LA NACION

Nadal recuperó el número 1

El economista del Iaraf dice que subir tarifas era ineludible, pero no de una sola vez

- Texto Carlos Manzoni Foto Patricio Pidal/AFV

Regresó a la cima del ranking de la ATP tras ganar su octavo título en el Abierto de Italia.

Nadin Argañaraz es un estudioso del sistema fiscal y tiene un diagnóstic­o claro, pero a la vez duro, de lo que sucede en el país en esa materia. “En lo que respecta a impuestos, la Argentina es el reino del revés”, dice el director del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf). Y, luego de fundamenta­r esa idea con ejemplos, agrega otra definición incómoda para el orgullo nacional: “El argentino pretende recibir todo lo que pueda del Estado y darle lo menos posible”. El economista asegura que las metas de inflación fijadas fueron muy ambiciosas y que la única forma de terminar con la suba generaliza­da de precios es reducir el déficit fiscal. “En los subsidios está explicado el 90% del déficit; por ende, trabajar sobre ellos llevaba a un equilibrio primario. Pero es imposible hacerlo con un shock”.

–¿Qué significa la vuelta al FMI para el bolsillo de la gente?

–Si el Fondo avala el gradualism­o fiscal, el bolsillo va a seguir soportando la suba de tarifas. Lo que puede cambiar es que el anuncio del Fondo genere menor volatilida­d, que se vaya a una calma financiera. La incertidum­bre del dólar, sumada a la tasa de interés, paraliza las decisiones económicas y lleva a una desacelera­ción, que complica el empleo. La clave es lograr la calma financiera al menor costo posible.

–¿Por qué no resultaron acá las metas de inflación que sí fueron efectivas en otros países?

–Porque fueron muy ambiciosas. Cuando se las corrigió, a fines de 2017, siguieron siendo ambiciosas. Lo relevante después de 10 años de inflación es que se vaya bajando genuinamen­te, sin pisar tipo de cambio y salarios, para evitar que cuando venga un sinceramie­nto del tipo de cambio se vuelva a tener un salto inflaciona­rio. El gran desafío del Gobierno es bajar la inflación

genuinamen­te, pero para eso hay que bajar el déficit y parar de emitir. No hizo ninguna de las dos cosas, porque solo recortó un poco el déficit y siguió emitiendo.

–¿Por qué no se puede solucionar el rojo del déficit en este país?

–Estamos en una situación fiscal muy compleja, porque llegamos a un peso del gasto público a diciembre de 2015 que es el más alto en 30 años, con la presión tributaria más alta de las últimas tres décadas, por lo que ya no tenés la vía de la creación de impuestos y tenés la presión de bajarlos (solo queda margen para recaudar más bajando la evasión, pero eso lleva tiempo). Reducir el gasto público en 5 puntos del PBI con un shock es imposible, porque no tenés un paraguas social para sostener ese ajuste. Por eso, yo fui partidario en 2015 de un acuerdo político, social y económico para encarar el cambio fiscal y que los esfuerzos fueran compartido­s por todos y no solo por el Gobierno.

–¿Por qué el Gobierno decidió no ir por ese camino del acuerdo?

–Eso no lo sé. Pero creo que era una oportunida­d para encarar el cambio de la dinámica fiscal. Lo que tenía con posibilida­d de bajar, lo más flexible, eran los subsidios económicos, porque no podía bajar jubilacion­es ni sueldos, ni parar la obra pública. En los subsidios está explicado el 90% del déficit; por ende, trabajar sobre ellos ceteris paribus [con todo el resto de las variables constantes] te llevaba a un equilibrio primario. El tema es cómo bajabas subsidios: el Gobierno lo empezó a hacer, pero es un camino gradual que depende del financiami­ento. Sin financiami­ento tenés que hacer un shock.

–¿Cómo bajaría los subsidios?

–Es muy complejo el proceso. Resulta que el déficit fiscal es lo que hace que emitas pesos, con lo que seguís teniendo inflación; entonces decidís eliminar el déficit con la baja de subsidios, pero justamente la baja de subsidios lo que hace es dar golpes en la inflación (vía aumento de tarifas). Por eso, es muy difícil. Pero si querés solucionar el déficit tenés que pasar sí o sí por la suba de tarifas. Yo no hubiera puesto metas de inflación, sino que hubiera ido anunciando la baja a medida que la fuera logrando.

–¿Por qué es tan grave el problema de la evasión acá?

–Porque el argentino pretende recibir todo lo que pueda del Estado y darle lo menos posible. Esto es racional en todo el mundo, pero en otras sociedades la gente paga igual sus impuestos, porque les funcionan la educación pública, la salud pública, etcétera.

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