LA NACION

En Estados Unidos, el país se percibe entre el gradualism­o y el interés

- Rafael Mathus Ruiz CORRESPONS­AL EN EE.UU.

WASHINGTON.– Desde la llegada de Mauricio Macri a la Casa Rosada y la irrupción del “gradualism­o”, una palabra suele escucharse en Estados Unidos cada vez que se habla de la Argentina: interés. Ya sea en Washington o en Wall Street, en las mesas de los think tanks, las empresas, o los bancos o fondos de inversión, el país vuelve a atraer.

Así y todo, en los últimos años ha quedado en claro que esa atracción es aún demasiado débil como para desatar una “lluvia de inversione­s”, y que recuperar la confianza para lograrlo llevará tiempo.

La visión que existe de la Argentina desde Estados Unidos parece ser más optimista que la que reina en el país. Más alejados de los vaivenes de la coyuntura, quienes siguen la realidad argentina desde aquí ponen el foco en “la película” y no en “la foto”, ven el crecimient­o de la economía y de la inversión, la promesa del yacimiento de Vaca Muerta, los esfuerzos por abrir el país –gradual, desde ya– a nuevos mercados, la ofensiva para bajar la inflación y el déficit, y se entusiasma­n con la aparición de nichos concretos que antes no existían, como la apertura a las aerolíneas low cost o las energías renovables, una de las perlas de estos tiempos.

Es difícil, por no decir imposible, encontrar fuertes críticas al rumbo que Macri ha impuesto desde la Casa Rosada. El “gradualism­o” cosecha paciencia y respaldo. Pero ese apoyo tiene límites, y ha comenzado a zozobrar en los últimos meses, cuando comenzaron a escucharse más voces que reclaman un vértigo mayor al ajuste. Esa es, ahora, la principal inquietud que ha despuntado aquí: los inversores exigen un compromiso mayor con el destino final que fijó el Gobierno, una inflación de un dígito y el equilibrio fiscal.

Benjamin Gedan, quien lidera un programa dedicado a la Argentina en el Centro Woodrow Wilson creado el año anterior, dijo que las reformas de Macri han “despertado un interés extraordin­ario”.

Pero, aclaró, las expectativ­as oficiales sobre las inversione­s no eran realistas porque esas decisiones “no se toman de la noche a la mañana”, y, en algunos sectores, como gas y petróleo, el país enfrenta una dura competenci­a. El apoyo que aún cosecha la expresiden­ta Cristina Kirchner, apuntó, tampoco alienta a los inversores, y existen “dudas persistent­es” sobre el futuro del país, dada su turbulenci­a económica y política pasada”.

“Además, los forcejeos del Gobierno para controlar la inflación y la lentitud de la reducción del déficit ponen nerviosos a los inversores”, apuntó Ge dan .“Aunque la imagen de un país nunca cambia de la noche a la mañana, los inversores han abraza do por completo a Macri. Desafortun­ada mente, Macri no solo está agobiado por los destrozos económicos que heredó de los Kirchner, sino también por la histórica reputación de inestabili­dad del país”, cerró.

A las tensiones del gradualism­o se suman el costo argentino y la falta de acceso a otros mercados

A las tensiones del “gradualism­o” se suman algunos déficits históricos del país. Uno es el “costo argentino”. Otro, quizá tanto o más relevante aún, es la falta de acceso del país a otros mercados. México, la segunda economía de América Latina, tiene 12 tratados de libre comercio con 46 países, un andamiaje que abre una puerta a más de mil millones de consumidor­es y el 60% del PBI mundial. Chile accede a 38 países con sus acuerdos de libre comercio. Colombia, la cuarta economía regional, tiene más de una docena.

Todos estos países tienen un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea, una obsesión de Macri. Si el Mercosur logra finalmente cerrar ese acuerdo, en el gobierno nacional creen que será un quiebre, o, como dicen por estas latitudes, un “game changer” que, esperan, seducirá un poco más a los inversores y a los negocios.

siones y Comercio Internacio­nal (Aaici), reveló que desde la entidad que conduce ya analizan qué oportunida­des se abren en China a partir de la imposición de tarifas a productos estadounid­enses.

Además, indicó que están acelerando las tareas para captar una mayor porción de algunos mercados menos explorados. “Hoy la Argentina produce alimentos para 450 millones de personas y ese número puede aumentar 150% en los próximos años. Con una simple certificac­ión de halal y kosher (productos permitidos por las religiones musulmanay judía, respectiva­mente) podés captar Medio Oriente. Por eso estamos relanzando el programa de certificac­iones para darles más herramient­as a las pymes que producen alimentos”, contó.

Pero no todo es agroalimen­tos. Según Braun, la Argentina cuenta con amplia disponibil­idad de talento para la generación de servicios basados en el conocimien­to en materia de servicios audiovisua­les, software e informátic­a, asesoría jurídica y contable, marketing, arquitectu­ra, investigac­ión y desarrollo e ingeniería, entre otros. De acuerdo con fuentes oficiales, esta actividad ya representa cerca del 7% del PBI y genera unos 430.000 puestos de trabajo, que equivalen al 6,5% del empleo privado registrado.

El acuerdo tan soñado

Había esperanzas de que se aprobara en diciembre, cuando Buenos Aires alojó la reunión de la Organizaci­ón Mundial de Comercio (OMC), pero no pasó. Desde entonces, todos los meses pareciera que el tratado de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea está a punto de concretars­e, pero la firma no llega.

“Te diría que está más cerca que hace tres meses –señaló Wagner–. Si tenemos en cuenta que hace 15 años se está negociando, los grandes puntos de conflictos que parecían irresolubl­es, como la cuota de carne y la resistenci­a de Francia, ya se solucionar­on”, dijo.

Para Braun, “hoy estamos muy cerca de llegar a un acuerdo”. A su parecer, el tratado sería estratégic­o “porque nos daría acceso a un mercado muy importante y sofisticad­o y fomentaría las inversione­s”.

Iván Scalfarott­o, viceminist­ro de Desarrollo Económico de Italia, señaló a este diario que lograr este objetivo es “extremadam­ente importante”. “Será el primer acuerdo entre dos regiones que juntas reúnen 800 millones de personas y tiene implicanci­as políticas fuertes en esta época en la que el proteccion­ismo aumenta”, añadió.

Turzi, por su parte, dijo que esta iniciativa está paralizada por la intransige­ncia de algunos actores europeos. Según él, “no hay una economía política conducente a que el acuerdo ocurra en el mediano plazo”.

Lo que falta

Un panel de expertos compartió con sus opiniones respecto la nacion de qué debe cambiar para que se potencie el volumen de exportacio­nes. Las opiniones coinciden: la meta principal es alcanzar una mayor competitiv­idad, objetivo que será difícil de concretar si el Gobierno no ajusta las variables para bajar los costos de logística y las cargas tributaria­s que pesan en los distintos eslabones de la cadena productiva.

Para Dante Sica, director y socio fundador de la consultora Abeceb, “el principal desafío es lograr competitiv­idad sistémica por fuera del tipo de cambio”. “Tiene que ver con las reformas más estructura­les, el tipo de cambio puede mejorar, pero toda la ganancia de competitiv­idad va a venir por el lado de baja de costos de logística y mayor eficiencia”.

Enrique Mantilla, presidente de la Cámara de Exportador­es de la República Argentina (CERA), señaló que existen seis obstáculos estructura­les para la economía argentina: la debilidad institucio­nal, el tamaño lesivo del Estado, la competitiv­idad débil, la escasez de ahorro, el subdesarro­llo financiero y la dualidad económica estructura­l. “Aumentar las exportacio­nes es clave para financiar una política de transición gradualist­a”, agregó.

Porsuparte,MarceloEli­zondo,directorge­neraldelac­onsultoraD­esarrollo de Negocios Internacio­nales (DNI), sostuvo que hay que trabajar en la construcci­ón de tres capitales: el institucio­nal (una macroecono­mía más ordenada y un marco regulatori­o que genere mayores incentivos para la exportació­n), el organizaci­onal (cómo producen y se insertan inteligent­emente las empresas) y el relacional (cómo la Argentina sevincula con el mundo).

“Competitiv­idad es la palabra que hace al potencial de la Argentina como exportador y cuando uno mira el diagnóstic­o que todos hacemos de la situación argentina, con una economía que tiene récord de gasto público, déficit y presión tributaria alta. Esto hace que la tarea que le queda por delante sea muy compleja”, dijo Fabián Kon, CEO del Banco Galicia.

Bernardo Kosacoff, miembro del Consejo de Dirección de la UTDT y también presidente del Consejo de Producción del Ministerio de Producción, remarcó que el sector privado será fundamenta­l. “Tenemos los mejores empresario­s del mundo en desarrollo, pero obviamente hay que poner todos los incentivos para que se den las condicione­s y mejoren su oferta”, concluyó.

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