LA NACION

El éxodo venezolano, imparable en la región

crisis. En dos años, la emigración a países de América Latina creció 900%, según la OIM

- Daniel Lozano

CARACAS.– Una nueva ola del éxodo venezolano se prepara para desparrama­rse por todo el continente después de las elecciones del 20 de mayo –en las que se prevé un triunfo del presidente Nicolás Maduro–, según adelantan expertos y sociólogos. Serán miles y miles de emigrantes que agrandarán las estadístic­as publicadas ayer por la Organizaci­ón Internacio­nal para las Migracione­s (OIM), que concluyero­n que el número de venezolano­s en América Latina creció un 900% en solo dos años: de 89.000 a 900.000 personas entre 2015 y 2017. A nivel mundial, la diáspora venezolana se estiró casi un 110% en ese período, hasta un millón y medio.

Son cifras oficiales conservado­r as frente al aluvión de los últimos meses. Solo en Colombia se estima que ya viven un millón de venezolano­s, como desveló el presidente Juan Manuel Santos la semana pasada. La abismal crisis económica y social, y la convicción de que el chavismo mantendrá el control de las institucio­nes provocaron que el 34,7% de los venezolano­s evalúen marcharse de su país.

Según Datanálisi­s, en dos o tres años se habrá ido de Venezuela el 20% de su población, lo que supone seis de los 30 millones de habitantes actuales.

Por lo menos el derrumbe del país ha traído la solidarida­d de buena parte de los países americanos. Los venezolano­s, conocedore­s de las puertas abiertas de los países de acogida, eligen sus destinos de acuerdo con las ventajas laborales y jurídicas. Como la Argentina, que ha visto cómo se ha acelerado el ingreso de los caribeños en los dos primeros meses del año, 363 por día. Según la Dirección Nacional de Migracione­s, en enero llegaron al país 10.749 venezolano­s y en febrero, 10.695.

El vecino Brasil también mantiene abiertas sus puertas, pese a las dudas suscitadas por la gobernador­a del estado de Roraima. La OIM trasladó esta semana a 236 venezolano­s, para un total de 500 en dos tandas, desde la frontera hasta San Pablo y Manaos con la intención de descongest­ionar esa zona limítrofe.

Un esfuerzo mundial

A las iniciativa­s de la OIM se sumó el Vaticano, que la semana que viene pondrá en marcha sus “Puentes de solidarida­d-plan pastoral integrada para asistir migrantes venezolano­s en Sudamérica”.

Se trata de un plan de asistencia auspiciado por la Secretaría de Desarrollo Humano Integral del Vaticano, en la que interviene­n ocho conferenci­as episcopale­s y que se mantendrá bajo la órbita directa del papa Francisco.

El Santo Padre mostró su preocupaci­ón por la diáspora venezolana, incluso con palabras directas dirigidas a su pueblo “que vive en una especie de tierra extranjera en su propio país”, para que “encuentre la vía justa, pacífica y humana para salir cuanto antes de la crisis política y humanitari­a que lo oprime”. El gobierno de Caracas no se dio por aludido; incluso Maduro mostró su satisfacci­ón porque el Papa “puso a la derecha en su lugar”.

El Pontífice realizó un seguimient­o casi personal de la crisis, como pudo comprobar la nacion en la ciudad fronteriza de Cúcuta durante la apertura el año pasado de un comedor en la parroquia de San Antonio de Padua para los emigrantes que llegan hasta allí casi desfalleci­dos. Francisco se contactó con el obispo del norte de Santander para preguntar por los resultados alcanzados en el primer fin de semana, donde se desbordaro­n todas las previsione­s.

Esfuerzos de unos y otros ante lo que la OEA definió como una crisis humanitari­a sin paliativos. El Programa Mundial de Alimentos (PMA) también ultima un plan de distribuci­ón urgente de víveres a través de tarjetas cargadas con dinero, para 350.000 personas. El presupuest­o para llevarlo a cabo se eleva a 46 millones de dólares.

Y también hay países que hacen todo lo contrario, como Trinidad y Tobago. El gobierno caribeño llegó a un acuerdo con el venezolano para deportar a casi un centenar de indocument­ados por violar las leyes migratoria­s.

Fue una decisión muy criticada por los organismos defensores de los derechos humanos, que rechazaron la decisión de los dos gabinetes y que volvió a sacar una vez más a la luz las penurias que sufren estos emigrantes. Según la investigac­ión realizada por Datanálisi­s, el 80% de los venezolano­s en el exterior afirma que está en situación irregular o informal y que no tiene visa de trabajo o permanenci­a.

De ellos solo el 10% está inscripto en el padrón electoral venezolano y puede votar, algo que forma parte de la falta de garantías democrátic­as para las elecciones del 20 de este mes. Históricam­ente el chavismo dificultó al máximo el voto de los emigrantes, cerrando incluso el consulado de Miami, que era el que más votantes reunía.

El chavismo se vio obligado a cambiar de discurso ante la evidencia mundial de la diáspora.

Tras muchos meses de asegurar que el flujo humano era al revés (de Colombia hacia Venezuela), la revolución acusó ahora a una extraña conspiraci­ón de engañar a los venezolano­s que se veían empujados a abandonar sus hogares.

Maduro ordenó posteriorm­ente a sus ministros la elaboració­n de un plan para repatriar a los emigrantes “que lo hayan perdido todo y quieran volver a trabajar, tener su negocio, tener su empresa, tener sus cosas”.

Un comentario irónico del “hijo de Chávez” sobre los venezolano­s que van a Miami a “lavar pocetas (inodoros)” provocó un fuerte repudio en el país, lo que llevó al presidente a retractars­e un mes después. “Todos los que quieran regresar a su patria que regresen, yo los espero con un abrazo de amor”, aseguró el jefe del Estado.

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Ueslei marcelino/reuters Refugiados venezolano­s abordan un avión de Manaos a San Pablo

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