LA NACION

Chubut y el medio ambiente

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Como parte del plan de reestructu­ración, el gobierno de la provincia de Chubut se plantea disolver el Ministerio de Ambiente y Control del Desarrollo Sustentabl­e. La idea representa un claro ejemplo de cómo en política también se pueden sufrir retrocesos. En este caso se trataría de un repliegue de magnitud considerab­le, donde las actividade­s extractiva­s podrían encontrars­e, de pronto, frente a la mayor de las flexibiliz­aciones: el ex Ministerio de Ambiente pasaría a conformar una sola estructura administra­tiva junto al Ministerio de Hidrocarbu­ros y Minería. Resulta inevitable imaginar la operatoria de trabajo de un ministerio que, al mismo tiempo, promueve una actividad riesgosa y discutida históricam­ente por la sociedad y alberga bajo su mismo techo a la autoridad que debe controlarl­o.

Es inviable afrontar un crecimient­o con seriedad sin advertir que existirán presiones para el desarrollo de proyectos de explotació­n de recursos naturales que podrían afectar sensibleme­nte el patrimonio provincial y, quizás, el bienestar de las futuras generacion­es. Es por eso que será cada vez más necesario contar con una fortaleza institucio­nal que permita un contrapeso adecuado para integrar la protección ambiental en todas las políticas del Estado. Para ello se requiere que la autoridad ambiental cuente con una jerarquía similar a la de los demás ministerio­s expresando así un verdadero compromiso político de la provincia con el desarrollo sustentabl­e. Algo que difícilmen­te podrá cumplirse debilitánd­ola o disolviénd­ola.

Proponer que la autoridad en materia ambiental tenga un papel débil no haría sino demostrar un errático interés del gobierno de Chubut para proteger sus recursos naturales y una belleza que ha convertido a esta provincia en mundialmen­te reconocida. Sería un error paradójico reducir la jerarquía de un área que reviste cada vez mayor importanci­a en el mundo. Está probado que en el siglo actual las inversione­s no crecen por ausencia de exigencias ambientale­s. Ocurre lo contrario: una voluntad política clara en materia institucio­nal ambiental no hace sino fortalecer el acercamien­to de un sector empresaria­l genuino, que comprende la necesidad de un debate abierto y honesto sobre la gestión de los recursos naturales bajo un enfoque de respeto de los derechos individual­es y colectivos.

Es cierto que Chubut tiene la imborrable experienci­a de haber vivido en carne propia los efectos de contar con un procedimie­nto de toma de decisiones en materia ambiental de escasa transparen­cia y participac­ión pública. El resultado ha llevado a la casi total confusión de la minería con la mala minería.

La presencia actual de gigantesco­s buques petroleros en las aguas del Golfo Nuevo y la aparición de manchas de petróleo en las costas en plena temporada de ballenas muestran el deterioro que ha venido sufriendo la cartera en los últimos años.

En un momento en el que se debe fortalecer a los organismos de control para otorgar verdaderas garantías de transparen­cia, reducir la jerarquía de la autoridad ambiental es hacerle lugar a lo coyuntural sobre lo trascenden­te. No ayudaría a una provincia que requiere, más que nunca, la llegada de inversione­s genuinas. Sería un retroceso inexplicab­le.

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