LA NACION

Se entendió el peligro de no hacer nada

- Javier Blanco

Lo que más se temía de la actual corrida contra el peso era la reacción del Gobierno.

Hablar con los funcionari­os en los últimos días fue un ejercicio frustrante, aunque muy repetido. Se los veía “fuera de la realidad” e incapaces de comprender la gravedad del asunto. Respuestas del tipo “Tenemos 60.000 millones de dólares de reservas”; “Lo único que está pasando es que se está acomodando la hoja de balance del Central; al caer el pasivo (Lebac), cae el activo (reservas), nada más”, técnicamen­te justificab­les pecaban de ingenuas en un país cuya población está doctorada en crisis cambiarias.

A eso se agregó directamen­te la mala praxis: un Banco Central que, en vez de dejar correr algo el tipo de cambio para aprovechar la ola global de devaluacio­nes, se pasó siete ruedas vendiendo reservas a pérdida y anunciaba mayores “premios” para los tenedores de pesos cuando el mercado estaba en plena actividad y ya había quedado a la vista que las intervenci­ones oficiales sobre la plaza cambiaria no lograban frenar la corrida. ¿Resultado? Un movimiento que empezó como una salida de capitales (posible y natural para un mercado que había recibido fuertes inyeccione­s de fondos especulati­vos), bajó de los vidriados despachos de los portfolio managers a la calle.

Superpremi­o

En este sentido, los anuncios con que abrió el intenso día de ayer son una buena noticia. Muestran que el Gobierno entendió la gravedad de la situación y los riesgos que suponía, por lo que ensayó una respuesta múltiple y, lo que es más adecuado, lo hizo esta vez antes del reinicio de operacione­s en el mercado.

La suba de tasas al 40% (nivel superior al de la salida del cepo cambiario) habla por sí sola del nivel que había alcanzado la crisis. El “superpremi­o” ofrecido a los que se animen a invertir en pesos puede hacer que la “codicia supere el miedo”, que es precisamen­te el momento en que las corridas se debilitan.

La obligación dispuesta a los bancos para que desarmen más de la mitad de las posiciones que tenían asumidas en dólares busca forzar la oferta privada de divisas a la vez que evitar que pudieran asumir conductas especulati­vas contra el peso en este contexto. Es una receta a la que apelaron en el pasado casi todos los gobiernos, que puede resultar “peligrosa” si impacta sobre la confianza a los ahorristas, que tienen depositado­s US$26.500 millones en entidades financiera­s locales, ya que dicho monto supone un tercio de las reservas que (vía encajes) tiene el Banco Central .

De ese modo, el ahorro que podría causarle al BCRA vía intervenci­ones se podría perder con la salida de depósitos. Pero vale correr el riesgo porque lo que resultaba imperioso era cambiar la dinámica del mercado. Recorte extra

El anuncio de un recorte extra en la meta de déficit primario oficial (del 3,2% al 2,7%) apunta a confirmarl­e al mercado internacio­nal que no se necesitará más financiami­ento de ese origen para este año, algo que había anunciado a los cuatro vientos el ministro de Finanzas,

El Gobierno comprendió la gravedad de la situación y dio una respuesta múltiple Resultaba imperioso cambiar la dinámica del mercado

Luis Caputo . Tendrá escaso aporte en ese sentido porque los bancos internacio­nales ya estimaban que Hacienda contaba con la posibilida­d de sobrecumpl­ir la meta anunciada y cerrar el déficit en el 2,9%, con lo que el ahorro anunciado será evaluado muy posiblemen­te insustanci­al. Pero puede ayudar a contener la dinámica alcista que había tomado la tasa de riesgo argentino, que trepó 34% en lo que va del año, triplicand­o la suba del 11% promedio mostrado en igual lapso por la tasa de riesgo emergente, algo que sería importante porque otro de los efectos nocivos de la corrida contra el peso es que se había cerrado el financiami­ento externo a las empresas locales: hay al menos seis emisiones de bonos postergada­s (de Telecom , Petroquími­ca Comodoro Rivadavia, etc.) por el equivalent­e a unos US$4500 millones cuyo ingreso ayudaría a tranquiliz­ar al mercado.

El resto de las discusione­s, razonables, posibles y justificad­as, quedará para otros días. En lo posible, para cuando la corrida contra el peso haya pasado.

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