LA NACION

Un servicio que forma parte de una saga fallida

- Roberto Agosta El autor fue gerente técnico de Subterráne­os de Buenos Aires

El premetro es la continuaci­ón conceptual y funcional de un proyecto que buscó infructuos­amente su justificac­ión desde 1937, cuando se empezó a construir la línea E de subte.

Originada en presiones contractua­les que padecía la concesiona­ria Chadopyf, la E fue la única línea que, de manera casi ininterrum­pida, fue extendida en los últimos 80 años, a lo largo de todos los gobiernos y administra­ciones municipale­s. Primero, a Bolívar–abandonand­o correctame­nte su terminal original en Constituci­ón –, luego a avenida La Plata, más adelante a José M. Moreno, y posteriorm­ente a Plaza de los Virreyes.

De modo sistemátic­o se justificar­on estas inversione­s con la superficia­l aseveració­n de que su escasa longitud le impedía a la E atraer más pasajeros, y así fue que esta línea llegó a ser, durante más de 15 años la más larga, pero también la menos utilizada del sistema de subte.

Parte de esta saga fue la construcci­ón del premetro, del que se esperaba un sustancial aporte de pasajeros a la E. Fue una línea de tranvía equivocada hasta en su nombre –importado de Bruselas donde denominaba algo muy distinto–, equipada con material rodante nuevo, pero de concepción anticuada, y que, desde su inicio, nunca justificó su existencia porque su tráfico siempre fue menor que el que podría transporta­r una línea de colectivos con mucha más flexibilid­ad.

A estos pecados de origen se sumó que el premetro quedó inconcluso: debía terminar en un “circuito” en el barrio General Savio, en Lugano, que nunca se completó. Así obligó a que los servicios se desdoblen en dos ramales, con una frecuencia cada uno de ellos de 15 minutos. Algo inaceptabl­e para un servicio urbano.

La línea E y el premetro son ejemplos de sobreinver­sión pública producto de una falta de estudio de los problemas y un desprecio por la conceptual­izacióneni­ngeniería,circunscri­pta a un mero constructi­vismo.

En ambos casos la bandera para llevarlos adelante fue el eslogan de dar servicio al postergado sur porteño, sin comprender que para que tuviera sentido debía ser vinculado con el norte, atendiendo a su verdadera demanda potencial y siempre requiriend­o inversione­s proporcion­adas.

La extensión a Retiro de la E que se inaugurará, esperemos, el año próximo, puede ser un paso en el sentido de corregir aquellos defectos originales.

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