LA NACION

La ruta de la basura. En Villa Soldati, un complejo rescata por día 2500 toneladas

En el predio, de seis hectáreas, funcionan cuatro plantas de tratamient­o de distintos tipos de residuos; recuperan el 37% de todo lo que se genera en la Capital; sigue la inquietud por la incineraci­ón

- Mauricio Giambartol­omei

Entre montañas de escombros circulan camiones con volquetes y máquinas excavadora­s que trasladan el material procesado. Son los restos de todas las obras en construcci­ón de la ciudad, que se recuperan para su uso en otros proyectos y evitar que terminen en un relleno sanitario. Al mismo tiempo, por una cinta transporta­dora ingresan residuos orgánicos del circuito gastronómi­co que, junto a los descartes de la poda, se convertirá­n en compost destinado al abono de parques y plazas. El movimiento es incesante en el predio de Villa Soldati, donde, además, trabaja una cooperativ­a de reciclado que se encarga de la separación de los materiales para producir, por ejemplo, escamas de polietilen­o, con mayor poder de venta en el mercado privado. Y funciona una planta de tratamient­o de botellas PET (ver aparte).

Todo ocurre en el Centro de Reciclaje de la Ciudad, en el que se procesan 2500 toneladas de residuos de las 6700 que se generan a diario; sobre todo, áridos, restos de poda, desechos orgánicos y la basura de las campanas verdes instaladas en distintos barrios. El material llega en 700 camiones por día. Mientras se siguen debatiendo los efectos de la reforma de la ley de Basura Cero, que habilita la incineraci­ón mediante la termovalor­ización con recuperaci­ón de energía, en ese predio de seis hectáreas tiene lugar una parte importante de la cadena de tratamient­o de desechos, en diferentes etapas y procedimie­ntos. la nacion recorrió las instalacio­nes con motivo del Día Mundial del Reciclado, que se celebró ayer.

“La cantidad de material procesado no es significat­iva para los volúmenes de basura que se generan a diario, pero es un camino que se inicia y esperamos profundiza­r”, dijo el subsecreta­rio de Higiene Urbana, Renzo Morosi, al explicar el funcionami­ento de la planta de tratamient­o de residuos orgánicos. Provenient­es de 80 restaurant­es, hoteles, supermerca­dos y hasta hospitales, los restos de comida reciben una inspección visual de un grupo de operarios antes de ingresar en el sistema de compostaje, que consiste en una degradació­n controlada de la materia orgánica mediante microorgan­ismos, realizada en tres reactores.

Cada uno de ellos tiene la capacidad para procesar hasta diez toneladas diarias en ciertas condicione­s de humedad, temperatur­a y oxígeno para acelerar la descomposi­ción y terminarla en 30 días (en el ambiente demandaría entre cinco y seis meses). Cuando alcanza el punto deseado se mezcla con los restos de poda procesada para dar lugar a lo que se llama enmienda orgánica, utilizada para rellenar espacios verdes y como fertilizan­te.

“El compost es una reacción de carbono y nitrógeno; el primero lo aporta el material orgánico, el otro, el chip de poda. Una vez iniciado el proceso dentro del reactor se forma una masa crítica que ‘ataca’ los restos que van ingresando. Cuando sale del reactor se acopia en un sector para ir aireándolo hasta que se mezcla con la poda”, explicó Pablo Rodríguez, director general de Tratamient­o y Nuevas Tecnología­s.

La planta de residuos orgánicos tiene una capacidad para procesar hasta 30 toneladas por día. El mayor despliegue ocurre con el tratamient­o de los residuos áridos, los escombros de todas las obras de la Capital que llegan al predio de Soldati (Ana María Janer 2750), que pueden sumar hasta 2400 toneladas diarias. Tras el arribo, empieza la separación de los materiales reutilizab­les de los desechos a través de una zaranda, según las diferentes granulomet­rías; además, se descartan otros elementos, como madera, papel, cartón o plásticos que también son restos de obras.

“Hay diferentes tamaños de grano: uno es fino, como polvo, con mucho poder de compactaci­ón, y se usa antes de hacer pavimentac­ión; está la granza, una piedra chica que sirve para hacer hormigón pobre; el cascote de relleno y material bruto, sin triturar, que lo compran las cascoteras para molerlo a pedido de su cliente”, identificó Rodríguez. Las constructo­ras envían los desechos a la planta y el concesiona­rio privado luego lo comerciali­za.

Dudas de cartoneros

Hace pocas semanas, entre dudas y reclamos de agrupacion­es ambientali­stas, se votó la modificaci­ón de la ley de Basura Cero que habilita la termovalor­ización, o la incineraci­ón de basura con recuperaci­ón de energía. También determinó nuevas metas de reducción de la cantidad de residuos enviados a rellenos sanitarios.

La norma original, votada en 2005, estableció que la disminució­n debía ser de un 30% para 2010, de 50% para 2012 y de 75% para 2017, tomando como base los niveles remitidos a la Coordinaci­ón Ecológica Área Metropolit­ana Sociedad del Estado (Ceamse) durante 2004 (1,5 millones de toneladas). La reforma aprobada prevé el 50% para 2021, el 65% para 2025 y el 80% para 2030, sobre la base de los niveles de 2012 (2,2 millones de toneladas).

En medio de esta reforma polémica, y con sus temores a cuestas, están los 6000 cartoneros porteños que trabajan en las cooperativ­as y cobran un subsidio mensual de entre $5000 y $9000. Hay, además, otros 2000 que no forman parte del circuito formal. En promedio, cada uno recicla hasta 100 kilos diarios de basura. “Estamos con algunas dudas de que se pierdan los puestos de trabajo por la incorporac­ión de la incineraci­ón”, planteó Julio César Escobar, encargado de la cooperativ­a Alelí, que funciona en el Centro de Reciclaje de la Ciudad.

La cooperativ­a procesa en un centro verde automatiza­do MRF (material recovery facility), con la tecnología de mayor avanzada en el país. El equipo incluye unos 200 recuperado­res: 80 dentro de la planta y 120 en la calle recolectan­do el material para reciclar, que luego es transporta­do por la logística aportada por el gobierno porteño. Otras dos plantas MRF, en Saavedra y en Barracas, estarán operativas entre fines de año y principios de 2019, gestionada­s por cartoneros. Con la inversión en esta tecnología la Ciudad trata de demostrar que las fuentes de empleo no correrán peligro y que el reciclado seguirá siendo una opción viable más allá de la aplicación de la termovalor­ización.

El mayor despliegue ocurre durante el procesamie­nto de los escombros

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La recuperaci­ón de escombros, el corazón del centro de reciclaje
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Operarios clasifican residuos orgánicos antes de su procesamie­nto

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