De Gago y Benedetto al gran final que llevará a Pavón a Rusia 2018
Como cada campeón, el equipo conducido por Guillermo y Gustavo Barros Schelotto se sostuvo en un esqueleto confiable que, si bien tuvo altibajos, generalmente terminó rindiendo
LA PLATA.– No hay dudas de que por una razón u otra todo el plantel de Boca se merece levantar este bicampeonato. Cada integrante, se sabe, es parte del logro. Sin embargo, también es cierto que una coronación se construye desde ciertos puntos fuertes. Hay apellidos que se destacaron por sobre otros, incluso sin poder ser grandes protagonistas por haber sufrido lesiones graves. Pero al fin y al cabo están dentro de la bolsa de aquellos que fueron verdaderamente esenciales para sumarle a la entidad de la Ribera una nueva estrella. La Nº 67.
Fernando Gago y Darío Benedetto fueron algunos de ellos pese a haber jugado pocos encuentros. Tuvieron una gran relevancia dentro de un equipo que hoy se permite festejar, entre otros factores, por la diferencia de puntos que obtuvo en el comienzo del torneo en el que ambos jugadores se destacaron. A través del fútbol elegante del capitán, lo que le valió al futbolista de 32 años la citación a la selección, donde se rompió los ligamentos cruzado anterior y lateral derecho de la rodilla derecha en octubre de 2017, el conjunto de Guillermo Barros Schelotto exprimió al máximo la idea vertiginosa. Sus pases precisos y llenos de categoría le dieron una identidad que, tras su lesión, nunca más pudo encontrar.
Lo de Benedetto fue bestial desde los números. La rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha que sufrió en medio de la derrota ante Racing, de la 9a fecha, fue un mazazo para el mundo Boca, que aún intentaba digerir la baja de su Nº 5: en un mes perdía dos nombres pesados. Tan destacado fue su nivel que sus nueve gritos se mantuvieron en lo más alto de la tabla de goleadores hasta la jornada N°16.
Con esas ausencias era una incógnita quién se pondría al hombro la responsabilidad de tomar el mando. Se pensaba en algún nombre de experiencia, pero aquello fue solo una insinuación y todo quedó en dominio de un joven delantero: Cristian Pavón. Los murmullos que generaba a partir de la mala toma de decisiones cerca del arco rival se transformaron en ovaciones: lo que no era auspicioso terminó siendo determinante. No se escondió, aunque aquello va más allá de pedir o no la pelota: jugó los 26 encuentros que lleva la Superliga, cifra que le permitió llegar a los 69 partidos oficiales consecutivos como titular.
Seis anotaciones pueden sonar a poco para un delantero tan desequilibrante como él, pero si aquello está combinado con 14 asistencias entonces tiene un gusto dulce innegable. Kichán fue un jugador solidario no solo a la hora de ceder festejos, sino también a través del sacrificio defensivo: un verdadero 7 bravo que hizo suya toda la banda derecha –o izquierda, según qué exigía cada partido– ya sea para atacar como para recuperar pelotas. Y eso, en definitiva, se acerca mucho al ADN xeneize.
Los tres pilares mencionados deberán apretarse dentro del podio, porque es imposible dejar afuera a Wilmar Barrios. El colombiano había sido fundamental para conseguir el campeonato 2016/2017, pero con un sabor agridulce: se había ganado la titularidad en los últimos cinco encuentros. Esta vez sí tuvo un papel protagónico porque tan solo faltó en los encuentros ante Argentinos (por suspensión) y Newell’s (por lesión), además de haber reforzado todavía más el cariño que le tiene el hincha de Boca. A lo largo del torneo fue ese volante central típico del club de la Ribera: actitud, sacrificio y un despliegue que contagiaba a la parcialidad boquense.
En el trabajo por conquistar el anterior título, para Barros Schelotto había sido un dolor de cabeza el funcionamiento de la defensa. Por eso fue clave la llegada de un zaguero que conocía bien de su paso por Lanús: Paolo Goltz. El Mellizo tenía en él la imagen de un referente que podía acomodar las piezas. Y no se equivocó, más allá de algunos altibajos: fue el líder de una última línea que, en ese comienzo arrollador de ocho triunfos, solo había recibido dos tantos en contra. Las lesiones también influyeron para ese rendimiento: una sinovitis en la rodilla izquierda y tres desgarros lo acompañaron a lo largo de la temporada. Sin embargo, su llegada a la institución fue esencial, sobre todo para armar una zaga central muy eficaz con Lisandro Magallán.
Detrás estuvo Agustín Rossi, ese arquero que comenzó bien ubicado bajo los tres palos pero que fue construyendo dudas y reprobaciones. ¿Grandes responsabilidades en goles recibidos? Para nada, aunque su mal juego con los pies fue un gran déficit y la poca resistencia en algunos goles lo pusieron en el ojo de la tormenta. Pese a lo dicho, a él también hay que considerarlo parte fundamental de este trofeo. Porque, pese a sus 22 años, siempre soportó la presión y se mantuvo como titular en toda la Superliga, en la que consiguió 12 vallas invictas de 26 compromisos.
Gago, Benedetto, Pavón, Barrios, Goltz y Rossi, el grupo de principales intérpretes de un plantel que ya goza del bicampeonato doméstico.
Sabíamos que no iba a ser fácil. Siempre es bueno ser campeón y Boca es bicampeón. En el segundo tiempo estuvimos mejor, estoy feliz por el título que conseguimos y lo quiero celebrar con los compañeros y con la familia, que es la que siempre apoya. En los peores momentos solo tuvimos que pensar en nosotros”. cristian pavón