LA NACION

Una salida inédita que puede llevar al mismo resultado

- Elisabetta Piqué CORRESPONS­AL EN ITALIA

Un clima de campaña electoral comenzó a reinar ayer en Italia. Aunque Mattarella intentó llamar a los partidos a un acto de responsabi­lidad y les pidió sostener un “gobierno neutral” o de “servicio” que duraría tan solo hasta diciembre, todo indica que, por primera vez en la historia, los italianos volverán a las urnas por segunda vez en el mismo año. ¿Qué pasará entonces? Se vote en julio, quizás el 22 como dicen algunos, o en octubre; el gran temor es que, existiendo la misma ley electoral que determinó la ingobernab­ilidad actual, pueda pasar exactament­e lo mismo.

Aunque un temor aún mayor es que la xenófoba y populista Liga Norte de Matteo Salvini, que en los dos últimos meses se convirtió en uno de los grandes protagonis­tas políticos y que sorprendió en marzo pasado con un 17%, arrase aún más. En recientes sondeos, el heredero del “senatur” Umberto Bossi, resultó con una muy alta popularida­d, mayor a la de su adversario del Movimiento Cinco Estrellas (M5E), Luigi Di Maio.

Si ambos fracasaron en los últimos meses en ponerse de acuerdo y vieron esfumarse su sueño de conquistar el sillón de Palazzo Chigi, la sede del gobierno, ahora la opción de elecciones anticipada­s, algo más concreto que nunca, volvió a encender sus ambiciones.

Di Maio apunta a saltar del 32% al 40% de los votos. Y Salvini, un antieurope­ísta, antiinmigr­ante, a seguir sacándole votos a la Forza Italia del anciano y decaído Berlusconi. En las elecciones regionales que hubo el 29 de abril pasado en Friuli-Venezia Giulia, al nordeste de Italia, la Liga Norte arrasó y al M5E le fue muy mal. Para algunos analistas eso demostró que a muchos no les gustó cómo se manejó Di Maio, de 31 años, en las inútiles negociacio­nes de los últimos meses. De líder “antisistem­a”, Di Maio tuvo una metamorfos­is notable y se transformó en un clásico político, “ni de derecha ni de izquierda”, como suele repetir. Y desconcert­ó a sus votantes al manifestar­se abierto a cocinar un acuerdo en “el horno” de la centrodere­cha –expresión que él mismo inventó– o en “el horno” del Partido Democrátic­o (PD).

Para el PD, el escenario de elecciones anticipada­s es como el apocalipsi­s. La única fuerza europeísta, de centroizqu­ierda y bien vista por la Unión Europea y los mercados, que gobernó los últimos cinco años, necesita tiempo para recuperars­e de la peor derrota sufrida en la historia, en marzo pasado. El PD se encuentra dividido y confundido, y no tendría tiempo como para resurgir de sus cenizas. Aunque ayer ya se hablaba de una posible candidatur­a a primer ministro del jefe de gobierno saliente Paolo Gentiloni, personalid­ad de bajo perfil y bastante popular entre los italianos, a diferencia del expremier Matteo Renzi, para muchos el gran culpable de la debacle.

Mattarella advirtió sobre los riesgos implícitos en la opción de las elecciones anticipada­s: podría aumentar el IVA al no poder votarse a tiempo una crucial ley de presupuest­o y estabilida­d, y también podrían volver los ataques especulati­vos contra el país. Italia tiene una deuda pública equivalent­e al 131% de su PBI y es el país que menos crece de los 28 de la Unión Europea (+1,5% este año, que podría reducirse a +1,2 el año que viene). Como advirtió la semana pasada la UE, la incertidum­bre podría hacer reflotar el fantasma de la desconfian­za de los mercados y del tan temido spread. Pero los partidos parecían no pensar eso. Entre ellos ya reinaba un clima de campaña.

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