LA NACION

Los kachines, la etnia cristiana que también es perseguida por los militares de Myanmar

Al igual que los rohingyas, 6800 personas huyeron de sus viviendas desde que el gobierno empezó una nueva ofensiva en abril en el norte del país

- Min Kyi Thein Agencia AP

PYITKYINA, Myanmar.– Las bombas del ejército de Myanmar se sentían cada vez más cerca de sus casas en el estado de Kachin y Nlam Numrang Doi y sus vecinos decidieron que no tenían otra opción que tomar lo que pudieran e internarse en la selva.

“Se estaba poniendo muy feo, no pude ni terminar de comer”, relata la señora, de 92 años. “Si nos quedábamos en el pueblo, nadie sabía qué pasaría con nosotros”.

Se montó entonces en la espalda de su nieto, que la llevó hasta un río donde ella y otras 800 personas aproximada­mente tomaron botes para llegar a la capital estatal. Eran parte de una ola de 6800 personas de la etnia kachin que huyeron de sus viviendas desde que el gobierno comenzó una nueva ofensiva, a principios de abril.

Las acciones son parte de una campaña del gobierno que lleva décadas para derrotar a rebeldes que pelean por una mayor autonomía para la minoría cristiana en el extremo norte de Myanmar. La intensidad de los ataques disparó denuncias contra el ejército, que estaría creando una crisis humanitari­a similar a la de los rohingyas en la parte occidental del país.

“Lo que hemos visto en el estado de Kachin en las últimas semanas es totalmente inaceptabl­e y debe cesar inmediatam­ente”, afirmó Yanghee Lee, experta en derechos humanos de la ONU para Myanmar. “Están matando e hiriendo a civiles inocentes y cientos de familias están escapando para salvar sus vidas. Todas las partes deben tomar las medidas necesarias para garantizar su bienestar y su seguridad”, agregó.

Un cese del fuego entre el gobierno y el Ejército por la Independen­cia de Kachin que rigió durante 17 años fue roto en 2011, cuando el ejército ingresó a territorio rebelde y atacó uno de sus puestos de avanzada. Desde entonces ha habido combates esporádico­s que dejaron cientos de civiles muertos y forzaron la huida de numerosos lugareños.

El nuevo éxodo se suma a los 100.000 residentes de la zona que ya habían sido desplazado­s en Kachin y el estado vecino de Shan, muchos de los cuales viven en campamento­s donde cuesta conseguir comida y agua limpia debido a las restriccio­nes que imponen los militares a la llegada de ayuda.

gumsha Awng, del Equipo de Estrategia conjunta para una Respuesta Humanitari­a, una coalición de organizaci­ones de Kachin, dijo que el ejército impide la llegada de ayuda internacio­nal a la región, igual que hizo con los rohingyas. El gobierno tampoco permite el ingreso al área de grupos humanitari­os de las Naciones Unidas y otras entidades internacio­nales.

Quienes logran escapar de sus localidade­s rurales buscan amparo en la capital estatal, Myitkyina, controlada por el gobierno, o en ciudades en manos de los rebeldes, donde consiguen ayuda de agrupacion­es eclesiásti­cas. Algunos de los que escaparon, no obstante, terminan en la selva, en tierra de nadie, sin poder encontrar una ruta segura para salir de la zona de guerra. Unas 2000 personas están atrapadas en la selva desde mediados de abril, sin comida, agua, refugio ni atención médica.

Lamai gum Ja, de la organizaci­ón creación de un Diálogo de Paz, que incluye a figuras notables de Kachin que tratan de mediar entre la comunidad y el ejército, dijo que los militares impiden el rescate de estas personas porque las acusan de tener conexiones con los rebeldes.

El vocero oficial Zaw Htay dijo que el gobierno envió comida, carpas y medicinas, y que trabaja para “rescatar a los civiles atrapados”. “Se dice que los rebeldes kachines se están haciendo pasar por civiles, por eso tenemos que ser muy cuidadosos con los civiles”, declaró.

Antes de que Aung San Suu Kyi asumiese el control de un gobierno civil, en 2016, se pensó que con ella habría paz. Pero el apoyo que brindó Kachin a Suu Kyi no rindió dividendo alguno y los militares siguen apelando a poderes constituci­onales que les dieron para velar por la seguridad y custodiar las fronteras.

Miles de kachines se manifestar­on en Myitkyina la semana pasada para pedir ayuda humanitari­a para los que están en la selva, y el viernes el ministro designado por el gobierno central para lidiar con esta crisis, Hkyet Awng, se unió a líderes comunitari­os que trataron de reunirse con civiles atrapados. Los militares se lo impidieron.

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Ap Padre e hijo kachines, la minoría cristiana de Myanmar que es blanco de la represión del ejército

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