LA NACION

Dos bloopers, un tricampeón

Obtuvo el trofeo por 13a vez, tercera consecutiv­a, en una final que tuvo dos gruesos errores del arquero Karius, un golazo de Bale y las lesiones que ponen a Salah y Carvajal en duda para el Mundial

- Claudio Mauri

Fue campeón el favorito Real Madrid, pero la final en Kiev no se resolvió por el duelo de goleadores entre Cristiano Ronaldo y Mohamed Salah. Ambos fueron noticia por otros motivos. El portugués, que si bien fue por séptima vez el máximo anotador de la Champions League con 15 tantos no marcó en los últimos tres partidos, dejó tras el ceirre, a pie de campo, la intriga sobre su continuida­d en Real Madrid. Y el egipcio, que estaba haciendo un muy buen partido, dándole trabajo a Marcelo y llevando peligro a Navas, salió a la media hora con una lesión en un hombro que podría dejarlo afuera del inminente Mundial. Héctor Cúper, director técnico de Egipto, se debe haber retorcidod­e fastidio en el sillón viendo las imáge- nes que llegaban por televisión.

Si las lesiones de Salah y Carvajal dieron para las lágrimas, los errores del arquero Karius fueron para el espanto. Se entiende que Joachim Löw no lo haya incluido entre los cuatro guardavall­as de la lista preliminar de Alemania para el Mundial. Tan clamorosos fueron los fallos de Loris Karius (24 años) –en 2018 le quitó el puesto al belga Mignolet– que varios jugadores de Real Madrid interrumpi­eron los festejos por la obtención de la 13ª Champions League para ir a consolarlo. Abatido, con el rostro desencajad­o por ser sentirse responsabl­e de la derrota 3-1, Karius se paró frente a la multitudin­aria hinchada de Liverpool para pedir disculpas. Cargaba con la cruz del papel de villano y le llevará largo tiempo sacársela de encima.

El arquero de Liverpool le regaló un gol a Benzema y otro a Bale. El primero fue insólito: el francés interceptó con una pierna un saque de arco con la mano. Un gol de campito entre niños recién iniciados. En el segundo, se le doblaron las manos ante un remate controlabl­e de Bale desde más de 30 metros.

Como sea, por méritos propios, concesione­s rivales o decisiones controvert­idas de los árbitros, siempre gana Real Madrid en la Champions League. Decimoterc­era en su historial, tercera consecutiv­a (algo que no ocurría desde la década del 70 con Ajax y Bayern Munich) y cuarta en los últimos cinco años.

Tercera Champions para Zidane en dos años y medio de gestión. Impresiona­nte campaña del francés, que en enero de 2016 asumió de apuro para apagar el incendio incipiente que dejaba el despido de Rafa Benítez. Zizou iguala a Bob Paisley (Liverpool) y Carlo Ancelotti (dos

con Milan y una con el Madrid) como el entrenador más ganador de la competenci­a.

Mientras Liverpool veía cómo se desintegra­ba su tridente con la salida del lesionado Salah, Zidane decidió volver a darle la vida a la BBC con la entrada de Gareth Bale por el intrascend­ente Isco. Gale, Benzema y Cristiano Ronaldo, una fórmula que el entrenador francés había discontinu­ado desde la temporada pasada. Y a los

18 minutos del segundo tiempo, tres después de ingresar, el galés enganchó de espaldas al arco una chilena estratosfé­rica que se metió apenas por debajo del travesaño. Un galés amargando y frustrando por partida doble a un equipo inglés, este Liverpool que tiene cinco Champions, la última en 2005. Bale ya había anotado un gol decisivo en el 4-1 de la final del

2014 contra Atlético de Madrid. Cuando Barcelona quedó eliminado inesperada­mente en los cuartos de final, la visión interesada desde el selecciona­do argentino era que Lionel Messi se evitaba el riesgo que padecieron Salah y Carvajal: sufrir lesiones importante­s a menos de tres semanas del comienzo del Mundial. Es cierto que no hay antídoto infalible, como lo demuestra el caso de Sergio Romero, que se agravó de una afección en la rodilla derecha durante una práctica. Pero una final de Champions League no admite jugarla con el freno de mano o tomando excesivos recaudos físicos. Demasiada gloria en disputa como para especular en sacar el cuerpo o evitar un choque.

El espectácul­o decayó ostensible­mente en esos seis minutos en los que se sucedieron los reemplazos del delantero egipcio y el lateral español. Lo que era un desarrollo intenso, con Liverpool ahogando y animándose­le a Real Madrid, derivó en un ambiente de pesadumbre, que duró hasta el comienzo del segundo tiempo. A la final le sobraban lágrimas, con ambos futbolista­s dejando el campo en medio de llantos incontenib­les, y le faltaban goles.

Llegaron en el segundo tiempo, con la incidencia decisiva de Karius. Liverpool había empatado con el sen e galés mané, que conectó un cabezazo de Lovren tras un córner. Era 1-1, pero Real Madrid siempre tiene un recurso a mano. Marcelo es una constante vía de ataque; el brasileño sirvió el centro para la estupenda chilena de Bale, que hizo recordar al gol de Cristiano Ronaldo a Juventus. Goleador del torneo con 15 tantos, curiosamen­te el portugués no marcó en los últimos tres partidos. Aunque no cambió la ecuación: en la Champions, a Real Madrid las cuentas siempre le dan para ser campeón.

 ?? Sergei grits / ap ?? Real Madrid ayer obtuvo por 13a vez y por tercer año consecutiv­o la Champions League, confirmand­o su supremacía en Europa. En una final que tuvo gloria, imprevisib­ilidad, errores y lesiones dolorosas, venció por 3-1 a Liverpool, en Kiev. Para hacerlo,...
Sergei grits / ap Real Madrid ayer obtuvo por 13a vez y por tercer año consecutiv­o la Champions League, confirmand­o su supremacía en Europa. En una final que tuvo gloria, imprevisib­ilidad, errores y lesiones dolorosas, venció por 3-1 a Liverpool, en Kiev. Para hacerlo,...
 ?? Hannah Mckay / reuters ?? El arquero Karius, de Liverpool, es consolado por un asistente y por Bale: lloró por sus errores, que le costaron dos goles en el 3-1 de Real Madrid
Hannah Mckay / reuters El arquero Karius, de Liverpool, es consolado por un asistente y por Bale: lloró por sus errores, que le costaron dos goles en el 3-1 de Real Madrid
 ?? Andrew boyer / reuters ?? La chilena inmortal de Gareth Bale para el 2-1, observada por compañeros y rivales: el galés había entrado 3 minutos antes por Isco y convirtió un golazo
Andrew boyer / reuters La chilena inmortal de Gareth Bale para el 2-1, observada por compañeros y rivales: el galés había entrado 3 minutos antes por Isco y convirtió un golazo

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