Con la mira en la cumbre, Kim le entrega tres presos a Trump
Estaban detenidos bajo cargos de espionaje y viajaron de vuelta con el secretario de Estado, Mike Pompeo
WASHINGTON.– El acercamiento entre Estados Unidos y Corea del Norte, enemigos a muerte dos meses atrás, tuvo ayer su primer éxito tangible con la liberación de tres ciudadanos norteamericanos que estaban prisioneros en las cárceles del régimen bajo cargos de ejercer actividades de espionaje.
Se trata de “un gesto de buena voluntad” del gobierno de Kim Jongun, dijo el presidente Donald Trump al anunciar la liberación de los tres hombres, que viajaron de vuelta a Estados Unidos en el avión del jefe de la diplomacia norteamericana a su regreso de una visita oficial para, además, sellar detalles de la próxima cumbre entre ambos líderes.
La liberación también coincide con el alejamiento de Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán, en un juego de amigos y enemigos que redibuja las prioridades y necesidades estratégicas de Trump (ver página 2).
“Me complace informarles que el secretario de Estado, Mike Pompeo, está en el aire y de regreso de Corea del Norte con los tres maravillosos caballeros que todos esperan con ansias”, anunció Trump sobre el vuelo que aterrizó horas más tarde en la base aérea Andrews.
Según funcionarios de la Casa Blanca, el gobierno norcoreano les otorgó a los tres hombres una “amnistía”, una prenda de paz entre dos gobiernos enfrentados por los meteóricos avances del programa nuclear norcoreano y por la retórica de línea dura que exhibió Trump.
La liberación se produjo mientras Pompeo discutía los detalles con la dirigencia norcoreana de la inédita cumbre que sentará a la misma mesa a Trump y Kim, a quien el presidente republicano calificó el año pasado como “el hombre cohete”, mientras se cruzaban amenazas sobre su mutua capacidad de lanzar ataques nucleares.
Los rehenes liberados son Kim Dong-chul (64 años), Kim Sang-duk (58) y Kim Hak-song (60), nacidos en Corea del Sur y con nacionalidad norteamericana.
El simbolismo de la liberación cobró más fuerza por tratarse de los últimos ciudadanos norteamericanos que quedaban en las cárceles del régimen. El anterior había sido el universitario Otto Warmbier, que murió en junio de 2017, días después de ser repatriado a Estados Unidos con graves daños cerebrales.
“Más que nada, agradecemos a Dios por el regreso seguro de Tony”, el nombre norteamericano de Kim Sang-duk, dijo su familia en un comunicado, y agradeció a todos los que trabajaron por su regreso, en especial a Trump por entrar en diálogo con Corea del Norte.
Caídos los últimos escollos a la cumbre, Trump dijo que el lugar y la fecha del encuentro con Kim serán anunciados “en los próximos tres días” y descartó la Zona Desmilitarizada, que divide la península de Corea desde la guerra que enfrentó al Norte y al Sur en 1950-1953.
Trump exige que Corea del Norte renuncie de manera irreversible a sus misiles balísticos y sus armas nucleares, que en 2017 adquirieron la inquietante capacidad de alcanzar territorio norteamericano.
Kim, por su parte, dice tener como objetivo la desnuclearización total de la península, aunque no ha dado indicios de lo que está dispuesto a conceder y lo que va a exigir a cambio de bajar la guardia en el desarrollo de su programa atómico.
Corea del Sur, en tanto, saludó la decisión de Pyongyang de liberar a los tres norteamericanos, una “señal optimista” de cara a la próxima cumbre de Kim y Trump. Pero pidió que el régimen libere también a seis surcoreanos que mantiene detenidos en sus cárceles, a pesar de la creciente distensión entre los dos países desde los Juegos Olímpicos de Invierno, en febrero pasado, del lado sur de la frontera.
Tras autorizar la liberación de los presuntos espías norteamericanos, un funcionario de Pyongyang le advirtió a Pompeo: “Deberían asegurarse de que no cometan los mismos errores nuevamente”.