LA NACION

Zapatero a tus zapatos

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En tiempos en que parte del Poder Judicial se encuentra bajo la lupa de la ciudadanía, escandaliz­ada por algún fallo sorprenden­te, y por las fuertes sospechas de corrupción, lentitud e ineficacia general, es oportuno señalar alguno de los aspectos del problema, que interfiere­n en el correcto funcionami­ento de la institució­n que también padece la llamada “judicializ­ación de la política” y su contrapart­ida, la “politizaci­ón de la Justicia”. Pero, al mismo tiempo, es preciso reconocer que en todos los fueros hay muchos jueces y fiscales limpios de toda tacha.

A lo largo de muchos años, el poder administra­dor se ha ido deterioran­do y creciendo en ineficacia. Pensemos solo en la contaminac­ión del Riachuelo. Esta ineptitud administra­tiva genera daños y cercenamie­nto de los derechos de los administra­dos, al punto de dañar su salud.

El deterioro de la administra­ción pública, demostrado por su incapacida­d para dar respuesta a reclamos relativame­nte sencillos de la población que se siente vulnerada en sus derechos, se ha extendido al derecho administra­tivo. En efecto, es casi imposible lograr una respuesta razonablem­ente rápida mediante un recurso administra­tivo ante el propio poder administra­dor.

Pasemos revista a los edificios ruinosos que representa­n riesgos, a la poda de árboles, a los aumentos de tarifas, los bloqueos de calles y plantas, cambios de nombre de los ciudadanos, problemas de precios, de violación a las reglas de competenci­a, accesos a la educación y, así, hasta agotar una grilla que pareciera no tener fin.

¿Cuántos de estos problemas claramente administra­tivos se resuelven en esa esfera como para evitar el recurso judicial?

¿Y qué recurso le queda al ciudadano que ve conculcado o eternament­e postergado su derecho? Agotada la carta de lectores, la carta documento o el reclamo en alguna ventanilla, solo le queda el amparo judicial. Los jueces pasan a ocuparse entonces de los problemas más absurdos. Solo por citar un ejemplo, del amparo por el desalojo de una mona, o de determinar si esta es un ser vivo no humano, o si el ser un animal es discrimina­torio hacia los derechos de la orangutana.

Esta incapacida­d de la administra­ción de resolver en su ámbito los problemas de la gestión general del país redunda en el recargo de tareas, y también en la sobreactua­ción de la Justicia, que termina ocupándose­de temas que nunca debieron llegar a sus estrados.

De allí que, al recordar el dicho “Zapatero a tus zapatos”, nos estamos refiriendo no solo al Poder Judicial, sino también al poder administra­dor, que tiene que reformar sus estructura­s, de manera de dar respuesta rápida y eficaz al sinnúmero de problemas de la población, que terminan siendo dirimidos por el Poder Judicial, cuando debieron resolverse en otro lado.

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