La engañosa facilidad para manejar
el costado menos feliz de la tecnología: las distracciones
No cabe duda que los vehículos modernos son mucho más fáciles y cómodos de manejar que los de antaño. Ahora, los conductores disfrutamos de maravillas como la dirección asistida, frenos a disco, sistema electrónico antibloqueo (ABS) y eficientes cajas automáticas. Pero esta facilidad parece haber tenido un correlato menos feliz: prestar menos atención a la conducción en sí misma. Esta menor dificultad para controlar el vehículo les permite a muchos conductores ciertas costumbres demasiado relajadas, en especial en vías rápidas. Por ejemplo, es común ver a muchas personas manejar con la mano izquierda colgando fuera de la ventanilla; ergo, el volante está mal empuñado y, por lo tanto, restringida la capacidad de maniobra ante un imprevisto, generalmente por no dejar la adecuada distancia de frenado. Peor aún los que van hablando con sus teléfonos celulares pegados al oído, que no solo serían incapaces de maniobrar en forma veloz, también van absolutamente distraídos del contexto del tránsito a su alrededor (basta ver algunas marchas erráticas para advertirlo). Recordemos que a 100 km/h se recorren 28 metros en un segundo; si la distracción es de varios segundos, la distancia realizada en blanco es grande. Es cierto que los automóviles son hoy muchísimo más seguros que antaño (bueno, tampoco debemos ir tan lejos: recién desde 2014 es obligatorio el ABS y los airbags frontales); pero lo cierto es que si queremos tener un tránsito más seguro y ordenado, debemos tomar conciencia que la facilidad de manejo de los vehículos actuales no debe engañarnos. Hay algo que no cambió: conducir concentrados y respetando las normas puede salvar tantas vidas como los adelantos tecnológicos.