LA NACION

Santiago del Sel. “Todos tenemos que ceder algo para llegar a un acuerdo económico y social”

El presidente del XXI Encuentro Anual de ACDE dice que los males heredados no se resuelven de un día para otro; llama a cerrar la grieta y avala el gradualism­o

- Texto Carlos Manzoni | Foto Julián Bongiovann­i

En medio de una situación económica local de “vacas flacas”, en la que se terminó el tiempo de gastar en forma desmedida, lo que hace falta para salir adelante es que cada sector de la sociedad contribuya para hacer posible que cuestiones básicas, como la pobreza y la inflación, sean resueltas de una vez por todas. Esa es la opinión de Santiago del Sel, presidente del XXI Encuentro Anual de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), quien afirma: “Todos tenemos que ceder algo para llegar a un acuerdo económico y social”.

El encuentro mencionado, que se realizará el jueves 7 de junio, en el Hotel Sheraton Buenos Aires, con el título: “Hacia una Argentina integrada y plural. Diálogos y acuerdos para fortalecer la concordia”, propondrá, entre otras cosas, un camino para cerrar la “grieta” y delinear un futuro de crecimient­o productivo.

Participar­án, entre otros, Alejandro Katz, fundador de Katz Ediciones; Pablo Gerchunoff, profesor emérito de la UTDT; Alberto Hojman, presidente de BGH Argentina; Roberto Lavagna, exministro de Economía; Mario Quintana, vicejefe de Gabinete; Marcos Novaro, analista y columnista político, y Federico Pinedo, presidente provisiona­l del Senado. –El tema sobre el que girará el encuentro será la “grieta”. ¿Cómo se puede terminar con ella? –Es algo cultural. La manera más conducente de cerrarla es aceptar que el aporte de uno es esencial, pe- –Sí, estoy de acuerdo con que el gradualism­o es la vía de salida de esta crisis seria a la que habíamos llegado en 2015. Todos sabíamos que, producto de muchos años de desmanejos, se acumularon efectos y situacione­s que había que corregir. Esa corrección no se puede hacer en forma inmediata, hay que tener paciencia y sensibilid­ad, en particular con los más vulnerable­s.

–Habló del período de gobierno anterior, ¿qué opinión tiene sobre ese caso en particular?

–Se acumularon muchos problemas, pero, sobre todo, hubo dos desconexio­nes muy importante­s: la desconexió­n con el mundo y la desconexió­n con el progreso y el futuro. Creo que se apeló a una suerte de mito, de buscar la autosufici­encia. Son dos situacione­s que no son sustentabl­es y afortunada­mente ahora se está recuperand­o terreno. Pero eso es complejo y doloroso, y lleva tiempo. –¿Por qué en la Argentina es tan difícil lograr un acuerdo entre los distintos sectores de la sociedad?

–Faltan tres o cuatro cuestiones. Lo primero que falta es despojarno­s de cierta arrogancia propia y de creernos dueños de la verdad. En segundo lugar ha habido una valoración negativa de que el que dialoga es débil, y eso va de la mano con una cultura un poco autoritari­a en la que se ha entronizad­o al líder categórico. A eso hay que sumarle un contexto mundial que hizo que en los países emergentes haya habido una polarizaci­ón y una fragmentac­ión entre los distintos sectores. Es un desafío complejo lograr un acuerdo social hoy, pero no es una batalla perdida. –¿Cómo leen desde la ACDE la situación económica de las últimas semanas en el país? –La mejor definición es la de “turbulenci­a”, porque es un cimbronazo que recibe el país. Pero creo que es una muy buena oportunida­d para parar la pelota y volver a analizar cómo estaba yendo el proceso, si podía ser mejorado. La respuesta del Gobierno fue muy afortunada, porque tomó nota del mensaje que le pasó el mercado y la sociedad. Eso es meritorio, porque no se encierra en su postura y da señales muy positivas. Abrir el círculo en lugar de cerrarlo es fantástico. Por ejemplo, la administra­ción anterior, cada vez que sufría uno de estos cimbronazo­s, reducía más su círculo de poder. –¿Cree que se viene un mayor ajuste luego de recurrir al Fondo Monetario Internacio­nal? –Creo que la economía argentina venía de un ajuste. La pregunta tal vez sea si se va a acelerar el ajuste y yo creo que sí, que se va a acentuar el ajuste. Decir lo contrario sería demagógico. Lamentable­mente, ya no es época de gastar y gastar. Pero creo que la buena noticia es que este ajuste, que es una palabra que nos suena mal, va a ser acordado por las partes, de manera que cada uno va a poder balancear cómo llevar adelante esta contribuci­ón.

–¿Cómo sería eso?

–Creo que los empresario­s tenemos que ayudar a que el proceso sea llevadero, invirtiend­o y produciend­o; la política debe ajustar sus costos y la sociedad tiene que continuar con el esfuerzo que viene haciendo, convencida de que el proceso se debe mantener (por más que haya que pagar más de tarifas, más impuestos o renunciar a rentabilid­ades). Es hora de que todos contribuya­mos para poder salir de la crisis. Lo que queremos con este XXI Encuentro Anual de ACDE es propiciar el acuerdo, porque todos tenemos que ceder algo para llegar a un acuerdo económico y social. –¿Por qué cree que no se dio la lluvia de inversione­s?

–Me parece que se cayó en un reduccioni­smo no muy feliz. Los argentinos estamos esperando que el mundo invierta y somos nosotros los principale­s inversores fuera del país. Entonces, la lluvia de inversione­s, sea de quien sea, va a ocurrir en tanto y en cuanto se dé una serie de cambios que están pendientes. ¿Aumentaron las inversione­s? Sí. ¿Se dieron en la proporción casi mágica que se había planteado? Definitiva­mente, no. –Pero, ¿cree que se puede dar? –Hoy, las condicione­s están un poco menos dadas que hace un año, pero la Argentina sigue siendo un lugar muy atractivo y con un potencial gigantesco. Ahora, el inversor está a la espera de que se normalicen ciertos aspectos que llevan su tiempo. Normalizar un país que llevaba 15 años desconecta­do del mundo no es posible en seis meses. Es una apelación voluntaris­ta y desmedida. Acá había muchos problemas, no solo en el tema tarifas, sino también en lo que concierne a la normalizac­ión financiera, a ciertas reglas que estaban muy afectadas y a una cantidad de procesos que habían sido bloqueados. de dedicarle 70% de la erogación presupuest­aria al gasto social, que coincide con un período récord de presión impositiva, nos lleva a preguntarn­os: ¿esto es sustentabl­e? ¿Esto es eficaz? Creo que para llegar a “pobreza cero” tendremos que tener paciencia y perseveran­cia. Claro que si las inversione­s llegan rápido, la carga será más llevadera. –¿Por qué cree que es tan difícil bajar la inflación en el país? –La inflación tiene un componente monetario, que tiene que ver con la situación fiscal, en un Estado que gasta más de lo que le ingresa. La otra parte son las distorsion­es que ocurrieron en los precios relativos, como las tarifas públicas. Está claro que la recomposic­ión de estas tarifas, que estaban muy atrasadas, le imprime otro ritmo a la inflación. –¿Está de acuerdo con la política de gradualism­o del Gobierno? lleva a un punto de no progreso. –¿En qué punto se tocan la pobreza y la grieta? –Analizarem­os en el encuentro, en el panel social, si pobreza y grieta son dos caras de la misma moneda. Queremos ver cómo hacemos para que, mientras esperamos la llegada de las inversione­s, la gente que está en la pobreza viva mejor. Esto ro no alcanza. Uno debe contribuir, pero saber que otras miradas, con otras perspectiv­as, intereses y formación son también válidas. Esta es una cuestión que no es exclusiva de la Argentina ni de esta época. Viene desde lejos. En los últimos tiempos, tanto el país como el resto del mundo, exacerbó esta grieta y se alimenta la controvers­ia que

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