Los peatones, dueños del centro
Empezaron las multas por ingresar sin permiso de 11 a 16 a las nuevas áreas de restricción vehicular; el tránsito se redujo y los transeúntes invadieron las calzadas
Fue el efecto inmediato de la ampliación hacia el casco histórico y Retiro de la zona restringida para autos y motos, entre las 11 y las 16. Ayer empezaron a labrarse multas a los vehículos que ingresan sin el permiso correspondiente y se notó que circularon menos particulares. Como contrapartida, los transeúntes se sintieron dueños de las calles (en la foto, una cuadra de Defensa) durante esas cinco horas e invadieron las calzadas.
Muy pocos autos y motos particulares circularon entre las 11 y las 16 de la víspera en las nuevas zonas de restricción vehicular instrumentadas en Retiro y el casco histórico, en las que desde ayer empezaron a regir los castigos para los infractores. Si bien no hubo datos oficiales, a simple vista se pudo observar que transitaron mayoritariamente colectivos y taxis. La reducción del flujo de rodados tuvo un impacto inmediato: los transeúntes se adueñaron de muchas calles y caminaron por la calzada como si fueran vías peatonales, lo que obligó a los autos que salían de garajes a tener especial cuidado para no embestirlos.
Desde el 3 de abril, cuando se instrumentaron las nuevas áreas con restricción vehicular en el centro, ingresaron un 38% menos de autos particulares. En promedio, pasó de haber 8300 a 5150 vehículos diarios dentro del polígono, según datos de la Secretaría de Transporte porteña. Fuentes de la dependencia estimaron que, a partir de la aplicación de las multas a quienes entren sin autorización, alcanzarán un 50% de descenso.
Ayer, mientras los peatones parecían sentir que la calle les pertenecía, todavía había desconcierto entre los conductores. Muchos, desprevenidos, no habían alcanzado a tramitar el permiso necesario (ver aparte). Consultados en la esquina de Viamonte y Cerrito, la mayoría de los automovilistas ignoraban que serían multados si avanzaban otros 100 metros. “No tenía ni idea”, dijo Juan Binaghi, un contador que se dirigía hacia Retiro en su coche y debió alterar su recorrido al enterarse. “No sabía que ya llegaba hasta acá la prohibición”, se sorprendió Sergio Marcelo Almirón, que estaba haciendo trámites por el centro.
Dos agentes de tránsito de la ciudad contestaban dudas en esa esquina. A ellas se acercó un vecino de Viamonte al 700, que se enteró de que estará eximido de pagar el permiso por ser residente de la zona. “Antes era un loquero”, dijo, contento por la menor cantidad de autos que circulan por su barrio. Al mismo tiempo, se escuchó el reclamo de un automovilista que alquila una cochera dentro del sector afectado, pero no estaba al tanto de las restricciones. Fue advertido de que le podía llegar una multa.
La restricción rige entre las avenidas Santa Fe y Belgrano; los ejes Carlos Pellegrini-Bernardo de Irigoyen y Leandro N. Alem-Paseo Colón completan el polígono. El transporte público, las bicicletas y los taxis no están abarcados por la veda. Unas 55 cámaras de control están repartidas en los accesos y egresos del llamado Centro Peatonal, y conectadas a la base de datos de vehículos autorizados a ingresar: reconocen de manera automática si el rodado está habilitado o en in- fracción. Según datos de la Secretaría de Transporte, ya se procesaron casi 13.000 permisos.
En los alrededores del Teatro Colón, fue la de ayer una mañana tranquila: sin bocinas ni grandes embotellamientos. A las 11, en Viamonte y Carlos Pellegrini apenas un discreto cartel indicaba que ahí comenzaba el área de restricción. No había vallas cerrando el tránsito, pero sí una cámara de monitoreo.
Los automovilistas que no tramitaron el permiso especial se mueven por avenidas, que siguen siendo de libre circulación. Por eso, la mayoría de los particulares doblan a la altura de la 9 de Julio hacia Córdoba o Corrientes. Fue el caso de Alejandro Martínez, chofer de una empresa de fletes con base en Tribunales. “Mientras pueda, me manejo por avenidas”, dijo. Se refería que, en octubre, la zona restringida se ampliará hacia Tribunales.
“A mí me mata”, protestó Alejandro Pasculini, que también trabaja como fletero. “Y va a ser peor cuando amplíen el horario de 9 a 18, va a ser imposible, voy a tener que cargar y descargar por fuera de esos horarios”.
En el garaje de Suipacha 751, un cartel reza: “Tramitamos permisos”. El dueño, Ramón Fernando Montero, le pide los datos a quienes alquilan cocheras fijas y gestiona las autorizaciones. “No me queda otra”, explica. Reclama que en su local perdió un 50% de afluencia de un día para otro, porque desaparecieron los clientes ocasionales que pagan por hora. El cambio repercutió en los precios: “Entre los garajes que quedamos más perjudicados y los que están con mucho trabajo por encontrarse en la periferia de la
zona limitada, la hora varía entre los $55 y $85, y la estada, entre $190 y $270”, sostuvo.
Agustín Sacramento trabaja en una oficina estatal sobre Hipólito Yrigoyen, a metros de la Plaza de Mayo. Llega en moto y la estaciona en el garaje del edificio. Sabe que podría acceder al permiso para circular gratuitamente dentro del polígono, pero aún no lo solicitó: “Es complicado hacer el trámite porque necesito el contrato de alquiler de la oficina, en el que figura la cochera, y no sé quién puede tenerlo”, explicó. Mientras tanto usa las avenidas habilitadas. En los tramos por los que técnicamente no podría circular, camina con la moto “para evitar la multa”.
Para Silvia Carreras, médica que trabaja en Carlos Pellegrini y Bartolomé Mitre, disminuyó llamativamente la cantidad de autos que circulan por la puerta de su trabajo, algo que la alegra muchísimo. “Son veredas muy angostas y sentías que te pasaban los autos rozando”, destacó.