LA NACION

Un objetivo que enfrenta múltiples desafíos en cada país

- Fernando Morra

La historia es madre de la experienci­a. Mantener una inflación reducida y estable es uno de los objetivos de la política económica; analizar las condicione­s en las que los países la combatiero­n y las caracterís­ticas propias del proceso de formación de precios en cada contexto puede resultar útil para comprender los desafíos a enfrentar. Dos ejemplos de ello.

Desde 1973, la mayor parte de los países de Europa vivieron un incremento en la tasa de inflación que se mantuvo a partir de allí en niveles elevados. La fecha coincide con lo que suele conocerse como el primer shock del petróleo. Un impacto negativo de los términos de intercambi­o como este podía compensars­e, en parte, con un incremento del tipo de cambio real. Pero si todos devaluaban, nadie lo hacía. En 1979, los miembros de la Comunidad Económica Europea crearon el Sistema Monetario Europeo con el fin de contrarres­tar la inestabili­dad y volatilida­d de los tipos de cambio. Este sistema se mantuvo en el proceso de desinflaci­ón de estas economías y derivó en la moneda común.

A principios de 1990, Chile y Colombia hicieron un conjunto de reformas con el fin de reducir progresiva­mente la tasa de inflación. Se establecie­ron nuevas cartas orgánicas para los bancos centrales con una novedad: las autoridade­s monetarias debían establecer metas de inflación. Esas metas eran complement­adas con controles e imposicion­es al movimiento de capitales y bandas de flotación cambiaria preanuncia­da. Estas ayudaban a reducir los efectos negativos de posibles reversione­s en el flujo de capitales que implicasen saltos devaluator­ios bruscos, en un contexto donde se reconocía que el traspaso a precios finales era elevado y podía poner en jaque al proceso de desinflaci­ón.

Reducir la evaluación de la política monetaria a una sola dimensión es absurdo. Los objetivos de la política económica son múltiples: mantener un ritmo adecuado de la actividad y velar por la estabilida­d financiera son misiones de casi cualquier Banco Central, tanto como mantener una inflación baja y estable. Pero conciliarl­os no siempre es posible. La historia muestra que cambios en precios relativos tienen en ciertos contextos efectos de primer orden sobre precios, pero estos tal vez resulten necesarios para alcanzar otros objetivos. Evaluar el desempeño de la política económica como si el mundo fuese ideal es tan absurdo como diseñarla pensando que es perfecto cuando no lo es.

El autor es economista y docente de la Universida­d de La Plata

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