Un escenario que demanda hasta cinco días de armado
Lo primero que impacta en Us + Them Tour es el sonido. Un tren viene hacia nosotros y ni siquiera tenemos tiempo de verlo. Lo sentimos tan cerca, tan nítido, que ese tren debe ser real, ¿no? Las pantallas completan el cúmulo de sensaciones que dispara el show a cada paso, a cada tema. Sucede que en lugares como el Palau San Jordi de Barcelona, un estadio del tipo arena construido en 1992 para los juegos olímpicos, encuentra el contrapunto ideal, en estadios abiertos como los que ya cobijaron a la gira en Italia o nuestro Único de La Plata, todo es más grande, más poderoso, más demoledor.
El escenario en el que se paran un Roger Waters siempre vestido de negro y sus músicos mide 66 metros de ancho por 25 metros de profundidad. La pantalla led que se ubica tras él es de 64,5 por
12 metros de alto. El sistema de audio, que incluye un sonido envolvente, está comprendido por
236 cajas ubicadas en distintos lugares.
El escenario consta de tres estructuras que, cada una, necesita de 25 camiones para ser trasladada de una ciudad a otra. El resto del material de la producción viaja en otros 25 camiones. Para montar desde cero el escenario, las luces, el sonido, los efectos, los videos y otros detalles se necesitan entre cuatro y cinco días de trabajo. El costo elevado de salir a la ruta con tanto equipamiento hizo casi inviable el tramo de Oceanía del Us + Them Tour. Estamos en presencia de un arsenal tecnológico sin precedentes y, probablemente, sea el último a esta escala que monte Roger Waters.