LA NACION

Inflación sin techo en Venezuela: puede llegar al 160.000%

Al ritmo actual, 2018 cerraría con un aumento de precios récord

- Daniel Lozano

CARACAS.– “Pueblo amado, te invito a hacer un acto de justicia contra la guerra económica. El 20 de mayo tengamos la más grandiosa victoria para continuar juntos la gran cruzada por la prosperida­d”. La campaña presidenci­al prosigue en Venezuela al margen de la realidad social y con los constantes alegatos de Nicolás Maduro, como el que abre esta crónica.

Una campaña que la mayor parte del país mira de reojo mientras emplea sus energías para paliar la desmesura inflaciona­ria: sus inquietude­s ya no son si encontrará­n el alimento o producto básico buscado, sino si tendrá suficiente dinero para pagar precios millonario­s por casi todos los productos.

La Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional certificó esta semana que la subida anualizada de los precios hasta abril alcanzó 13.779%. “El crecimient­o de los precios en estos meses ha sido simplement­e brutal. Pero esto será solo la base de partida de los crecimient­os futuros, exponencia­lmente más altos. Si se repite un 65% mensual de inflación por 12 meses, la tasa anual superaría 160.000%”, resumió Luis Vicente León, presidente de Datanálisi­s.

Hasta los economista­s locales fueron superados en solo tres meses por la realidad económica. Lo mismo le sucede al Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), que apostaba por un incremento de casi 14.000% y una caída del PBI de 15 puntos.

“Al ritmo que lleva la hiperinfla­ción es muy probable que ya en julio ocupemos el deshonroso primer lugar que todavía ocupa Nicaragua. ¡Qué desastre macroeconó­mico!”, aventuró el diputado opositor José Guerra. El récord del país centroamer­icano data del primer periodo de administra­ción sandinista a finales de los 80, cuando la tasa de inflación anual llegó al 23.710%. También en el siglo pasado destacaron la boliviana (11.750%), la peruana (3564%) y la argentina (1470%).

¿Y cómo viven los venezolano­s semejante presión? Con vértigo, angustia y desesperac­ión. Como Marieta García, empleada de hogar de 42 años, que vive en una de las viviendas sociales del gobierno con sus hijas y nietas y quien reconoce sin rubor, mientras planea emigrar a Colombia, que “ya hace rato no comemos carne. Por nuestro barrio cuesta 2.300.000 bolívares el kilo, es imposible”. El nuevo salario mínimo impuesto por Maduro el 1° de mayo, que recibe al menos el 50% de los empleados del país, es de 2.550.000 bolívares.

Y no solo es la carne. El famoso cartón de huevos, usado para medir la inflación, alcanza el millón y medio y el kilo de pollo, 1.100.000 bolívares. La barra de pan, que se compra tras hacer cola, cuesta 90.000 bolívares, por ahora. El kilo de queso blanco paisa, que tanto gusta a los venezolano­s, está más allá de los 3 millones, y una sencilla taza de café supone un desembolso de al menos 320.000 bolívares.

Aunque parezca el guion de una película de ciencia ficción, subgénero posapocali­psis, se trata de la Venezuela revolucion­aria de hoy. “El fenómeno es demoledor y exponencia­l. Sin cambios en el modelo que nos trajo hasta aquí, el huracán desarrolla­rá toda su potencia”, pronostica León.

Un modelo, el chavista, que incluso aumenta la inflación con las medidas que está tomando de cara a las elecciones. “Los aumentos de salarios sin ninguna medida adicional son una gran presión en los precios. Otro elemento altamente inflaciona­rio son los decretos de bonos”, apunta Henkel García, director de Econométri­ca.

El “hijo de Chávez” se escuda en la “protección del pueblo” para entregar bonos económicos a los “patriotas” (poseedores del carnet de la patria), la mayor herramient­a de control social y político impuesta por la revolución en 19 años de gobierno. El último bono, para la “clase obrera” por el 1° de mayo fue de 1 millón y medio, el doble que los anteriores.

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