Obligados a disimular disidencias
Esta semana, el llamado “círculo rojo” asistirá a una exhibición ostentosa de fraternidad y concordia entre los socios de la alianza oficialista Cambiemos. El primer acto tuvo como escenario la Casa Rosada: allí se vio a la dirigencia de primera línea de Pro, la UCR y de la Coalición Cívica hermanada en un mensaje de unidad y de ratificación del rumbo económico. Una postal con la que se pretendió dar por superada la incomodidad que suscitaron en el Gobierno los planteos de Elisa Carrió y Alfredo Cornejo sobre la política tarifaria del ministro Aranguren.
El segundo acto tendrá lugar mañana, en la Cámara de Diputados: las milicias radicales, macristas y de la Coalición Cívica bajarán en tropel al recinto para resistir lo que consideran la avanzada populista opositora para retrotraer el valor de las tarifas de los servicios públicos. Denunciarán con voz altisonante, la herencia kirchnerista en materia energética y, con el índice en alto, acusarán de demagogos a los artífices del proyecto opositor. Eso sí, con cierto pudor, callarán cuando la oposición les enrostre facturas con aumentos exorbitantes o cuando les reproche las ganancias millonarias que embolsaron las empresas concesionarias de servicios públicos en los últimos dos años.
Será un espectáculo con todos los condimentos. Carrió alzará la voz para denunciar maniobras desestabilizadoras por parte de la oposición. Del otro lado, el kirchnerista Agustín Rossi hincará el cuchillo con los bienes que la mitad del gabinete macrista posee en el exterior. Se cruzarán argumentos y críticas, reproches y denuncias, pero la obra tendrá un final cantado: ante un eventual triunfo opositor, sobrevendrá el veto presidencial. Se cierra el telón y la dirigencia de Cambiemos, otra vez unida, aplaudirá la medida.
“no quedará otra alternativa; si sale la ley el costo fiscal será imposible”, es el argumento repetido en todas las trincheras oficialistas.
Esta demostración de unidad no tiene otro propósito que llevar tranquilidad a aquellos sectores donde todavía no cunde la tranquilidad. la volatilidad de los mercados aún no dio muestras de ser domada pese a las medidas drásticas que impuso el equipo económico el viernes pasado. En épocas de turbulencia económica, el Gobierno busca dar muestras de cohesión política en defensa de la gestión de Mauricio Macri, y detrás de este objetivo los aliados se encolumnaron sin condicionamientos.
no resulta fácil la convivencia interna cuando los estilos para hacer política son tan distintos. Resulta un ejercicio casi cotidiano contener el exabrupto cuando uno de los socios derrapa con una declaración pública incómoda. Para evitar estas situaciones se multiplicaron las reuniones de coordinación entre los socios de Cambiemos, entre legisladores y ministros y entre los propios legisladores.
“Se conversa mucho internamente para evitar que las disidencias, que las hay como en todo grupo humano, se exhiban afuera”, repiten como un mantra los dirigentes de Cambiemos.
Está visto que, en momentos de turbulencia, Cambiemos sabe disimular sus disidencias. Sin embargo, está visto también que, a diferencia de lo que sucede en el peronismo, en Cambiemos la palabra disciplina no rige.
A diferencia de lo que ocurre en el PJ, en Cambiemos no existe la palabra disciplina