LA NACION

Las vueltas de la vida de Quintero, la última debilidad de Gallardo

El zurdo que se destaca en River sufrió la ausencia de su padre, debutó a los 16 y casi cuelga los botines; rumbo a Rusia, le saca diferencia a Cardona

- Pablo Lisotto

BOGOTÁ.– A los 2 años Juan Fernando Quintero sufrió la desaparici­ón forzada de su padre, Jaime Enrique Quintero Cano, en un confuso episodio que jamás se esclareció. A los 16 debutó en la primera de Envigado. A los 22, luego de jugar su primer Mundial con el selecciona­do de Colombia, estuvo a punto de abandonar el fútbol. Y a los 25 no solo se afirma como una de las piezas importante­s de River, sino que además se ilusiona con convencer a José Pekerman –al parecer, está muy cerca de conseguirl­o– y defender la camiseta cafetera en Rusia.

Fue una gran apuesta de Marcelo Gallardo cuando decidió sumarlo al plantel, en el último mercado de pases. Quintero está considerad­o por muchos como uno de los últimos números 10 de raza que queda en el mundo, y cumple con uno de los requisitos jamás escritos por el entrenador: es zurdo.

A diferencia de lo que venía ocurriendo en los últimos partidos, en los cuales ingresaba desde el banco de suplentes y marcaba la diferencia, frente a Independie­nte Santa Fe fue titular, y no desaprovec­hó su chance. De sus pies nació la gran jugada individual (corrió 50 metros con la pelota dominada) que culminó con un pase exacto a Lucas Pratto, que definió con sabiduría.

Pero no fue solo eso. Al hombre nacido hace un cuarto de siglo en Medellín se lo nota acoplado al equipo, integrado, y muy activo. Sin embargo, es consciente de que su aporte se da desde el lugar que decida el entrenador. “Todos los jugadores de mi plantel son importante­s. Algunos juegan todo el partido, otros un tiempo y otros solo 10 minutos. Pero ninguno es menos importante que otro compañero”, explicó Gallardo.

Ocurre que el ingreso de Quintero obliga a mover la estructura. A que sea Nacho Fernández la pieza a reemplazar. Así es el fútbol, y por eso es tan necesario lograr y sostener un buen clima como grupo, convencien­do con palabras y con hechos, que realmente cada uno cumple un rol importante para el equipo. El Muñeco lo sabe muy bien, y lo ejecuta a la perfección.

“Quintero es una de las variantes que tenemos. Es un jugador que entra fresco y nos da la posibilida­d de abrir un partido cuando el rival baja la guardia. Puede que le toque jugar de entrada y que, por la agresivida­d del rival, no sea lo mismo. No solo le pasa a él sino a muchos jugadores, que ingresan y cambian el partido. Eso está en mí. Uno puede ver cuáles son los mejores momentos de cada jugador”, había declarado Gallardo tras la victoria en Buenos Aires ante Emelec. En Bogotá, su lectura previa del partido fue perfecta: con el inconvenie­nte de jugar a 2600 metros sobre el nivel del mar, guardar a Quintero para la segunda etapa hubiera sido un error. Apostó a salir a ganar de entrada y jugársela antes de que la altura comience a evidenciar sus efectos y salió ganando.

Después de una época complicada en Porto, donde entre su fanatismo por el Reggaetón y las malas compañías casi le cuestan la carrera, este renacer del colombiano no solo ilusiona a River, sino que provocó que Pekerman lo vuelva a considerar para la selección cafetera después de tres años sin citarlo. Luego de su muy buen inicio en la Argentina, participó de la última gira de la selección de Colombia, en la cual no desaprovec­hó su oportunida­d y le marcó un gol de penal a Francia en la victoria por 3 a 2.

El otro superclási­co

Las ilusiones de Quintero de disputar en Rusia su segundo Mundial (en Brasil 2014 jugó tres partidos y marcó un gol ante Costa de Marfil) tienen un rival directo, que por un guiño del destino defiende los colores de Boca. Pekerman deberá elegir entre él o Edwin Cardona, de gran pegada y dueño de una notable precisión, pero a la vez con lesiones que astillan su puesta a punto, ya sea para jugar en Boca como para viajar en condicione­s ideales a Rusia. La comparació­n de los últimos días beneficia al chico de River, una de las piezas destacadas del triunfo, en detrimento del volante xeneize.

Cardona jugó poco menos de media hora frente a Junior en Barranquil­la, y se lo vio recuperado luego del desgarro en el aductor derecho que lo marginó de las canchas por tres semanas. Aunque su falta de ritmo se sintió.

Desde aquella tarde en el Monumental, donde marcó un golazo de tiro libre y luego se fue expulsado por un codazo que no cometió, Cardona nunca volvió a destacarse. Quizás, la ausencia de Fernando Gago y su falta de entendimie­nto con Carlos Tevez, hicieron que su nivel de juego se opacara.

La contextura física de ambos también los diferencia. El de River mide 1,66 metros mientras que el N° 10 de Boca tiene casi 20 centímetro­s más. Además, la explosión de Quintero se contrasta con el juego más cansino de Cardona. Aunque el fútbol es un todo, y sería injusto solo enfocarse en ellos sin evaluar el contexto de cada uno. Mientras River se afianza cada día más como equipo, Boca es una suma de individual­idades, a las que le falta trabajo para volver a formar un equipo que tenga claro a qué juega. Y en el mano a mano mundialist­a, eso favorece a Quintero, claro.

 ?? Luis acos / afp ?? Quintero se adaptó al estilo de juego de Gallardo, al fútbol argentino y ahora Pekerman lo tiene entre sus preferidos
Luis acos / afp Quintero se adaptó al estilo de juego de Gallardo, al fútbol argentino y ahora Pekerman lo tiene entre sus preferidos

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina