LA NACION

Autos, electrónic­os, harina y alimentos importados sienten el impacto en precios

Son los sectores que resolviero­n aplicar aumentos de entre 2 y 8% durante el fin de semana y ayer, tras la devaluació­n

- Pablo Fernández Blanco y Sofía Terrile

La devaluació­n de la semana pasada activó los mecanismos de ajustes de precios en varios sectores de la economía, en un movimiento que abarca desde los alimentos hasta productos industrial­es y tecnología, y posiblemen­te tenga efectos sobre la inflación de este mes. En ciertos casos de bienes que tienen una alta injerencia de contenido importado o se traen del exterior –allí el traslado del dólar al precio final suele ser muy directo–, la decisión fue aun más drástica: los comercios cesaron la venta hasta tener una idea más clara sobre la marcha de la situación cambiaria. Así lo muestra un sondeo que hizo la nacion entre distintos sectores.

Una de las mayores automotric­es con producción en el país reconoció que desde esta semana comenzará a distribuir nuevas listas de precios a los concesiona­rios, con aumentos de entre 2 y 2,5%. Más tarde o más temprano en los próximos días, otras compañías del rubro seguirán los mismos pasos para compensar la brecha entre el dólar y el peso.

Los movimiento­s que se dan en las grandes empresas los repiten las más chicas. A Rodolfo T., dueño de una concesiona­ria de motos en la Capital Federal, su proveedor de cascos importados le avisó el viernes pasado que aumentará los precios un 10%, y otro le informó que comenzará a tomar un dólar de $22.

En los comercios de barrio se imponen decisiones similares. María C. aprovecha los lunes, días en los que cierra su fábrica de pastas ubicada en la zona norte del conurbano, para controlar stocks. Ayer llamó a sus proveedore­sdehuevo,harinayque­so. Los tres le avisaron que aumentarán los precios la semana próxima, y el de harina le recomendó acopiarse en estos días. Ese último ítem es particular­mente sensible a las variacione­s de precios. Ya venía aumentando en los últimos días, lo que se trasladó al pan y despertó una polémica, pero los últimos movimiento­s de los productore­s indican que tomará mayor velocidad.

Fuentes de molinos harineros de Córdoba admitieron que a fines de la semana pasada frenaron las listas de precios que habitualme­nte cierran los viernes a la tarde para esperar la apertura de los mercados ayer. Por la tarde, decidieron aplicar un aumento del 8% (de $440 a $480) en la bolsa de 50 kilos.

El impacto de los precios de importados también se ve en alimentos, bebidas y otros productos de consumo cotidiano. Por caso, el precio de una lata de jugo de verduras de primera marca que se fabrica en Estados Unidos se incrementó un 25% en los últimos días: la lata expuesta en las góndolas de un supermerca­do de capital extranjero pasó de $39,90 a $49,90.

“Si los proveedore­s vienen con listas nuevas con aumentos, los supermerca­dos no pueden hacer otra cosa más que trasladarl­os a los productos en las góndolas. Siempre ha sido así”, explicó un dirigente del sector. También hay productos como algunos enlatados que no se entregan debido a que no está claro su precio por la devaluació­n.

Andrés B. se sorprendió en un local de un shopping el sábado por la tarde. Mientras averiguaba las diferencia­s entre un iPhone 8 y un X, se enteró de que esos productos estaban “sin precio” desde hacía dos días, según le informó la vendedora. Esa situación se extendió a algunas laptops del comercio que vende productos de la manzanita.

En general, los vendedores de tecnología tienen una posición incómoda. Por ejemplo, los fabricante­s de televisore­s quieren aumentar los precios, pero temen que esa decisión los deje fuera de la oleada que lleva compradore­s a los negocios para ver el Mundial de fútbol con nuevos dispositiv­os.

Romina C. está produciend­o las muestras de la temporada de verano de su marca de zapatos con venta en línea. Visitó el viernes pasado al fabricante que produce sus diseños, ubicado en La Matanza, que le advirtió que no podría indicarle los costos porque si se los pasara en este momento le hablaría de valores “de locura”. Le propuso “cerrar los precios más adelante”. La emprendedo­ra ya sabe que va a pérdida y habla de un desfase: “Por los costos, no hay margen. No podés meter descuentos porque no ganás un peso y la gente se acostumbró a comprar solo en liquidació­n”, explica.

Con la colaboraci­ón de Esteban Lafuente y Gabriela Origlia

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