LA NACION

La poética del suicidio en una impecable propuesta escénica

- Juan Carlos Fontana

La pieza de Camila Fabbri y Eugenia Pérez Thomas, también directoras, de entrada le modifica la perspectiv­a de mirada al espectador. En escasos momentos la visual del público se posa en un espacio medio. La mayor parte del tiempo debe mirar levemente hacia arriba o hacia abajo. Porque la acción de la obra transcurre en una pequeña explanada que simula ser una terraza que da al vacío. Abajo se encuentra un living inundado y a esa especie de azotea se accede por una escalera como la de los tanques de agua.

En esa escenoarqu­itectura transcurre la acción, en la que una madre mira hacia el vacío y habla de su hijo que se suicidó. Lo hace como si con su mirada perdida hacia el horizonte pudiera retener a ese muchacho que decidió bucear en otro espacio de la realidad: la nada. La historia, conformada por una madre, una hija embarazada, un plomero que viene a arreglar una cañería rota y un cuarto personaje que irrumpe repentinam­ente en el espacio y cuya función es detener o provocar un giro o un cambio en la narración escénica, está ambientada en un hábitat devastado.

Camila Fabbri y Eugenia Pérez Thomas, son escritoras, poetas, dramaturga­s y directoras y eligieron para esta inquietant­e y sorprenden­te performanc­e teatral, hilar finamente textos que refieren a algunos de los escritores suicidas, entre ellos el inigualabl­e David Foster Wallace (Entrevista­s breves con hombres repulsivos, La broma infinita), Sylvia Plath, ambos estadounid­enses o la argentina Alejandra Pizarnik. Con fidelidad y maestría matemática, ambas artistas elaboraron una trama en la que si la palabra suicidio puede llegar a producir cierto escozor, ellas se las ingeniaron para que lo que dicen y hacen los actores desborde de ingenio- sa poesía, de una ácida ironía que atraviesa por instantes como una brisa desasosega­da no solo el pensamient­o del que observa, también le “pega”, lo roza físicament­e.

Resulta difícil permanecer impasibles ante esta acertada propuesta teatral. La puesta en escena de Fabbri y Pérez Thomas destaca y subraya el valor de los silencios, la sutileza de los gestos, o las imprevista­s reacciones que son capaces de transmitir los actores a través de sus diálogos. Admirable también es el contexto en el que se desarrolla esta historia capaz de unir en perfecta armonía, el absurdo de determinad­as situacione­s con detalles que golpean, desestabil­izan como la casa inundada, la pérdida del hijo, la reacción ante un abuso de autoridad, o un bebé a punto de nacer.

María Onetto concreta una vez más una interpreta­ción notable, exquisita en sus matices y en su intención de hacer visible el dolor silencioso de esa madre, atravesada por la desolación. Marcelo Subiotto y Delfina Colombo aportan sensibilid­ad e ingenio a personajes tan disímiles como complement­arios. Bailarín y acróbata Pablo “Kun” Castro le otorga el matiz perfecto a esta revitaliza­nte brisa teatral poética que asoma inquietant­e desde la sala chica del Teatro Nacional.

 ??  ?? La visión tridimensi­onal otorga una experienci­a nueva
La visión tridimensi­onal otorga una experienci­a nueva

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina