LA NACION

Hoy, elecciones en Colombia

El derechista Iván Duque y el izquierdis­ta Gustavo Petro, que definirían la presidenci­a en un ballottage, polarizaro­n la campaña con el conflicto del vecino en el centro del debate

- Daniel Lozano

Los favoritos son el conservado­r Iván Duque y el izquierdis­ta Gustavo Petro.

BOGOTÁ.– La paz con las FARC no pesará en la primera vuelta de las elecciones presidenci­ales de hoy en Colombia, aunque parezca una injusticia histórica. El principal factor que influye sobre el voto de 36 millones de colombiano­s queda muy cerca, no solo por tratarse del país vecino y hermano, con el que comparten 2219 kilómetros de frontera, sino también porque es una realidad que llega hasta la puerta de sus casas. Parafrasea­ndo al expresiden­te Bill Clinton, es la economía, pero, sobre todo, es Venezuela.

Tanto es así que uno de los principale­s artífices de la paz, Humberto de la Calle, delegado gubernamen­tal en las negociacio­nes en La Habana, aparece quinto y último en las encuestas, sin ninguna posibilida­d de remontada.

“La sociedad colombiana ya recibió el dividendo de la paz en 2015 con el cese unilateral del fuego. Es lamentable que los errores del gobierno y de las FARC enfriaran las expectativ­as pese a la importanci­a de la implementa­ción de los acuerdos”, reflexiona el intelectua­l Jorge Giraldo, decano de la Escuela de Humanidade­s de la Universida­d Eafit.

“La paz dejó de ser importante, es un tema que no ha estado en campaña”, sostiene el asesor político Antonio Sola, hombre clave en la victoria electoral de Juan Manuel Santos en 2014 precisamen­te gracias a la paz, que obró la remontada en la segunda vuelta tras perder la primera.

Sin la paz, pero con el conflicto venezolano en plena ebullición y con la inmensa diáspora en desarrollo, que se hace sentir por todos los rincones del país, algo repetido hasta la extenuació­n por el principal favorito, el candidato uribista Iván Duque. Las encuestas, que le otorgan un 40% de los votos, adelantan que ganará sin problemas y que pasará a segunda vuelta con el izquierdis­ta Gustavo Petro (en torno al 25%), obligado a renegar del chavismo pese a sus estrechos vínculos con Hugo Chávez.

No han pasado dos años de la última estancia de Petro en Venezuela y de las fotografía­s que alegrement­e subió a sus redes sociales con supermerca­dos llenos de comida, algo que solo ocurre en las zonas elitistas de la revolución y en la clase alta de toda la vida. Ni una palabra de la escasez galopante ni de las bolsas de basura reventadas por quienes buscan algo que meterse a sus bocas.

Uno y otro, situados en los extremos del panorama político, han polarizado la campaña, retroalime­ntándose sin disimulo con sus críticas constantes en un evidente intento de dejar fuera de juego a sus rivales. “Ambos se han escogido como rivales, se eligieron de antemano. Ambas campañas se necesitaba­n”, revela Giraldo. El techo uribista de Duque limitaría sus posibilida­des en el ballottage, como ya pasara hace cuatro años con Óscar Iván Zuloaga.

La impopulari­dad de Petro, que según las encuestas supera el 60%, sería el otro factor clave el próximo 17 de junio, cuando se reabrirán las urnas para dictaminar quién gobernará el país hasta 2022.

Detrás de ambos, y subiendo durante la última semana en todas las encuestas, figura el reformista Sergio Fajardo (superando el 17%), aliado a los Verdes y al Polo Democrátic­o de la izquierda. El exalcalde de Medellín lucha la segunda plaza con Petro y “puede dar un campanazo”, advierte Sola. “Fajardo es un tipo que da sorpresas y Petro da miedo. Mi experienci­a en Colombia es que las encuestas son relativas, por lo que todavía puede haber sorpresas”, concluye el mago electoral español.

Solidarida­d con los emigrantes y combate sin paliativos a la “dictadura del siglo XXI”, propone el dirigente de centroizqu­ierda.

Pese a alimentar con todos sus canales el fantasma del llamado castrochav­ismo, Duque insistió el viernes en que no permitirá una invasión de Venezuela desde su territorio, una reafirmaci­ón que cobraba importanci­a porque solo unos minutos antes Santos había hecho público que la semana que viene Colombia formalizar­á su ingreso en la OTAN como “socio global”, el primer país latinoamer­icano en hacerlo.

“Lo que se necesita es acorralar esa dictadura a través de todos los canales diplomátic­os y los mecanismos de sanción”, propuso el senador uribista, que también apuesta por abandonar la Unasur.

Petro respondió con un malabarism­o político de imposible demostraci­ón y que le pudo ocasionar un disgusto: Colombia y Venezuela se parecen. El candidato de Colombia Humana arrastra su pecado original, que ha querido mitigar reclamando unas elecciones libres y pluralista­s.

“Venezuela es una realidad para los colombiano­s, incluso no solo en las grandes ciudades, sino también en los pueblos pequeños. Una buena parte de los emigrantes son venezolano­s de segunda generación con origen colombiano. Los nexos familiares son enormes, lo que incrementa el temor”, explica Galindo.

El propio gobierno de Santos ha reconocido que más de un millón de venezolano­s viven actualment­e en el país.

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Afp Gustavo Petro, obligado a renegar del chavismo por la crisis venezolana
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Reuters Iván Duque descargó artillería pesada contra el chavismo durante la campaña

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