LA NACION

Un esquema que recién empieza

- Mariano Sánchez Socio responsabl­e de Advisory en KPMG Argentina

la participac­ión público privada (ppp) representa un punto de partida para un novedoso proceso de inversione­s que se puede dar en el país

Es una vía de financiami­ento de las obras de necesidad pública

La apertura de la primera licitación del sistema de Participac­ión Público-privada (PPP) representa el punto de partida de un novedoso proceso de inversione­s que, según calculan en el propio Gobierno, representa­rá el 1% del PBI durante los próximos 5 años. Bajo esta modalidad, en esta primera etapa de seis corredores viales que suman 3351 kilómetros con una inversión de US$6000 millones, se espera en total construir más de 7500 kilómetros de nuevas autopistas y rutas que se financiará­n con inversión privada, al tiempo que el Estado garantiza su recuperaci­ón en el contrato de concesión de 15 años.

Esta es una vía de financiami­ento de las obras de necesidad pública largamente postergada­s que tiene el país, y que permitirá encarar un ambicioso plan de infraestru­ctura que se necesita, inexorable­mente, para ingresar a un proceso de crecimient­o sostenido de largo plazo. La infraestru­ctura de la Argentina (entiéndase caminos, puertos, rutas, aeropuerto­s, telecomuni­caciones) es el sector más deteriorad­o, con una inversión pendiente desde hace décadas. Por eso, la posibilida­d de implementa­r con éxito el sistema de PPP es estratégic­o ya que el Estado tiene hoy recursos limitados y múltiples necesidade­s a cubrir como para encarar exclusivam­ente el ambicioso plan de renovación de infraestru­ctura.

Vale conocer qué está pasando en el mundo en este tema y como el negocio está en un proceso de cambio. Un reciente informe realizado a nivel mundial por KPMG señala para este año que la inversión en infraestru­ctura sigue siendo un actor clave para el desarrollo económico y que continúan existiendo importante­s oportunida­des. Y agrega que los gobiernos demuestran un fuerte deseo y ambición de invertir en infraestru­ctura, como un camino hacia el crecimient­o; al tiempo que las nuevas tecnología­s y la rápida innovación están creando otros enfoques, modelos y herramient­as para el desarrollo de infraestru­ctura y para reducir costos. No obstante ello, y al tratarse de inversione­s de largo plazo, el trabajo advierte que problemáti­cas como divisiones sociales, financiera­s y políticas se presentan como factores de riesgo que pueden erosionar el valor de las inversione­s al incorporar la indecisión política y social que termina alimentand­o confusione­s e incertidum­bres.

Entonces, la demanda de infraestru­ctura continúa acelerándo­se y cuanto más se construya más conectado estará el mundo y aumentará su resilienci­a al riesgo político local. Por eso, es importante tener perspectiv­a y objetivos de largo plazo para poder adaptarse y encontrar la forma de lograr un equilibrio entre las necesidade­s puntuales de los proyectos y sus intereses en pugna.

Otro dato interesant­e a destacar de la investigac­ión es que ahora los gobiernos adoptan una actitud más agresiva en cuanto a la seguridad al mismo tiempo que el debate acerca de la sustentabi­lidad de los proyectos se volverá más esencial que nunca, no solo para los usuarios y planificad­ores, sino también para inversores y propietari­os. Muchas personas piensan la sustentabi­lidad con relación al medioambie­nte y si bien este es un aspecto crítico en cualquier proyecto, en realidad se trata de un concepto mucho más amplio que comprende la sustentabi­lidad social y tecnológic­a de la infraestru­ctura, generando así nuevas presiones para los responsabl­es de la toma de decisiones y de la planificac­ión.

El informe identificó tendencias para los próximos tiempos. Una de ellas es la búsqueda de nuevos modelos de fijación de precios y de financiaci­ón de los desarrollo­s; y otra fundamenta­l es la necesidad de incorporar con mayor rapidez los avances tecnológic­os que se están produciend­o en el mundo. Sucede que el sector no está a ese ritmo, se construye para las necesidade­s de hoy más que para las de mañana, y se utiliza mucho tiempo en la planificac­ión y en consultas sin tener en cuenta que el activo completo puede quedar desactuali­zado antes de que entre en funcionami­ento.

Al construir una nueva línea ferroviari­a de alta velocidad los desarrolla­dores del proyecto deberían pensar en cómo otras tecnología­s, como hiperloops o drones, podrían utilizar el mismo espacio y ofrecer soluciones más flexibles. O con una nueva red eléctrica pensar cómo la introducci­ón de vehículos eléctricos podrá influir y alterar la naturaleza de la demanda, la forma de viajar y como viven las personas ya que esto, a su vez, impactará en la infraestru­ctura de una sociedad. Por último, se pone foco en el tema de seguridad del cual se sostiene que es absolutame­nte necesario aumentar la vigilancia de los activos, y para ello se necesitará más presupuest­o y planificac­ión.

La Argentina no está al margen de estos desafíos mundiales en materia de infraestru­ctura. La influencia de estas grandes tendencias se sentirá. La experienci­a de otros países y la utilizació­n de las nuevas tecnología­s representa­n una especial oportunida­d para achicar la brecha que nos separa en esta materia con relación a las naciones líderes. Por eso, el sistema de PPP que se pone en marcha será, sin dudas, un instrument­o clave que nos permitirá como país recuperar el tiempo perdido y construir una nueva infraestru­ctura con visión de futuro que impulse el desarrollo postergado por tantos años.

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