LA NACION

El actor de reparto que al final se quedó con el papel principal

Producto de la crisis, el Presidente debió aplicar un reordenami­ento en el area económica

- Pablo Fernández Blanco

Ninguna crisis se reconoce como tal si al final del camino no se completa con un reordenami­ento de cargos en el Gabinete, como acaba de definir el presidente Mauricio Macri en el área económica.

Desde el punto de vista estratégic­o es una novedad esperanzad­ora, en especial si se tiene en cuenta que su antecesora en la Casa Rosada, Cristina Kirchner, confirmó en sus cargos a funcionari­os en momentos mucho más complejos, como la tragedia de Once, donde la muerte de 52 personas no impidió que el ex ministro de Planificac­ión Julio De Vido siguiera firme en su silla.

La unción del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, como coordinado­r del equipo económico (Macri se evita documentar­le el ascenso a jefe de Economía en el Boletín Oficial, aunque en la práctica ése será el lugar) es la corroborac­ión de que algo salió mal, tal como lo reconoció el Presidente, en otro ejercicio público de rareza histórica. Pero también es el resultado de diversas capas de presión sobre el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y sus coordinado­res, Gustavo Lopetegui y Mario Quintana. Se sabe: en la política todas las molestias estallan juntas en el momento de mayor debilidad.

Pocos meses después del cambio de mando, los ministros de Macri notaron una paradoja. Lopetegui y Quintana tenían voz y voto en las decisiones que hacían al manejo de todas las carteras, pero no firmaban decretos ni resolucion­es. El dato puede parecer menor, pero cobra relevancia si se lo mira en perspectiv­a. Por ejemplo, la principal defensa de los funcionari­os de Cristina Kirchner radica en el lugar en el que pusieron su nombre por escrito.

Los coordinado­res tampoco son la cara visible de ninguna cartera. Eso hace que los ministros deban poner el rostro al momento de comunicar decisiones antipática­s con las que, quizá, no estaban de acuerdo ni hubiesen tomado de no mediar una orden de la Jefatura de Gabinete.

No sólo de presiones internas se trata la reorganiza­ción del equipo económico. La idea de Macri de no tener un ministro fuerte de Economía chocó con el reclamo de varios empresario­s, que después de dos años de Gobierno aún no tienen en claro qué puerta tocar. Por ejemplo, Gustavo Weiss, de la Cámara de la Construcci­ón, discute el plan de obras públicas con el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, pero debe esperar la aprobación de los pagos por parte de Hacienda. Marcos Bulgheroni, de la petrolera Pan American Energy, debe hablar con el ministro de Energía, Juan José Aranguren, pero tiene que esperar definicion­es de Hacienda y de Finanzas para saber si cobrará, con bonos, lo que el Estado le adeuda por subsidios al gas.

La creación de un organigram­a horizontal también trajo consigo prácticas clásicas de la vida diaria, como el “llevar y traer” especulaci­ones y rumores, aunque con temas sensibles para el país, algo que también le genera molestia a Macri. Un ejemlo: hace aproximada­mente un año Aranguren se había mostrado en público reacio a concederle un pedido al grupo Techint, que proponía establecer un precio del gas que permitiera desarrolla­r más rápido Vaca Muerta. Sin molestias, los ejecutivos del holding que maneja Paolo Rocca sostenían al mismo tiempo que otras áreas de Gobierno no pensaban lo mismo que Aranguren. La referencia tácita era a la Jefatura de Gabinete.

Perseveran­cia

Dujovne también tuvo que ver con su fantástico ascenso. Es una especie de actor de reparto que se quedó con el papel principal de la obra en base a la paciencia y la perseveran­cia. Llegó para reemplazar a una figura fuerte, como Alfonso Prat-Gay, que quería ser ministro de Economía y debió conformars­e con la cartera de Hacienda y Finanzas. Su salida fue celebrada por Quintana y Lopetegui, quienes no lograron convencer al ex hombre de Elisa Carrió de reportarle­s ni que trabajara en equipo.

Tampoco se tuvo en cuenta a otro personaje destacado en el ambiente económico del PRO como Carlos Melconian. Quería la silla de ministro plenipoten­ciario, algo que nunca estuvo en los planes de Peña y su equipo. Macri le pagó los años de trabajo en conjunto con la presidenci­a del Banco Nación, algo que Melconian vio como un premio consuelo. Se debió ir cuando, aun desde una posición de menor jerarquía, se hizo imposible la convivenci­a con la Jefatura.

El perfil de Dujovne fue tan bajo al principio que era mirado de reojo por sus compañeros de gabinete. El ministro de Finanzas, Luis Caputo, pidió que le crearan un ministerio para no quedar debajo de un funcionari­o a quién no quería reportarle. No es el único que deberá hacerlo desde ahora. A la lista se suman otros nombres conocidos, como Guillermo Dietrich (Transporte), Aranguren, Andrés Ibarra (Modernizac­ión) y Rogelio Frigerio, entre otros.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina