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franco armani, el favorito de los sondeos, fue ovacionado en el monumental y river terminó 1° en su grupo de la Copa

- Juan Patricio Balbi Vignolo

“Pone lo a Arma ni si querés salir campeón ”. El Monumental despidió a lo grande a Franco Armani, el arquero que en cuatro meses se volvió amo y señor del arco de River para cumplir el sueño de jugar el Mundial. Ese grito que se escuchó por primera vez ante San Lorenzo, en la despedida de la Superliga, envuelve su deseo, el del público millonario y el de gran parte de los hinchas argentinos tal como se refleja en las diferentes encuestas de los últimos días: su presencia como titular en Rusia.

El 0-0 de ayer ante Flamengo, que dejó a River en el primer lugar del Grupo D –y con la posibilida­d latente de un cruce con Boca en octavos de final–, no fue un partido más para el hombre de 31 años nacido en Casilda, Santa Fe. Millones de ojos estaban posados sobre él, especialme­nte después de que la pelea por el buzo del selecciona­do quedara entre sus guantes y los de Wilfredo Caballero, ante la lesión de Sergio Romero.

Lejos de achicarse, su solvencia y personalid­ad volvieron a decir presente: tuvo una sobria actuación en un modesto empate para mantener el cero por 13era vez en sus 21 presentaci­ones en el club de Núñez. Con tan solo 10 goles en contra en el semestre, y uno en los últimos 10 juegos, desde hoy comenzará a entrenarse en Ezeiza con la selección, después de que a principios de la semana en Núñez rechazaran el pedido de Jorge Sampaoli para contar con él desde el martes (tras la lesión de Romero no hubo otra solicitud).

A diferencia de Juan Fernando Quintero, quien pidió la licencia para sumarse a las prácticas de Colombia, el arquero no le pidió al cuerpo técnico que lo dejaran salir: quiso jugar el partido con Flamengo. Y volvió a destacarse, como si supiera que era una prueba televisada: desactivó un potente remate de Paquetá a los 7 minutos –la situación más clara del equipo brasileño–, se mostró seguro para salir a cortar las pelotas que llegaron al área, circuló bien el balón con los pies y simplificó cuando debió hacerlo, fiel a su estilo.

Pero su noche comenzó mucho antes del pitazo inicial. A las 21.09, cuando salió al terreno de juego a realizar los movimiento­s precom- petitivos y recibió los primeros cariños del público. “Para Armani, la selección”, gritaron los hinchas que ya se habían ubicado en un estadio que recién empezaba a poblarse. Saludó, aplaudió y se enfocó en la tarea del día, tal como lo indica una de las frases que más repite cuando tiene un micrófono enfrente: “Hay que seguir trabajando”.

Luego, a las 21.30, la pantalla del Monumental mostró su imagen y la voz del estadio lo presentó, generando una nueva marea de aplausos. Vestido de celeste, con guantes naranjas y botines rojos, al salir al terreno de juego y ubicarse en el arco que da a la popular Sivori, volvió a ser ovacionado y el público cantó nuevamente “ponelo a Armani si querés salir campeón”. Esta vez, concentrad­o en el inicio del partido, no reaccionó: solo abrió los brazos hacia los costados para rezar.

Hace cuatro meses, Armani se tomó un avión desde Colombia a la Argentina con una valija cargada de ilusiones. Dejó Atlético Nacional, su lugar en el mundo, para afrontar el desafío de atajar en River y buscar su pasaje al Mundial, el gran sueño de su vida. Lo consiguió: hoy empezará un nuevo capítulo de una vida que parece tener más historias para contar.

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Natacha PISaRENKO / aP armani cerró cuatro meses inolvidabl­es con otra valla invicta, la 13era en 21 partidos; hoy ya estará con la selección

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