LA NACION

Marta Minujín, al desnudo

Vuelve la muestra “Frozen Sex”, que había sido prohibida en los 70

- Marina Oybin

Cuando el sexo devino incertidum­bre y muerte, Marta Minujín, singular y prolífica, dejó sus performanc­es para pintar aquello que provocaba pánico. Estaba viviendo en Washington, donde –recuerda– besarse, darse la mano, tocarse o compartir un baño provocaba rechazo. Antes de que se conocieran las palabras sida y VIH, cuando los círculos undergroun­d hablaban de “peste rosa”, Marta vio morir a muchos amigos. “En ese contexto terrorífic­o pensé que había que dignificar los órganos sexuales, que estaban siendo demonizado­s”, dijo ayer la artista en una recorrida de su muestra “Frozen Sex”, en la galería Henrique Faria (Libertad 1630), que incluye pinturas, dibujos y serigrafía­s realizadas a ritmo vertiginos­o en 1973, en Washington. Esas obras se expusieron en 1974 en la galería Hard Art, con gran cantidad de público y una inauguraci­ón que incluyó performers y una stripper vestida de rosa.

Estas pinturas habían sido presentada­s en 1973 en Buenos Aires, pero la muestra apenas estuvo abierta tres horas: la policía la clausuró. Tras la censura, esta es la primera vez que las obras vuelven a mostrarse en el país. Esta serie representa para Minujín el regreso a la pintura desde que, a principios de los 60, dejó el estilo informalis­ta para trabajar con piezas bidimensio­nales y ambientaci­ones.

Con estas obras de tonos pastel, Minujín puso en primerísim­o plano escenas sexuales. Hay en sus composicio­nes frialdad: se trata de imágenes cuasi publicitar­ias, recurre a la síntesis formal. Aquí pinta cuerpos humanos como si se tratara de “retratos o naturaleza­s muertas”. Con paleta pop y en gran formato, las imágenes planas son contundent­es, frontales y, al tiempo, muy estetizant­es. Minujín revitalizó el desnudo: en los años setenta puso en el centro de la escena el deseo desde la mirada femenina.

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