestión por los cambios técnicos y sociales. Pero de esos cambios están saliendo cosas muy interesant­es y que valen la pena prestarles atención.

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